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Pablo Dávila es el corazón del grupo quiteño Tonicamo, que en este 2025 lanzó su nuevo disco, ‘Sangre, sudor y lágrimas’.Tonicamo

Tonicamo: “El machismo también lo sufrimos nosotros los hombres”

El grupo capitalino, que lanzó recientemente su disco Sangre, sudor y lágrimas, tocó en el festival Puente Vivo de Guayaquil

Cuando oímos o leemos el término pop (que viene de ‘popular’), podemos caer en el error de creer que se trata de música descartable, sin alma, creada solamente con fines comerciales. 

Pero Tonicamo nos recuerda que lo popero puede ser igual o incluso más complejo y serio que cualquier otra tendencia musical.

Por un lado, lo demuestran por la forma en que asumen y reinterpretan estilos como rock, synth pop, new wave, dark, new age, ambient. Porque como nos lo explica Pablo Dávila, miembro fundador y el único sobreviviente de la formación inicial de 2013, “cuando tú decides hacer un género, te encierras en una sonoridad y no te sales de eso. Más bien cuando le das un giro se pone más interesante. Por eso tenemos canciones con dos coros, sin coro, con estructuras poco tradicionales. Podemos jugar y decir ‘esta canción va a llevar sintetizador’ si queremos. Y si alguien me presta un banjo, grabo con él y lo incluyo. Sin reglas”.

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Por otro, destacan sus líricas punzantes, sarcásticas, mordaces y todos esos adjetivos que incomodan en estos tiempos de hipersensibilidad a flor de piel. Y aunque ese toque humorístico podría parecer signo de frivolidad, no olvidemos que el humor es algo muy serio.

Después de la grabación de su más reciente álbum Sangre, sudor y lágrimas, que lanzaron hace pocas semanas, la agrupación volvió a sufrir cambios de integrantes.

Actualmente a Pablo lo acompañan Sebastián Salazar (batería), Alejandro Toaza (guitarra), Francisco Peñaherrera (sintetizadores) y Daniel Boada (bajo), que formaron la alineación que se presentó el sábado 25 de octubre en el Puerto Principal. 

De eso y más conversamos con la agrupación, que visitó Guayaquil para presentarse el sábado pasado en el festival Puente Vivo, en la plaza Guayarte.

Una característica importante de la propuesta de Tonicamo es su humor mordaz. Eso se evidencia en el hecho de definirse como pop gay, por ejemplo.

Pablo: Es que tienes que ver que yo vengo de una generación súper metalera quiteña, muy cerrada, turrísima. Cuando era adolescente y estaba metido en eso, me decían “Si escuchas death metal (género extremo) eres hombre. Si escuchas heavy, ya eres gay”. Y ahí te das cuenta del uso de la palabra gay como despectiva. Y el pop también es visto como lo peor.

Es verdad, esa escena suele ser bastante prejuiciosa.

P: Ser popero es sinónimo de ser marica. Entonces justamente usamos esa especie de definición como una forma de reivindicación. Porque el pop es música increíble. Yo creo que lo primero que escuché cuando era niño fue The Beatles, que de alguna manera también es pop.

Alejandro: O sea, es que el concepto de pop en sí no es un género, no es un nombre apropiado para describir un estilo de música. El pop en gran parte es una mezcolanza de un montón de cosas.

P: A mí lo que no me agrada es cuando la cosa se vuelve muy comercial, o cuando se hace música solo con fines de lucro.

Música creada solo para vender.

P: Nosotros en realidad nunca hicimos pop, porque desde el inicio era una cuestión más indie, pero la palabra indie también se prostituyó. Entonces para molestar un poquito decidimos decir que nosotros hacemos ‘pop gay’.

Pero no todos pueden entender ese humor ácido. Por ejemplo, en el tema Macho Camacho (de su segundo disco, Macho) hay una serie de declaraciones machistas justamente como una forma de burlarse del machismo.

P: Es arriesgado. En su momento yo no sabía también si sacarlo, si lo iban a entender.

