Aunque la objetividad es una característica que se exige siempre a todo reportero, en este caso para mí es muy difícil ser imparcial al hablar de nuestros invitados de hoy.

Me explico. Más allá de gustos y afinidades personales, Lasen me atrapa porque se atreve a tener su propio sonido e identidad, en un momento en el que la mayoría prefiere copiar lo que está en tendencia, en lugar de hacer música con el corazón.

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Es cierto que en sus canciones es posible encontrar referentes de doom y death metal, el progresivo más emotivo, folk andino, ambient, new age; pero ellos toman todos esos elementos para construir y expresar su universo particular: uno que es a partes iguales caos y mesura, grito y caricia, lamento y clímax.

Eso lo complementan con letras punzantes y crípticas, dando vida a una obra que apela tanto a las emociones como al intelecto.

Por mucho tiempo Lasen fue un ‘secreto’ incluso dentro de la escena subterránea, siendo una especie de joya misteriosa para todos los que los descubrían.

No obstante, ahora se percibe una mayor apertura y han aparecido con mayor regularidad en los carteles de conciertos, con bandas nacionales e internacionales. Precisamente están preparando presentaciones y nuevas grabaciones, así que nos pareció el momento oportuno para entrevistar a Carlos Mármol, su guitarrista, vocalista y fundador.

Hasta hace unos años, Lasen no era tan activa en el circuito de conciertos. Ni siquiera en zines se leía mucho sobre ustedes. ¿El ‘bajo perfil’ era intencional?

El ‘perfil bajo’ no era intencional, solo que no estábamos muy interesados en el entorno cultural relacionado con nuestra música en ese momento. Ha habido una brecha con lo comercial en términos prácticos, pero tampoco ha sido intencional, al menos para nosotros.

¿Buscaban desvincularse de pretensiones comerciales, para que la música no pierda su magia natural?

No es un objetivo la venta de música o productos relacionados. Sin embargo, recientemente ha sido recurrente la necesidad de compartir nuestro arte con gente que de una extraña manera aprecia lo que hacemos.

En su primer disco, Análogo, ya están presentes las características de Lasen, pero me parece que a partir del Al diablo nuestro mundo ustedes encuentran y consolidan ‘su’ sonido.

Para la época en la que empezamos a grabar, como a finales de los 90, era para nosotros inalcanzable pagar un estudio. Tampoco estábamos interesados en recibir directrices de cómo sonar.

¿Cómo se las ingeniaron para grabar el debut?

Para el Análogo compramos con mucho esfuerzo un quemador de CD y una mezcladora. Grabamos en estéreo la batería primero, mezclada y grabada en una sola toma. Esa pista la reproducimos entrando a la mezcladora y grabamos el bajo con la batería en un nuevo CD y así hasta tener todo. ¡Tremenda brutalidad!

De todas maneras, esa primera experiencia de ‘prueba y error’ les sirvió de mucho.

Al diablo... lo grabamos ya con un ADAT (formato multitrack) y salió algo mejor que el Análogo, pero en ambos casos nunca se comprometió la libertad creativa. Fue una buena decisión ya que, a pesar del ‘mal sonido’, en las grabaciones subyace, repito, una libertad creativa muy importante.

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En el disco … Sin embargo el instinto dan un giro de tuerca metiendo voces guturales; pero el siguiente, Mi divergencia, es netamente una obra death metal. ¿Por qué ese cambio?

En esos tiempos, integrantes valiosos como Germán Chávez ya no participaban en el grupo y esto tuvo su impacto, pero se sumó Andrés Maya, quien se hizo cargo de las guturales en Mi divergencia.

¿Talvez querían alejarse de sonidos que se estaban volviendo muy genéricos o predecibles en la escena doom metal en esa época?

No buscamos alejarnos del doom, solamente hacíamos nuestro camino, lo que en ese momento sentíamos. En un momento dado estábamos más cercanos al metal de la muerte, supongo porque refleja crudeza y enfado, algo con lo que eventualmente se sintoniza la voluntad.

En su último trabajo, Vértigo Andes, usted como cantante tiene mayor protagonismo. ¿Para las próximas grabaciones se arriesgará más en ese sentido?

Seguramente. De hecho, estamos corriendo ese riesgo ahora mismo. La voz no había sido trabajada ni explotada hasta el Vértigo. Sin embargo, es interesante esa posibilidad.

José Sisalema (ex Total Death, también en Killme) forma parte del line-up oficial de Lasen. Él ya había colaborado en grabaciones anteriores. Tanto José como usted son parte de lo mejor de la primera generación de la escena de metal emocional en Ecuador.

¡Efectivamente, estamos con José en la guitarra, por fin! Esperamos mantener la alineación actual. Se ha formado un grupo valioso de músicos. Tenemos planes a corto, largo y mediano plazo.

SHOWS Y NUEVA GRABACIÓN

Todos sus discos han sido grabados en BRB Studios, que es de propiedad de la banda. ¿Se sienten cómodos controlando no solamente la composición, sino también la grabación y edición?

Completamente cómodos, así eso implique sacrificar un sonido estándar, como te comentaba antes.

Lo pregunto porque puede ser también beneficioso tener una opinión externa.

La recomendación es sumamente válida. En eso consiste la madurez y el cambio, en probar cosas nuevas y este es el momento, ya que muy probablemente los temas en actual composición sean grabados en un estudio profesional. Seguramente eso conlleve la participación y criterio de algún productor externo.

¿Preparan nuevo material?

Sí. Grabaremos un nuevo tema, Círculos, además de un ‘cover’ de la canción Games people play de Alan Parsons Project y algún otro tema.

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¿Y en cuanto a conciertos?

Tenemos programados un par de shows en Quito. El más cercano será en la Alianza Francesa el 27 de octubre, dentro del formato del programa La Session. Y el 2 de diciembre en la 4.ª edición del Necro Holocaust. Esperamos seguir compartiendo esta emoción mientras nos debatimos entre tanta violencia y estupidez humana.

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