
De Ecuador a París para la Youth America Grand Prix
El escenario internacional es testigo del talento ecuatoriano. Cinco bailarinas ecuatorianas representarán el ballet en París
Ana Karina Ron Valverde, además de ser bailarina profesional, dirige su propia academia de ballet. Forçak Ballet Clinic nació como un incentivo de su padre, una decisión que Ana agradece y que la motivó a no dejar de enseñar.
Con cuatro años en funcionamiento, la academia ha formado grandes talentos y las competencias internacionales se presentan cada año como la oportunidad perfecta para mostrar el arte que se forja en sus espacios. Así lo han demostrado en ciudades como Miami, Orlando y Medellín.
Pero, en palabras de Ana, “es momento de saltar el charco”: su próximo destino será París, donde cinco de sus estudiantes competirán en el Youth America Grand Prix que se llevará a cabo el 30 de octubre.
El sueño por París
Las representantes se dividen en dos categorías: junior (de 12 a 14 años) y senior (de 15 años en adelante). En la primera destacan Leonela Piovesan, Vittoria Martínez y Mila Weisson, mientras que en la segunda se encuentran Ana Sofía Ron y María Verónica Boloña.
De las cinco, tres fueron formadas desde cero dentro de la academia. “Me enorgullece decir que empezaron como principiantes y ahora bailan con puntas. En poco tiempo alcanzaron un nivel avanzado, gracias a su constancia y amor por el arte”, añade Ana en entrevista con EXPRESIONES.
Algunas ya tienen experiencia internacional en escenarios de Miami, Nueva York, Orlando y Medellín, donde han obtenido premios y becas. Sin embargo, París representa un paso más alto: “Decidí que era el momento de dar ese salto porque ya demostraron su talento en otras competencias. Esta será una oportunidad única para que las vean directores de las mejores escuelas del mundo”.
Las alumnas no estarán solas, viajarán junto a sus familias para presentarse en uno de los escenarios más prestigiosos del mundo: el Teatro André Malraux, considerado el espacio de ballet más importante a nivel global.
“Para mí es un orgullo y un logro. Que niñas ecuatorianas puedan presentarse en un escenario donde el ballet se vive día a día, es increíble. Ellas son adolescentes que practican un deporte de alto rendimiento, y llegar hasta aquí es fruto de su esfuerzo y disciplina”.

La enseñanza desde la experiencia
Ana Karina conoce las dificultades del ballet desde adentro: “A mí me costaba la flexibilidad, la delicadeza, pero eso me ayudó a enseñar. Puedo transmitir con empatía lo que sé porque también tuve que luchar contra mis propias limitaciones”.
Su enfoque como maestra va más allá de la técnica: “En Ecuador todavía se considera al ballet como una actividad extracurricular, pero es mucho más que eso. Es una disciplina que exige perfección, entrega total y respeto. Enseño a mis alumnas que la puntualidad, la presentación personal y la constancia son tan importantes como un buen giro o un salto limpio”.
A través del arte, Forçak también busca inculcar valores de humildad, compañerismo y resiliencia. “En el ballet no hay espacio para el ego. Siempre hay algo nuevo por aprender y trabajar. Quiero que mis alumnas crezcan no solo como artistas, sino como personas”.
La historia detrás de Forçak
En palabras de Ana: “El nombre Forçak surge de una combinación significativa: ‘Força’ significa fuerza en portugués, una palabra que refleja mi esencia como bailarina. Yo siempre me destaqué por la potencia en los saltos y giros. La ‘K’ del final representa mis iniciales, AK, de Ana Karina. Además, quería un nombre que sonara bien en cualquier idioma, porque siempre soñé con una formación internacional”.
Desde entonces, asegura, "la academia se ha convertido en un espacio que promueve la excelencia artística, la disciplina y el amor por el ballet como un camino de vida."
Ritual antes del escenario
En su competencia internacional, muchos asistentes podrían ser testigos de un ritual que el grupo ha consagrado como suyo: un momento que mezcla técnica y conexión emocional. Algunas rezan, otras prefieren no mirar a las competidoras para concentrarse, pero lo más importante para Ana es que salgan a escena con confianza.
“Siempre les digo que no piensen en ganar, sino en demostrar quiénes son. Que muestren su esencia, su historia, lo que llevan dentro. Cada presentación debe dejar una huella en el público”.
Ana Karina conoce las dificultades del ballet desde dentro. “A mí me costaba la flexibilidad, la delicadeza, pero eso me ayudó a enseñar. Puedo transmitir con empatía lo que sé porque también tuve que luchar contra mis propias limitaciones”.
Con una meta clara, las cinco representantes se preparan para viajar a Francia y poner sobre la mesa sus habilidades. Y seguramente regresarán fortalecidad en talento y compromiso.
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