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Protagonistas. Los canes Tony y Gaya, los “nietos de cuatro patas”, inspiraron el libro que Wilson Pinto.YADIRA ILLESCAS

Periodista ambateño transformó su rutina en inspiración para escribir

El libro Mis mascotas prestadas narra las vivencias del autor y sus dos canes

Cuando Ambato aún duerme y la madrugada se aferra a la oscuridad, Wilson Pinto Yanzapanta ya camina. No está solo. A su lado avanzan Tony y Gaya, dos canes que llegaron a su vida por azar, pero que se quedaron por afecto.

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A las cinco de la mañana, cuando ni el sol se atreve a salir por el frío, ellos inauguran el día con pasos lentos, pausas largas y silencios que dicen más que muchas palabras.

De esas caminatas nació una historia. Y de esa historia, un libro. En muchas ocasiones las mejores historias no siempre nacen de grandes hazañas. A veces se escriben en silencio, con una correa en la mano y pasos marcados por la madrugada.

Así nació ‘Mis mascotas prestadas’, el libro de Wilson Pinto, un periodista ambateño que transformó años de convivencia, afecto y anécdotas compartidas con Tony y Gaya en páginas cargadas de humanidad.

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Mis mascotas prestadas es el título que Wilson eligió para relatar las vivencias cotidianas con esos “nietos de cuatro patas”. El texto, de 75 páginas, empezó a escribirse hace dos años y desde abril de 2025 está disponible en Amazon, como un testimonio íntimo que hoy cruza fronteras digitales.

Tony, un labrador color chocolate, llegó como regalo para su segundo hijo, Paúl. Gaya, una beagle de tonos blanco y crema, apareció en la familia cuando su nuera Gabriela, en etapa de embarazo, decidió dejarla al cuidado del “abuelo”. Ninguno fue planeado para él. Por eso son “prestados”. Pero en la vida diaria, en la rutina y el cariño, se volvieron imprescindibles.

Wilson confiesa que nunca imaginó un vínculo así. En su infancia tuvo mascotas, pero ninguna como estas: tan fieles, tan presentes, tan suyas sin serlo. “Llegaron por los azares del destino”, menciona, y esa frase atraviesa todo el libro.

No habla solo de perros, sino de cómo la vida regala afectos inesperados que terminan marcando el camino. En las caminatas matutinas, Tony y Gaya se detienen a explorar. Olfatean, observan, descubren.

Amar es acompañar sin imponer.

Wilson aprendió a esperarlos, a no apurar el ritmo, a entender que la libertad también es una forma de cuidado. En ese ejercicio simple encontró una lección profunda: amar es acompañar sin imponer.

El periodista ambateño transformó vivencias domésticas en literatura cercana. Cada anécdota está escrita desde la sencillez, con humor y memoria.

“Sin querer queriendo”, como diría el Chavo del 8, su historia hoy motiva a otros a valorar lo que llega sin aviso y se queda para siempre.

Mis mascotas prestadas recogen casi una década de vivencias narradas con sencillez, humor y memoria. Agrega que convirtió el amor diario en una obra que busca motivar a otros a mirar con más atención lo que la vida les regala.

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