
La música en formato físico se resiste a morir en Ecuador
Sellos independientes, artistas y melómanos aún confían en los vinilos, cassettes y discos compactos como medio de difusión
Desde que Thomas Alva Edison presentó al mundo en 1877 el primer fonógrafo, la humanidad ha creado diversos medios para grabar y reproducir sonidos. Desde los cilindros de cera que usaba el invento de Edison, pasando por los discos de goma laca y luego de vinilo, los cassettes, CD (discos compactos) hasta la actual distribución digital. Todos con el mismo objetivo: tratar de desafiar al tiempo.
El streaming se ha impuesto actualmente, por la facilidad que ofrece acceder a un catálogo prácticamente infinito de canciones desde un teléfono, computadora o tablet. No obstante, soportes como los vinilos, casetes o CD tienen todavía mucha demanda en determinado sector de melómanos, por varias razones que analizaremos en este artículo.
Por un lado, hay que mencionar el factor ‘nostalgia’, que hace que muchos se aferren a los formatos que escuchaban en su adolescencia o juventud, cuando la idea de la música en la nube era solo ciencia ficción.
A diferencia de la tendencia actual de buscar placer inmediato y pasar de una pista a otra en el streaming, antes era prácticamente un ritual sentarse a escuchar un vinilo o cinta en su totalidad. Eso permitía apreciar temas que talvez en primera instancia pasaban desapercibidos, pero que con el tiempo iban calando en el gusto del melómano.
Por otra parte, está la calidad del sonido. Existe toda una legión de audiófilos (personas interesadas en la reproducción de sonido de alta fidelidad) que optan por vinilos o CD por la mayor calidad de sonido que ofrecen.
Por ello hay todo un mercado de venta de equipos de sonido y parlantes de alta gama que pueden llegar a costar miles de dólares, creados precisamente para aprovechar las ventajas que ofrece cada formato y tratar de minimizar sus falencias.
Y está también el valor del objeto como tal. “El formato físico le da un rostro y una historia a esa música”, como bien resalta el psicólogo, melómano y guitarrista Álvaro Benites.
“Los vinilos, discos compactos y cintas oficiales de las bandas contienen información impresa acerca de los artistas que participaron, el estudio de grabación, el ingeniero de sonido, los agradecimientos, o incluso las letras de las canciones y fotos. Considero que aún hay personas que valoran todo ese conocimiento”. Es decir, constituyen documentos históricos en toda regla.
Incluso “conozco personas que tienen su cuenta de Spotify y escuchan los discos en digital, pero también se los compran en físico, los cuales muchas veces ni siquiera abren”, añade Benites. Caprichos de coleccionista.
Los sellos independientes toman la posta
En el país aún existen disqueras o sellos que optan por publicar música en vinilo, cinta o CD. Por ejemplo, están Exhumed (de Quito), Istriónico (Otavalo), 300 o Brutalidad Total (Guayaquil), que abarcan géneros como el rock, indi, música electrónica, metal y otras propuestas subterráneas.
Obviamente, es importantísimo que los sellos se preocupen por lanzar productos que sean agradables a la vista, es decir que aparte de cuidar la calidad de la grabación, sean fabricados con materiales óptimos, con una impresión de calidad, buen diseño y un correcto trabajo de manufactura.
Cada disquera conoce su nicho, lo que le permite decidir la cantidad de ejemplares que publicará (por lo general, hasta 300 o 500 en el mercado local). Es muy común hacer trueques con otros sellos independientes, de manera que así se puede llegar a tener un catálogo más amplio y surtido que ofrecer a la clientela.
Maldad elegante le dice no a lo digital
El grupo guayaquileño de rock Maldad Elegante va más allá y lanzará su primer disco, Alabanzas de ayer, hoy y siempre, solo en formato físico, específicamente en CD, y no en streaming. Y aunque su decisión puede ser catalogada como un suicidio comercial, los integrantes tienen sus motivos.
Como nos lo explica el líder de la banda, Eddy Ram, “queremos darle a la gente una visión de cómo eran los 90, y que cuando el oyente se ponga los audífonos y lo escuche, tenga la sensación de estar en un bar o un garaje escuchando Maldad Elegante frente a ti”.

El disco fue grabado en dos estudios: una parte en Catapulta Records, bajo los controles de Anthony Ayora, y la otra en Digital Zombie Records, con el productor Cris Caballero. El dibujo de la portada fue hecho por David Canales.
Con la venta de los CD, la idea es recuperar al menos parte de la inversión hecha por la banda, para preparar conciertos y volver a entrar al estudio de grabación en un futuro.
Alabanzas de ayer, hoy y siempre será distribuido no solo en el mercado local, sino también en países como Estados Unidos, Alemania, Suiza, Inglaterra, Suecia y Holanda, gracias a los contactos hechos por Eddy.
Cuestión de oferta y demada

Los vinilos, casettes y otros formatos físicos son bienes cuyo valor puede dispararse con el tiempo, hasta llegar a precios exorbitantes, si por ejemplo hay un loco (perdón, un coleccionista) en Tokio, Berlín o Estambul dispuesto a pagar lo que se pide, en un tira y jala irracional.
José Jiménez, cantante del grupo de hardcore Notoken y fundador del sello Chivolo Records, lo ejemplifica muy bien con una anécdota: “Cuando en 1996 saqué el disco siete pulgadas de Kaos (Padres de la patria) hice una inversión como de 500.000 sucres. Un billetazo para el momento. Aquí casi nadie compraba. Pero a un tipo de Japón le llegó una volante con información del disco y me mandó 10 dólares por correo para que le envíe su ejemplar. Poco después recibí otra carta suya y al abrirla encontré 300 dólares, escondidos entre las hojas. Le mandé 85 discos, por correo también. En pandemia ordené la casa y hallé tres ejemplares de ese siete pulgadas, los promocioné en la web y ‘de una’ alguien me los compró, cada uno en 70 dólares”. Así es la pasión por la música.
De esa manera, un ejemplar bien conservado del álbum de Silvana de la imagen de arriba, puede llegar a costar cientos de dólares, si no hay más discos en buen estado disponibles y, sobre todo, si existe algún coleccionista interesado y dispuesto a pagar ese valor. Asimismo, no sería raro encontrar este mismo disco en una venta de garaje a menos de 10 dólares. Aunque, como reiteramos, es importante el estado del disco y la portada para tasar su precio en el mercado.
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