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Claudia Tobar Cordovez | ¿Y si no es solo una manía?

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La clave está en educarlo: ignorarlo, resistir. Así funciona la terapia de exposición

En algún momento de nuestras vidas todos podemos desarrollar cierta fijación por la limpieza, el orden o por asegurarnos de que la puerta esté bien cerrada. Estas preocupaciones son normales: nos hacen más precavidos y conscientes. Pero para el 2%–3% de la población, estas fijaciones se convierten en obsesiones persistentes que afectan su salud mental. Hablamos del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).

A diferencia de otros trastornos, el TOC es difícil de comprender desde afuera. Son pensamientos, imágenes o impulsos intrusivos, angustiantes que la persona no puede controlar, aunque sepa que no tienen sentido. Para quien lo sufre es como cargar con un monstruo silencioso que dicta y limita cada acción. El psicólogo Rafael Santandreu lo compara con un niño malcriado que, con berrinches constantes, intenta manipularnos. Si cedemos, nos convertimos en sus esclavos. La clave está en educarlo: ignorarlo, resistir. Así funciona la terapia de exposición, una estrategia efectiva para el TOC.

Este tipo de terapia implica enfrentar los miedos más profundos sin ceder a los rituales. Parece simple, pero no lo es. Ese ‘niño caprichoso’ puede ser muy insistente, y el proceso puede tomar años. Lo más duro es que el 25 % de los casos empieza antes de los 14 años, pero muchas veces pasan años antes de que alguien pida ayuda. ¿Por qué? Porque es difícil aceptar que uno está atrapado en pensamientos irracionales. Y el TOC no siempre se ve: puede empezar con algo pequeño, como miedo a contagiarse, y evolucionar hasta evitar todo contacto humano.

Estos pensamientos viven exclusivamente en la mente de quien los padece, y se sienten como una voz interior que dicta cada acción y movimiento. Pueden ser tan invasivos y fatalistas que llegan a hacerte pensar que podrías dañar a alguien o incluso a ti mismo. Por eso es fundamental perder el miedo a compartir lo que se siente, hablarlo y reconocerlo. Buscar apoyo profesional es un paso valiente y necesario. El TOC tiene tratamiento. No hay por qué vivir siendo esclavo de la propia mente.