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Ziad Rahbani, artista libanés famoso por su música, compositor tanto de melodías como de letras
Ziad Rahbani fue un crítico de los horrores de la guerra civil y habló sobre ello en su música y su obra teatral, siempre con unnotable toque satírico.Instagram: @ziad_rahbani

Ziad Rahbani, el genio del jazz oriental, muere a los 69 años en Beirut

El músico y dramaturgo Ziad Rahbani tuvo una vida artística plena, en la que transformó de tajo el teatro y la música árabe

El mundo del arte árabe está de luto. Ziad Rahbani (1956-2025), figura irreverente del teatro y la música libanesa, falleció el pasado sábado a los 69 años en Beirut, según reportan algunos medios internaciones, a causa de un ataque cardiaco. Hijo de la mítica Fairuz y del célebre compositor Assi Rahbani, Ziad no solo heredó el talento musical de sus padres, sino que lo transformó con una audacia poco vista en su tiempo. 

Su estilo satírico, provocador y políticamente comprometido, le permitió dejar una huella profunda en la cultura de Medio Oriente, especialmente durante y después de la guerra civil del Líbano. Rahbani es un nombre conocido en su tierra por todos, jóvenes y  no tanto. Criticado o amado, sin medias tintas.

Teatro, sátira y denuncia social: su legado más potente

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Mucho antes de que las bombas comenzaran a caer en 1975, Ziad ya presagiaba la tragedia del Líbano. A través del teatro político y el humor negro, sus obras sirvieron como espejo incómodo de una sociedad fracturada. 

Su pieza más emblemática, Film Ameriki Tawil (1980), ambientada en un manicomio, representaba con ingenio a los diferentes sectores del país: los poderosos, los desquiciados, los indiferentes y los oprimidos.

Rahbani usaba la sátira como un bisturí. Con ella diseccionó las tensiones sectarias, las injusticias sociales y la hipocresía de las élites. A diferencia de otros artistas que se refugiaron en lo simbólico o lo folclórico, él fue directo, polémico y valiente. No buscaba halagos, buscaba incomodar. Y lo logró.

El creador del “jazz oriental” y renovador del sonido árabe

Si bien Rahbani es recordado por su agudeza teatral, su legado musical es igual de trascendental. Fue el arquitecto del llamado “jazz oriental”, un estilo que combinaba melodías tradicionales árabes con estructuras occidentales, acordes complejos y arreglos que evocaban a Coltrane y a Miles Davis. No era simplemente fusión; era una declaración artística.

Su colaboración con Fairuz (su madre y leyenda viva) abrió un nuevo capítulo en la música árabe. Gracias a él, Fairuz cautivó a las generaciones jóvenes, manteniendo su vigencia en una época de profundos cambios culturales y políticos. Sus composiciones para ella mezclaban nostalgia, vanguardia y una sensibilidad urbana poco común en la escena regional.

Un espíritu libre que desafió la injusticia hasta el final

Ziad Rahbani fue mucho más que un artista. Fue una voz incómoda, una conciencia despierta que nunca se doblegó ante las presiones del poder ni del mercado. De convicciones laicas y de izquierda, utilizó cada espacio, ya sea una sala de teatro, un estudio de grabación o una entrevista, para denunciar las heridas abiertas del Líbano.

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El presidente Joseph Aoun lo definió como “una voz que se rebeló contra la injusticia, un espejo honesto para los oprimidos y marginados”. El primer ministro Nawaf Salam lo llamó “una voz libre que expresó lo que muchos no se animan a decir”. 

Incluso el ministro de Cultura, Ghassan Salame, admitió que temían este momento, sabiendo que la salud de Rahbani se deterioraba y que ya no quería continuar con el tratamiento.

También su expareja, la actriz Carmen Lebbos, expresó su tristeza. Lo hizo con una frase que resume el sentir de muchos: “Siento que todo se ha ido. Siento que el Líbano se ha vaciado”. Y no es para menos. Para gran parte del pueblo libanés, Ziad era un símbolo de lo que el país podría haber sido: crítico, libre, inteligente y justo.

Ziad Rahbani: una leyenda que no se despide, se multiplica

Con su muerte, desaparece uno de los últimos intelectuales orgánicos del mundo árabe. Pero su legado continúa vivo en cada melodía que desafía el orden establecido, en cada escena teatral que hace pensar, en cada joven libanés que aún repite sus líneas como si fueran mantras. 

Porque Ziad Rahbani no era solo un artista: era una forma de ver el mundo. Así lo aseguran quienes vivieron su arte desde cerca y se nutrieron de ella. Paz en su tumba.

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