Ocio

TOTAL DEATH emotional metal band
Line-up: Ider Farfán (voz y guitarra), Danny Molina (batería), Rubén Barros (guitarra) y Guille Suárez (bajo).Total Death

Total Death vuelve a Guayaquil para el festival Resistencia Huancavilca

Tras tocar en Nueva York, la banda quiteña de metal emocional visitará la urbe en sus fiestas de fundación, el 25 de julio

Tenía 14 años cuando me acerqué al movimiento underground. Había escuchado música desde niño gracias a mi familia, pero no conocía prácticamente nada de la movida subterránea, así que para mí fue una especie de revelación.

Aún mantenga viva la emoción que me generó, como a todo recién iniciado, conocer los estilos, a los músicos, a las bandas. Y entre esos nombres, nuestros invitados de hoy han ocupado desde siempre un lugar especial, por ser quienes me mostraron que el metal extremo, más allá de toda su violencia, puede ser también música muy emotiva.

Ellos forman parte del puñado de grupos de la primera camada de metal extremo en Ecuador, convirtiéndose desde el inicio en un referente para otros músicos por su tenacidad, profesionalismo, entrega en vivo y su visión de dejar un registro de su música en grabaciones en distintos formatos.

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Actualmente, con más de tres décadas de recorrido, una extensa discografía e infinidad de conciertos en Ecuador y alrededor del mundo, su nombre sigue siendo un nombre ineludible al hablar no solo de la historia de la música independiente en el país, sino del metal emocional latinoamericano.

Después de presentarse en Nueva York, Estados Unidos, en abril, tocarán en en Guayaquil, como parte del festival Resistencia Huancavilca, el 25 de julio, junto a Mad BrainMortal Decision (también de Quito) y los grupos guayacos Tony Montana, Arius, Rigor Mortis, Malacatus, Profecía y Reencarnación.

Si en mi adolescencia me hubieran dicho que algún día entrevistarlos, me habría reído, incrédulo. Pero la música es magia pura y permite estos milagros. EXPRESIONES los invita a hacer un recorrido por la historia de este ícono quiteño, a través de sus álbumes como hilo conductor, de la mano de su baterista, Danny Molina. Damas y caballeros, con ustedes los grandiosos Total Death.

Hace poco volví a escuchar El rostro que llevamos dentro (2002) y fue como enamorarme por primera vez. Es un trabajo con una enorme riqueza instrumental.

El rostro que llevamos dentro representa un punto de inflexión en nuestra historia. Llegó en un momento de cambio, de desgaste y de renovación. Carlos Estrella, nuestro tecladista original, se fue a vivir a Estados Unidos. En su lugar invitamos a Michelle Ferré, un músico cubano con una formación exquisita, a quien conocía del mundo de la publicidad. Su sensibilidad aportó una textura distinta al sonido de ese disco, especialmente en los pianos y atmósferas, que lo distinguen de lo anterior.

Además marca el fin de una era: fue el último con el guitarrista Ivar Zambrano y el bajista Mauricio Landázuri.

En paralelo, vivíamos tensiones internas. Ivar fue desvinculado porque sus prioridades ya no coincidían con las de la banda. Mauricio Landázuri, que técnicamente ya había salido antes de grabar, fue persuadido a último momento para que registrara sus líneas. Fue un proceso lleno de fricciones, pero también de una belleza caótica que se nota en la música.

Tiene unos arreglos muy a lo Caifanes, más allá de la influencia del death melódico.

Siempre hemos sido melómanos. No escuchamos solo metal. Nos alimentamos de jazz, post-punk, música ambiental, música clásica, noise. Esa amplitud de referentes nos permitió explorar nuevas rutas sin perder nuestra esencia. Para nosotros, componer es un acto de descubrimiento, de riesgo, y ese álbum es prueba de eso. A pesar del contexto tenso, logramos un trabajo honesto, emocional y musicalmente ambicioso. De los primeros albumes de death melódico de latinoamerica y nos sentimos orgullosos de eso.

Los discos Desolate recollections (2007) y Somatic (2010) comparten varias similitudes: líricas en inglés, fueron grabados en Sao Paulo…

Ambos fueron concebidos como una sola gran obra. Durante un año nos dedicamos exclusivamente a componer, en tiempo real, sin presión de fechas, solo buscando profundidad y sonar progresivos (esa era la consigna de la época). Eran tantas canciones, con tanta coherencia interna, que decidimos dividirlas en dos discos complementarios.

