
Piero y Evelyn, los creadores de 21 Gramos, donde la cocina tiene alma
Con vista al río Guayas y un menú que combina tradición y fusión, este restaurante ya saborea su expansión a Samborondón
En Puerto Santa Ana, frente al imponente río Guayas, se levanta un rincón donde la gastronomía se convierte en experiencia. El restaurante 21 Gramos es más que un lugar para comer: es un espacio donde la brisa del río llega hasta las mesas mientras grupos de amigos comparten risas, parejas disfrutan de una velada íntima y la música acompaña cada plato. Con un menú que se despliega en casi 18 páginas, la promesa es clara: aquí la comida típica se transforma en un ritual con alma.
Los anfitriones, Piero Toti y Evelyn Mayorga, están siempre presentes. Son parte de la esencia del lugar, recorren las mesas, conversan con los comensales y, al mismo tiempo, alimentan a los más de 107 mil seguidores en Instagram con reels que muestran las delicias de su cocina.
La calidez se percibe desde el primer bocado: chips de verde como cortesía de la casa, platos que celebran los sabores locales y, al final, un shot de licor de coco creado por Piero, que funciona como bajativo y como firma de la experiencia. “Los 20 gramos están en la comida y el último gramo, en ese licor”, explican con orgullo. En este restaurante no basta con saciar el hambre: se trata de mimar al cliente, sorprenderlo y darle algo que en casa no se consigue. “Yo no quiero que te sientas como en casa, quiero que te sientas mejor que como en casa”, dice Evelyn, marcando la diferencia.
Así, entre el vaivén del río, la energía de la ciudad y la resiliencia de dos emprendedores que no se rinden, lo que se sirve aquí es una mezcla de sabor, servicio y alma. O, como ellos mismos lo describen, “ese extra que le pones a la comida para que el alma salga reconfortada”.

La vista al río y sabor ecuatoriano
Hablemos de la experiencia ¿Qué se encuentra un comensal cuando llega?
Evelyn: Arrancamos con un chip de verde, cortesía de la casa. Y cerramos con un shot de un licor de coco, invento nuestro, que funciona como bajativo. Es dulce, con alcohol y limpia el paladar.
Piero: Además, la experiencia de comer frente al río Guayas. Yo crecí en Guayaquil, en el Malecón, y nunca había vivido esa relación con el río. Hoy me emociona que los clientes disfruten esa vista mientras prueban nuestros platos.
¿De dónde provienen los insumos que usan en la cocina?
Evelyn: Compramos todo a nivel local. Tenemos un verdulero que empezó con nosotros desde la pandemia, incluso le ayudamos a formalizarse para que pueda movilizarse y proveernos. Hoy sigue siendo parte de nuestro equipo. En mariscos trabajamos con producto ecuatoriano, aunque hay excepciones como el salmón, que viene de Chile.
El cliente ecuatoriano, ¿cómo es?
Piero: Se emociona con lo nuevo, pero también se vuelve fanático si lo conquistas. Tenemos clientes que comen aquí tres o cuatro veces por semana. Y si quieren personalizar su plato, lo hacemos. Desde un ceviche sin cebolla hasta una tortilla de camarón, todo se adapta.
Tienen más de 107 mil seguidores en Instagram, ¿cómo se fueron conectando con la gente?
Piero: Al comienzo costaba dar la cara. Yo decía: “¿Por qué tengo que exponerme si lo que vendo es comida, no ropa?”. Pero entendimos que la marca se humanizó, que había una historia detrás. Nuestra cuenta de Instagram muestra lo que realmente almorzamos en el día. Todo lo que ves ahí lo comemos nosotros.
¿Ya están saboreando la expansión?
Evelyn: Sí, hoy no solo recibimos a los clientes en el restaurante, también trasladamos nuestra propuesta a eventos fuera del local, e incluso adaptamos nuestro menú a formato bites para catering.
Piero: Y sí, ya estamos listos para crecer: se viene nuestra expansión a la zona de Samborondón, en Buijo, con la misma esencia de cocina con alma.
¿Qué buscan que se viva en el restaurante más allá de la comida?
Evelyn: Al final, la gente puede cocinar en casa, pero aquí la idea es que viva una experiencia: servicio, sabor y un momento especial. No queremos que te sientas como en casa… queremos que te sientas mejor que en tu casa.
Un nombre con alma
Todo comenzó con una frase que se les quedó grabada. Cuando nació la hija de ambos, Piero le consultó al pediatra cómo era posible que su esposa, sin dormir, pudiera seguir de pie todo el día: “Son los 21 gramos que pesa el alma los que le dan fortaleza”, le explicó el pediatra. Esa idea los marcó tanto que terminó bautizando al restaurante.
Con el tiempo entendieron que el nombre no solo era un homenaje íntimo, sino también el reflejo de lo que querían transmitir con su cocina. Desde el chip de verde que reciben los comensales como bienvenida, hasta el shot de licor de coco que funciona como el “último gramo” al final del recorrido gastronómico. Una propuesta con esencia guayaca, pero también con alma propia.
Socios en la vida y la cocina
Trabajar en pareja nunca es sencillo, pero para Evelyn, ingeniera comercial, y Piero, ingeniero en alimentos, se ha convertido en una fortaleza. Ella se ocupa de la parte administrativa y de la visión empresarial; mientras que él aporta creatividad culinaria. “Nos vemos todo el día, todos los días, y aunque yo soy más estructurada y él necesita su tiempo, ahí está la clave: complementarnos”, reconoce Evelyn.
Piero quien tiene raíces italianas y guayaquileñas, despliega su alma de chef junto al equipo del restaurante. Desde la creación de platos insignia como las tostadas 'acevichadas' hasta la fusión internacional para conquistar el paladar del turista.
Ping-Pong
- Un ingrediente que nunca falta en su cocina: Verde.
- El momento más feliz del negocio: Ver la marca crecer y tener clientes que regresan siempre.
- Un maridaje perfecto: Ceviche y cerveza bien fría.
- Quién manda en la cocina: Ella organiza, él crea.
- Una palabra que defina 21 Gramos: Alma.