
Cortes de agua en Quito: vecinos pagan por un servicio que tienen por horas
Moradores de Calderón, San Antonio y Calacalí sufren racionamientos constantes de agua
Los cortes de agua potable vuelven a golpear a barrios del norte y noroccidente del Distrito Metropolitano de Quito. En parroquias como Calderón, San Antonio de Pichincha y Calacalí, cientos de familias enfrentan nuevamente racionamientos, interrupciones prolongadas y un servicio irregular que, según los vecinos, se ha vuelto parte de la cotidianidad.
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La molestia va más allá de la suspensión del líquido, también por la ausencia de un plan a corto plazo que ayude a minimizar el impacto de un problema que se repite varias veces al año.
La Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps) atribuyó la situación al alto consumo y a la falta de lluvias. En los últimos diez días, pese a estar en época invernal, Quito registró temperaturas elevadas y ausencia de precipitaciones, lo que incrementó la demanda de agua, especialmente durante el fin de semana.
Esta presión provocó la desestabilización de la línea de transmisión Bellavista-Collaloma-Calderón-Calacalí, infraestructura que abastece a estas parroquias y que, según la entidad, es altamente sensible a variaciones climáticas y de consumo.
Inicialmente, la Epmaps anunció que los cortes durarían ocho días, hasta el sábado 20 de diciembre. Sin embargo, tras una evaluación realizada el fin de semana, aseguró que las acciones implementadas desde el viernes 12 mostraron resultados satisfactorios y que el sistema podría estabilizarse completamente hasta ayer.
Una problemática que se repite durante el año
No obstante, en sectores como Zabala, San Juan de Calderón y Bellavista, el desabastecimiento del líquido vital persistía hasta el 16 de diciembre.
Jenny Olivo, habitante de Marianitas, señala que, aunque su sector no estaba incluido en los racionamientos oficiales, desde hace 15 días, el agua se suspende a diario desde las 14:00 hasta la noche y no han recibido ninguna explicación.
En Bellavista, Margarita Pérez relata que la cotidianidad en el sector es que el líquido se corte desde las 09:00 y regrese en la noche. Cuando retorna, aprovecha para recoger y, en la mañana, nuevamente se va. A pesar de ello, paga entre 12 y 15 dólares mensuales por el servicio. “Es injusto pagar por algo que no tenemos durante el día”, dice.
La situación es crítica en centros infantiles. En uno ubicado en San Juan de Calderón, el agua no llegó durante dos noches consecutivas, como estaba previsto en el cronograma. La cisterna quedó vacía.

“Nos dijeron que vendría en la noche y dejamos la llave abierta para que se llene, pero no pasó”, relata una trabajadora del lugar. El líquido solo se distribuye en la madrugada y por pocas horas. Con una cisterna de 500 litros y facturas de hasta 70 dólares, el problema persiste desde hace años. Atienden a 36 niños y, ante la falta del líquido, han tenido que pedir agua a los padres para garantizar el aseo.
Mayra Montenegro, moradora del sector Reina del Cisne 4, cuenta que el agua que logran recolectar es solo para cocinar. La ropa se acumula y el baño depende de la suerte. “Tenemos que levantarnos a las 2:00 o 3:00 de la madrugada para recoger agua, pero en estos días ni siquiera ha llegado. En el año, máximo hay cuatro horas en el día y se va”, señala.
Pese a ello, paga entre 45 y 50 dólares al mes. “¿Qué va a pasar a futuro? Esta situación ya no se aguanta”, agrega Montenegro.
¿Qué solución se plantea para estas zonas?
Desde la Epmaps, María Fernanda Villavicencio, subgerente de Agua Potable, aclaró que el problema no afecta a toda la ciudad, sino que se concentra en Calderón, San Antonio y Calacalí, parroquias que ya presentan dificultades estructurales de continuidad del servicio.
Explicó que el veranillo que atraviesa la ciudad eleva el consumo y, al tener un caudal limitado, se produjo una descompensación en el sistema y tuvieron que ajustar la operación e implementar un cronograma de abastecimiento.
Sin embargo, señaló que en esas tres parroquias existe un racionamiento permanente asociado al crecimiento poblacional.
La solución definitiva, según Villavicencio, será el proyecto Agua para Calderón. La planta ya cuenta con sus tres primeros componentes y se espera que entre en operación a finales de 2026, junto con nuevas redes y tanques que permitirán mitigar el problema. “Sabemos la situación y hacemos monitoreo constante de los sitios vulnerables para cumplir el cronograma”, afirmó.
Ante la preocupación de que el problema se extienda a otras zonas de la capital, como ocurrió en 2024, en donde más de 20 parroquias del norte y sur se quedaron sin el líquido vital, la funcionaria manifestó que la Epmaps mantiene la operación y mantenimiento de los sistemas las 24 horas, además de campañas de concienciación.
“No es solo trabajo de la empresa, también de los usuarios. En Quito se desperdicia mucha agua: con 100 litros diarios se puede cubrir las necesidades, según la recomendación de la OMS, pero el consumo supera los 200 litros por persona”, sostiene.
Respecto a las fuentes hídricas, la funcionaria indicó que se realiza un monitoreo diario de embalses, ríos y vertientes con el fin de garantizar la disponibilidad de agua cruda.
Hasta el momento, estas fuentes no se han visto afectadas y las reservas se mantienen en niveles adecuados, lo que permite asegurar tanto la producción como la distribución del servicio en la mayor parte de sectores de la capital.
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