En los controles ambos contaron con el trabajo de Marcello Pompeu, Andy LaRocque, entre otros.

Rubén gestionó todo el proceso con Pompeu en São Paulo. Ider consiguió el mastering con Andy LaRocque, una figura mítica. Yo invité a Fabio Laguna, ex-Angra, para aportar en los teclados. Todo fue construido con mucho cuidado y ambición. Tuvimos la oportunidad de tocar en Brasil, conectar con músicos legendarios y vivir momentos que siguen marcados en nuestra memoria. Uno de ellos: compartir en una fiesta con un joven Eloy Casagrande, antes de que fuera el monstruo que hoy es en Slipknot.

Además, el ingreso del guitarrista José Sisalema marcó un cambio en el estilo compositivo.

José Sisalema llegó justo después de que Mauricio dejara la banda. José es un fan apasionado del metal extremo, muy creativo. Aportó riffs y energía, pero el rumbo compositivo ya estaba definido en las sesiones creativas de estos albumes. La estructura, los arreglos, las armonías fueron concebidas por todos. Además, su presencia fue clave durante los ensayos, ya que en esa época Ider vivía en Guayaquil y muchas veces no podía estar físicamente presente. Ensayábamos por separado: a veces él con Rubén, otras conmigo.

Inmerso en la sangre (2014) tuvo un nuevo cambio de alineación. Vuelven a cantar en español y hay guiños a temas de los primeros años.

Inmerso en la sangre fue un reinicio. La banda atravesaba un cambio estructural fuerte: ya no estaban ni Rubén ni José. Éramos Ider y yo, con toda la historia a cuestas, pero con la necesidad de reconstruirnos desde cero. Las canciones fueron compuestas completamente por Ider, lo cual le dio una identidad muy marcada, muy visceral. Yo siempre he escrito las letras, entonces los universos líricos que bordeamos siempre, son los mismos. Ensayábamos con pistas de bajo y guitarras, buscando músicos que pudieran acompañarnos en la nueva etapa. Fue como volver al inicio, pero con 20 años más de experiencia encima. La campaña de lanzamiento fue intensa, muy bien trabajada, y tuvo un impacto tremendo en la escena mundial. Nos permitió llegar a Estados Unidos y, finalmente, a presentarnos en el 70.000 Tons of Metal. Fue una etapa de muchísima entrega, donde reafirmamos que Total Death podía reinventarse sin perder el alma.

Además, Inmerso en la sangre lo graban en México con Jesús Bravo, con experiencia trabajando con grupos de ese país como Agony Lords, Dies Irae, Majestic Dawnfall, Under Moonligh Sadness.

Ese disco lo grabamos en México, bajo la producción de Jesús Bravo, y lo masterizamos en Suecia con Jens Bogren, reconocido productor de gigantes del metal mundial como Dark Tranquillity, Moonspell, Katatonia, At The gates, entre otros. Fuimos la primera banda latina en hacerlo.

¿Influyó de alguna manera el sonido del metal emocional mexicano en ustedes en ese momento?

El metal mexicano siempre fue una referencia clave para nosotros. Desde The Chasm y Cenotaph hasta Dies Irae y Shub Niggurath. Hay algo en esa escuela: oscuridad, melancolía, una narrativa lírica y musical profundamente emocional, que nos resonó desde siempre. Grabar con Jesús Bravo en México fue más que una elección técnica: fue una especie de peregrinación. Queríamos entender de cerca cómo se habían construido esos discos que nos formaron. Nos empapamos de historias, de anécdotas, de métodos de grabación. Pero llegamos con una visión clara: sabíamos lo que queríamos decir con Inmerso en la sangre. A nivel de colaboraciones, fue un lujo tener a Jacobo de Majestic Downfall cantando en un tema, y al mismo Jesús Bravo narrando una introducción. Siempre hemos creído que los discos deben tener alma, y esa alma muchas veces viene de las voces y manos que se suman al proceso.