Muy fácilmente se puede malinterpretar su intención.

P: Y cachas que todo eso es real. Ni siquiera lo escribí yo. La periodista Gabriela Robles en un post puso que estaban dando un taller sobre nuevas masculinidades, y le cayeron hartos trolls. Le escribieron cosas como “Si no te gusta que te toquen en el bus, no viajes en transporte público”. Todo eso lo cogí tal cual. Y obviamente, no me gusta eso de explicar y decir “esto está mal”. Quería que choque.

Si se explica, pierde todo sentido.

P: Sí, ya se vuelve una cuestión como moralista, que detesto. Al final la letra dice “odio esta parte de mí”, admitiendo que yo también tengo algo de machista y que es un proceso de deconstrucción que toma su tiempo.

Ahora parecería que todos estamos dispuestos a sentirnos ofendidos al más mínimo comentario que no nos guste.

P: Por suerte, nadie lo malinterpretó. Yo me dije “esto es fuerte”, pero nunca ha habido gente que nos reclame. Me han preguntado “¿oye, qué onda?”, pero ya después lo entienden. Me parece más bacán arriesgarse en ese tipo de cosas, que ser tibios.

Para que ustedes lo aborden, es un tema que les parece importante comentarlo, entre todos las diversas temáticas de las que hablan en sus canciones.

P: En su momento sí, pero también luego hubo gente que empezó a decir que lo nuestro es apropiación cultural. Nos decían algo así como: “Estos manes no son gais, ¿por qué juegan con esa imagen?”.

Insisto: hay un exceso de susceptibilidad, nos ofendemos con mucha facilidad.

P: Sí. Mira, hay muchos temas, no me voy a quedar hablando de eso, ya está desgastado. Porque el machismo lo sufrimos también nosotros los hombres. Por ejemplo, en ese tiempo yo me pinté el pelo de rosado y andaba por la calle con las uñas pintadas, y dos veces en Quito me escupieron. La palabra gay la usan para definir a un cobarde, y es chistoso porque en una ocasión, los tipos que me molestaron no me dijeron nada mientras estuve en el bus, pero cuando me bajé empezaron a gritarme cosas y a escupirme.

Ellos eran los cobardes, escondidos detrás de su violencia.

A: Yo incluso me he peleado con amigos por usar el término ‘marica’ como insulto. Yo los cuestiono: ¿Por qué seguimos manteniendo este estereotipo negativo de que ser gay es malo? ¿Por qué decirle a alguien ‘pareces mujer, pareces nena’ sigue siendo un insulto?

Un videoclip ‘popurrí’

En lugar de elegir un track de Sangre, sudor y lágrimas para hacer un videoclip promocional, Tonicamo decidió filmar un corto que contenga fragmentos de varias canciones, como una especie de pequeño muestrario de toda la variedad que ofrece este nuevo álbum.

Pablo Dávila se animó a escribir el guion con Ernesto Torres, exmiembro de la banda, quien actualmente está radicado en Europa. “Trabajamos a distancia, con la idea de ser lo más recursivos posible”, nos cuenta Pablo, quien también se animó a protagonizarlo.

“Ernesto me dio la idea del desierto como escenario e incluimos ciertas referencias a películas como París, Texas (del director alemán Wim Wenders)”. 

En la dirección contaron también con el apoyo del personal de la agencia Documencia, de Poli Giacometti y Xavier Méndez, con experiencia en el cine documental y que le dio un acabado de lujo.

Sobre ‘Sangre, sudor y lágrimas’

  • Las baterías de Sangre, sudor y lágrimas fueron grabadas en La Bulla Producciones, con Omar Miranda. El resto, en el estudio de Pablo Dávila, llamado Filo Music.
  • La mezcla y masterización fue realizada en Cuenca, por Santiago Salazar, quien también ha trabajado con grupos como La Madre Tirana o La Máquina Camaleón.

  • En tres tracks (Estanoxe, Confieso y Cobijados) la mezcla fue del propio Pablo, mientras que el máster lo hizo Juan Pablo Rivas.

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