
Protección ambiental en Quito: Tola Chica y su lucha contra incendios forestales
¿Cómo la Tola Chica en Tumbaco frenó los incendios en Ilaló?
Hace cinco años, el cielo sobre el cerro Ilaló se tiñó de gris. Un voraz incendio forestal arrasó con la vegetación del sector de Chiviquí, en la parroquia Tumbaco, consumiendo extensas áreas de bosque, afectando a la fauna nativa y dejando una profunda huella en la memoria de los habitantes de la comuna Tola Chica. Hoy, lejos de resignarse, la comunidad ha convertido ese desastre en una oportunidad para cuidar el territorio, reforestar y crear un sistema preventivo único que combina tradición, tecnología y trabajo colectivo.
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Catacochas y reforestación, clave para cuidar el Ilaló
“La naturaleza nos dio una señal y nosotros decidimos no volver a quedarnos de brazos cruzados”, cuenta Floresmilo Simbaña, presidente de la comuna Tola Chica, mientras observa desde la parte alta del Ilaló los resultados del esfuerzo de su gente. Con pico y pala, a través de decenas de mingas comunitarias, los habitantes construyeron diez catacochas: sistemas de cosecha de agua de lluvia que, además de servir para riego, mantienen la humedad en el suelo y reducen el riesgo de propagación de incendios.
Las catacochas son pozas estratégicamente ubicadas en zonas donde fluyen quebradillas naturales. Durante la temporada de lluvias, estas cavidades recolectan el agua que luego se filtra lentamente en el subsuelo, manteniendo húmeda la tierra incluso durante el verano.
“Este sistema nos ha ayudado a contener incendios y ha sido clave para sostener el proceso de reforestación del Ilaló”, asegura Simbaña.
Desde 2012, los comuneros comenzaron a sembrar especies nativas, tras haber identificado que el Ilaló, especialmente en sus zonas 2 y 3 (entre los 2.700 y 2.900 metros de altura), es especialmente propenso al fuego.
La presión por asentamientos humanos e invasiones también empujó a los pobladores a tomar el control del área. Ahora, la comuna ha restringido el acceso vehicular a ciertas vías del cerro para proteger el ecosistema y facilitar el ingreso de los bomberos en casos de emergencia.
“No es una vía libre, es de uso estratégico. Desde que se establecieron las catacochas y esta vía de acceso fue controlada, hemos logrado contener tres incendios que pudieron ser graves, pero se evitaron a tiempo”, añade el dirigente.
Además de las catacochas, la comunidad implementó un sistema de riego tecnificado, construido por autogestión. Se trata de una red de 2.400 metros de tubería que recoge agua desde una acequia situada a 150 metros más abajo, utilizando bombas que la transportan hacia un estanque recolector. Desde allí, el agua se distribuye a los terrenos comunales, permitiendo el riego dos veces por semana.

Cómo evitar incendios en zonas rurales: caso Ilaló Tumbaco
Luis Rodrigo Llulluna está a cargo del manejo del reservorio. Explica que el agua almacenada (con una profundidad de hasta 15 metros) se distribuye los lunes, martes y viernes, lo que permite mantener vivas las plantaciones y abastecerse durante la estación seca. “No tenemos agua potable. Este sistema ha sido fundamental no solo para nuestros cultivos, sino también para enfrentar emergencias. Incluso los tanqueros de los bomberos se han abastecido aquí para apagar incendios”, explica Llulluna.
El sistema opera con bombeo eléctrico y aprovecha al máximo el agua lluvia. “Cada gota cuenta, porque aquí la prevención no solo depende de alarmas o sensores, sino del trabajo constante de la comunidad”.
Según el Cuerpo de Bomberos del Distrito Metropolitano de Quito, hay 17 zonas de interfaz de alto riesgo, es decir áreas donde la vegetación limita con zonas urbanizadas. Entre estas se encuentran sectores como Guangüiltagua, Chilibulo, Guápulo, El Panecillo y las laderas del Pichincha. La parroquia Tumbaco también figura como una zona crítica, en especial durante la temporada seca, cuando la vegetación se vuelve altamente inflamable.
Aunque de 2023 a 2024 hubo una disminución significativa en la cantidad de incendios forestales (de 873 a 412 eventos), el área afectada aumentó de 1.743 a 2.233 hectáreas. Esto refleja que los incendios actuales son más extensos, agresivos y difíciles de contener.
Las principales causas siguen siendo de origen humano: la quema agrícola representa el 43,31 % de los siniestros, seguida de incendios provocados intencionalmente (29,62 %), la quema descontrolada de desechos (21,97 %), fogatas mal apagadas (4,78 %) y causas naturales como descargas eléctricas (con apenas un 0,32 %).