Podríamos decir que Mar de aguas amargas es una buena conjunción de lo mejor de todas sus etapas.  ¿Cómo valoran ese disco como muestra de la madurez de décadas de esfuerzo?

Mar de aguas amargas es, probablemente, nuestro disco más arriesgado. También el más largo. En Europa, alguien me dijo una vez: “ese disco es muy art rock”, y creo que tenía razón. Representa una síntesis de todo lo que hemos aprendido en más de tres décadas de trayectoria, sumada a nuestra necesidad constante de experimentar y desafiar las formas establecidas. Es un álbum maduro, cargado de emoción, con momentos intensos, casi abrasivos, pero también con una profundidad lírica y musical que sentimos muy nuestra.

En ese álbum los acompaña el mexicano Juan Manuel Dávalos (Dies Irae).

La conexión con Juan Manuel Dávalos fue crucial. Lo conocí cuando tocaba en Majestic Downfall, y comenzamos trabajando juntos en la producción vocal de los EP Sorrowful and immaculate heart y La Noche oscura del alma. Con el tiempo, su participación se volvió esencial en nuestro proceso creativo. Para la grabación de este nuevo disco decidimos hacerlo en Quito, algo que no ocurría desde hace muchos años. Contamos con Daniel Paredes como productor nacional, y el proceso fue realmente inspirador. JuanMa viajó a Ecuador, grabó las guitarras con nosotros y aportó una visión fresca, profunda y muy valiosa. Además, tuvimos colaboraciones muy especiales, como la del maestro Hugo Idrovo, y la de Albert y Joan de Evadne, una banda española que admiramos profundamente. Todo ese cruce de caminos y sensibilidades se refleja en el álbum: es denso, reflexivo y, al mismo tiempo, brutal.

Total deah band 2
Tocarán en octubre en Monterrey, en el Cacique Metal Fest, con bandas como Unleashed, Grave, October Tide, Yoth Iria, Blood Fire Death (tributo a Bathory), entre otras. AG-ExpresionesTotal Death

Los Lennon y McCartney del metal emocional

Toda banda longeva tiene al menos uno o dos integrantes que tiran del carro. En el caso de Total Death, Ider y Danny son el núcleo duro y el pilar. El Lennon y el McCartney del metal emocional de la región. O también hacer la comparación con los hermanos Cavanagh de Anathema.

Ider y yo compartimos un vínculo que trasciende la música. Nos conocimos a los 12 años y a los 14 ya estábamos formando una banda. Nuestra adolescencia fue atípica: mientras otros se perdían en fiestas, nosotros pasábamos ocho horas diarias encerrados ensayando. Sacrificamos muchas cosas: amistades, relaciones, tiempo libre, para construir algo que todavía hoy nos define.

¿Qué tan importante ha sido su relación de amistad más allá de su compromiso con la banda?

Siempre hemos tenido claro que lo primero es la música. Incluso por encima de nuestra relación personal. Eso nos ha permitido mantenernos firmes sin desgastarnos. No nos vemos más de lo necesario: en estudio, en giras, en camerinos. Aprendimos a darnos espacio y a respetar los ciclos del otro. Creo que ese equilibrio ha sido fundamental para que la banda perdure. Es importante reconocer el rol de Rubén Barros en todo esto. Él ha sido una fuerza silenciosa, un operador clave detrás de cada paso que dimos. Desde tocar teclados y bajo, hasta ser técnico de guitarra y hoy guitarrista oficial. Su trabajo logístico, creativo y emocional ha sostenido muchas veces a Total Death en momentos complejos. Hoy, los tres compartimos la responsabilidad de planear y sostener todo lo que implica una banda de este calibre: grabaciones, giras, producción, contenido, relaciones con medios, etc. No somos solo músicos. Somos una microindustria emocional y artística que ha aprendido a sobrevivir y evolucionar.

Sus recuerdos de la ciudad

Tocarán en Guayaquil para las fiestas de julio de este año, el viernes 25. Ustedes vinieron por primera vez en 1993 como trío.

