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Tracy Letts, Greta Lee, Idris Elba, la director Kathryn Bigelow, Rebecca Ferguson, Anthony Ramos, Gabriel Basso y Jared Harris posan durante la presentación de A house of dynamite en la edición 82 del Festival de Cine de Venecia. EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIAN
Tracy Letts, Greta Lee, Idris Elba, la director Kathryn Bigelow, Rebecca Ferguson, Anthony Ramos, Gabriel Basso y Jared Harris, de A house of dynamite, en el Festival de Cine de Venecia.EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI

Kathryn Bigelow sacude Venecia con A House of Dynamite

Kathryn Bigelow estrena A House of Dynamite en el Festival de Venecia, un thriller nuclear que busca provocar debate público

Kathryn Bigelow llega al Festival de Cine de Venecia con una pregunta incómoda que atraviesa toda la película: “¿Cómo la aniquilación del mundo puede ser una buena medida defensiva?”. 

La directora, ganadora del Óscar y conocida por su pulso para el cine de conflicto, presenta A House of Dynamite, un thriller que somete al espectador a la tensión de la toma de decisiones en minutos que pueden cambiarlo todo.

Aplausos de pie y debate en el Lido

La proyección generó una reacción inmediata: la sala de prensa estalló en una larga ovación y Bigelow, visiblemente conmovida, habló de su intención de abrir una conversación pública. La cinta reúne a un reparto amplio, que incluye a Idris Elba, Rebecca Ferguson, Gabriel Basso, Jared Harris, Anthony Ramos y Jason Clarke.

También se estructura en tres puntos de vista que describen los mismos 19 minutos decisivos en los que los altos cargos estadounidenses analizan la llegada de un misil de origen desconocido.

Realismo y estrategia técnica

El tono del filme roza lo documental y esa sensación no es casual. Noah Oppenheim, guionista con pasado periodístico, trabajó con fuentes que conocen los protocolos de la Casa Blanca y el Pentágono para dotar de verosimilitud a las reuniones, las salas y los procedimientos. 

Kathryn Bigelow, por su parte, utilizó hasta veinte cámaras en escenas simultáneas con la idea de multiplicar ángulos y voces: la técnica sirve a la experiencia, no al virtuosismo vacío.

La dimensión humana

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Muy pronto queda claro que A House of Dynamite no es un manual militar sino una exploración de la vulnerabilidad humana

La película se centra en el pulso moral de quienes deciden: el miedo, la duda, la soledad y el instinto de proteger a la familia ante la posibilidad de una catástrofe. 

Rebecca Ferguson admitió que el rodaje le hizo sentir la fragilidad de la época de paz; Idris Elba describió la experiencia como “intensa y ultra realista”, y en la sala se respiró esa misma tensión.

Preguntas políticas y urgencia pública

Bigelow fue explícita: espera que el film impulse el debate sobre el control de armamento. “Vivimos en una casa de dinamita”, afirmó, apelando a la reducción de arsenales como medida necesaria. 

El guion evita demonizar contextos concretos; la intención es otra: mostrar que la existencia de nueve potencias nucleares y miles de misiles hace del mundo un escenario de riesgo permanente, donde un error humano puede bastar para desencadenar la catástrofe.

Actores entre el deber y lo personal

Idris Elba, en el papel de un presidente, encarna la tensión entre responsabilidad pública y afectos privados; Ferguson y otros personajes trazan el contrapunto íntimo: proteger a la familia, cumplir con el deber, callar o revelar. 

Esa dialéctica alimenta el drama y evita concesiones fáciles. Elba bromeó sobre llamar a su mujer y luego a Kathryn; la respuesta, en clave humana, mostró que incluso la ficción obliga a pensar qué haría cada uno en esa situación.

Impacto cultural y debates en redes

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En Venecia, A House of Dynamite fue recibida con admiración y debate. La crudeza del relato, su verosimilitud y la apuesta técnica de Bigelow alimentaron conversaciones sobre ética, seguridad y transparencia. 

En redes, el filme generó preguntas urgentes: ¿hasta qué punto conceder poder de decisión a una sola persona es defendible? ¿Cuánto conocemos realmente de los protocolos que rigen la seguridad global?

Para Kathryn Bigelow, este proyecto reafirma su singularidad: su interés por temas de riesgo colectivo y su capacidad para combinar rigor y pulso narrativo. 

Ganadora de un Óscar por The Hurt Locker, se confirma como una autora que no teme a la gravedad de los temas ni al debate que generan. En Venecia, la ovación y la recepción crítica muestran que su cine sigue tocando fibras esenciales.

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