mujeres chachis
Labores. Además de criar a los hijos, las mujeres chachos cultivan, pescan y reman en el río, convirtiéndose en la figura de sostén de la familia.Luis Cheme

Mujeres chachis, fortaleza de una memoria ancestral

Ellas cultivan la tierra, navegan los ríos y resguardan la tradición de sus pueblos 

En lo profundo de los bosques húmedos del cantón Quinindé, en la provincia de Esmeraldas, donde los ríos serpentean con una calma engañosa y los árboles se elevan como guardianes ancestrales, habitan las comunidades chachis, herederas de una cultura milenaria que aún resiste, aún canta, aún siembra. Te puede interesar La población del Esequibo enfrenta con temor y patriotismo las elecciones venezolanas

Allí, entre las palmas, la bruma y la madera viva de sus casas, la vida se sostiene gracias a la sabiduría silenciosa, el temple firme y las manos incansables de sus mujeres.

Las comunidades de Naranjal de los Chachis, Ñampi y Guayacana, en el cantón Quinindé, son el corazón de esta historia. En cada sendero, en cada huella sobre la tierra mojada, se percibe la presencia de ellas: mujeres que no solo cultivan la tierra y alimentan a sus familias, sino que también resguardan el alma de un pueblo.

Fotos a especies

Ecuador inicia identificación de especies mediante fotos

Leer más

El alba aún no ha roto del todo la oscuridad, pero en Ñampi ya se escucha el crujir de la leña y el murmullo de las ollas. En la cocina de Irma Añapa, el humo se mezcla con los primeros rayos tímidos del sol. Tiene 48 años, siete hijos y una energía que parece imposible para su contextura delgada.

“Aquí no se puede esperar a que el día nos alcance”, dice, mientras revuelve el café de pepa con movimientos pausados. Primero hay que cocinar, luego ir al conuco (parcela de tierra destinada al cultivo agrícola). Si el río está bueno, también se sale a pescar o se van las más jóvenes a vender productos”, asegura.

El río es más que una vía de transporte

Para las mujeres chachis, el río es más que una vía de transporte. Es un reflejo del espíritu. Navegan en canoas hechas por sus esposos, largas y estables, deslizándose con una destreza casi mágica. Conocen cada curva del río Canandé, cada remolino que puede volcar una embarcación si no se le respeta.

Irma recuerda cuando su madre le enseñó a remar. No tenía más de diez años. Llevaban plátano, yuca y hojas de bijao al mercado de la cabecera cantonal.

“Me decía: ‘tienes que mirar el agua, saber cuándo rema duro y cuándo suave. No te pelees con el río. Baila con él’. Así aprendimos todas”, relata con nostalgia.

En Guayacana, la tierra es oscura y generosa. Allí vive Teresa Cimarrón, una mujer de 63 años que aún cultiva como si tuviera 30. Camina descalza por el huerto donde crecen la yuca, el maíz y la chillangua, y acaricia las hojas como si hablara con cada planta.

chachis
Las mujeres chachis caza, cultivan y pescan para su familia.Luis Cheme

“No solo sembramos. Criamos la comida. Hay que hablarle, pedirle permiso a la tierra”, dice con una sonrisa que arruga dulcemente sus mejillas curtidas por el sol.

Las mujeres chachis conocen los ciclos del monte. Saben cuándo la luna es propicia para sembrar y cuándo para cosechar. Aprenden desde niñas a preparar el suelo con herramientas sencillas, a hacer semilleros, a proteger los cultivos de plagas sin químicos, usando plantas medicinales y ceniza.

“Mi abuela me enseñó que cada semilla lleva una historia. No sembramos solo para comer, sino para recordar”, explica Teresa mientras saca unas mazorcas secas del techo de su casa.

En Naranjal de los Chachis, la historia y vivencia de las mujeres es similar. Ahí, un grupo de mujeres se reúne bajo una ramada para preparar cestas de paja toquilla. La técnica, transmitida de generación en generación, se mezcla con las charlas sobre hijos, siembras, enfermedades y sueños.

Museos

Día de los Museos: la riqueza cultural de la Península se tomó el Amantes de Sumpa

Leer más

Entre ellas está Maritza Quiñónez, de 37 años, lideresa de su comunidad y madre de cuatro niñas. Ella encarna la nueva voz femenina chachi: una mujer que estudió, que pelea por los derechos de su gente, pero que no se ha desconectado de sus raíces.

“Durante mucho tiempo, nos enseñaron que las mujeres solo servían para estar en la cocina. Pero nuestras abuelas eran sabias. Sanaban con plantas, decidían cuándo sembrar, organizaban los mingas. Nosotras estamos volviendo a eso, con fuerza”, explica.

Maritza también es partera. Ha asistido más de 20 nacimientos en la comunidad. Para ella, traer vida es el acto más sagrado de todos.

“Cuando nace una niña, siento que nace una esperanza”, dice, con los ojos húmedos. “Porque ellas son las que van a seguir cuidando todo esto cuando nosotras ya no estemos”, prosigue.

 Las mujeres chachis no solo sostienen la economía familiar. También son guardianas de la lengua cha’palaa, que aún se habla entre las más ancianas. En casa de doña Paulina Añapa, de 81 años, la conversación fluye en cha’palaa como un canto antiguo. Sus nietas, sin embargo, responden en castellano.

El dialecto se pierde entre las nuevas generaciones

“Ellas entienden, pero ya no hablan. Me da tristeza”, confiesa, con la voz quebrada. “Sin lengua no hay cultura. Por eso les cuento cuentos, les hablo mientras cocinamos. Para que algo quede”, agrega la anciana.

Doña Paulina fue la primera mujer en su comunidad que se atrevió a participar en una asamblea comunal, cuando eso era mal visto.

“Me decían que eso era cosa de hombres. Pero yo tenía cosas que decir. Cosas que nadie más podía decir, porque eran nuestras, de mujeres”, rememora.

Desde entonces, las cosas han cambiado. Hoy las mujeres ocupan cargos en los comités de desarrollo comunitario, en los consejos de ancianos, y lideran procesos de defensa del territorio frente a la minería ilegal y la tala indiscriminada.

“Somos como la chonta”, dice María Chiripua, una joven madre de Ñampi. “Por fuera somos duras, pero por dentro tenemos agua dulce. Podemos cargar peso, criar hijos, remar por horas, y aún así estar con los brazos abiertos para los nuestros”.

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!