Nuestra primera visita a Guayaquil, allá por 1993, fue una experiencia absolutamente formativa. Éramos tres chicos de 17 años, con una obsesión casi irracional por la música extrema. No teníamos aún un demo grabado, ni mayor experiencia en escenarios grandes, pero ya habitábamos con intensidad el universo del underground. Viajamos en Transportes Ecuador, con nuestros instrumentos al hombro y el corazón cargado de expectativa. Éramos adolescentes, hijos de padres confundidos y preocupados, que apenas entendían qué significaba que su hijo quisiera ir a otra ciudad a tocar 'doom metal'. El contexto era otro. La escena ecuatoriana estaba naciendo, era precaria pero profundamente genuina. Había pocos recursos, pero muchas ganas. Los conciertos eran organizados con pasión, casi con terquedad. Nosotros éramos parte de esa ola de jóvenes que querían algo más, que encontraban en los fanzines fotocopiados, en el tape trading y en los casetes intercambiados por correo, una conexión con un mundo que nos hablaba en otro idioma emocional.

Volvieron en 1996 para el recordado concierto en el Infierno (local en las calles Machala y Piedrahíta), para presentar su demo Bajo el mismo extraño cielo.

La segunda vez que fuimos a Guayaquil fue en 1996, y ya había una transformación importante en la banda. Teníamos un demo que había generado ruido, la alineación había crecido a cinco músicos, y contábamos con un equipo más estructurado. Estábamos tocando en todo el país con una energía casi militar. Rubén Barros se había sumado como nuestro manager (antes había estado José Luis Terán), y vivíamos un momento de sincronía total. Cada show era parte de una estrategia mayor: tocar, conectar, enviar material por correo a Europa, Sudamérica, Asia.

Incluso Sergio Sánchez, de Incarnatus, que también estuvo en el cartel, me dijo que Total Death tuvo un nivel altísimo, impecable.

En ese show en el Infierno, sentimos que algo mágico pasó. La respuesta del público fue abrumadora. La energía de ese día aún resuena en nosotros. Esos fueron años donde se forjó no solo el sonido de Total Death, sino su identidad.

Su recordado demo 'Bajo el mismo extraño cielo'

Han salido hermosas reediciones de algunos de sus trabajos antiguos. ¿Sus seguidores pueden tener la esperanza de que en algún momento salga una reedición del demo Bajo el mismo extraño cielo

El demo Bajo el mismo extraño cielo es, sin duda, una pieza sagrada en nuestra historia. No solo fue nuestro primer manifiesto musical, sino también un símbolo del nacimiento de una escena y de una manera de entender la música extrema en Ecuador. Hemos recibido propuestas para reeditarlo, sí, pero nunca quisimos hacerlo de forma apresurada o superficial. Si alguna vez se concreta y creemos que ese día llegará, tiene que ser una reedición a la altura de lo que representa: cuidada al milímetro, con una presentación impecable, contenido adicional, material gráfico inédito y notas que cuenten su historia con honestidad y profundidad. 

Ese demo tiene dos versiones.

Lo especial de este demo es que existen dos versiones distintas, ambas grabadas en El Sótano, un lugar emblemático para el metal quiteño. El Sótano era más que un local de música: tenía espacios de ensayo y fue un verdadero semillero de bandas. Su dueño, José Luis Terán, fue una figura clave para la escena subterránea de los noventa, y prácticamente todas las bandas importantes de Quito pasaron por allí en algún momento.

La primera versión del demo fue grabada en la sala de ensayo del Sótano. Era completamente artesanal: portada blanco y negro impresa en papel couché en la imprenta de la familia de Ruben, la música fue duplicada a mano en las casas de Alex Benítez (gran amigo de la familia TD), Rubén y la mía. Esta producción fue financiada por mi padre y fue una obra hecha desde las entrañas, como todo lo que hacíamos en esos años. La segunda versión, con una producción más cuidada, fue duplicada en Árbol Records, con nueva portada a color y mejor calidad de sonido, fue otra grabación con mejores equipos. Con bonus de tracks en vivo grabados en el mismo 'venue'. Fue producida por Gino Porter, una figura importante en la escena metalera nacional, que aunque hoy ya no está activo en el género, dejó su huella.

Muchos fans fantasean con verlo editado en CD o vinilo.

Reeditar este demo no es solo un proyecto pendiente, es un acto de memoria y homenaje. Cuando lo hagamos, queremos que sea un viaje en el tiempo para quienes lo vivieron, y una puerta de entrada para quienes quieran descubrir de dónde venimos.

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