
Isabel Allende retoma la saga Del Valle con una nueva novela
La autora chilena presenta un relato ambientado en la guerra civil de 1891 que se ha convertido en un éxito en ventas
El ruido de las calles de San Francisco de 1866 se mezcla con el murmullo de las imprentas y la tinta fresca de los periódicos.
En este escenario, Emilia, hija de una novicia irlandesa y un aristócrata chileno, descubre un mundo que la desafía a encontrar su voz y a abrirse camino en la sociedad. Desde joven, la protagonista escribe bajo un pseudónimo masculino y, con diecisiete años, publica novelas de aventuras, buscando hacerse un lugar en un mundo donde las mujeres tienen pocas oportunidades de expresión.
Este contexto marca el inicio de Mi nombre es Emilia del Valle, la más reciente novela de Isabel Allende que continúa la saga Del Valle iniciada con La casa de los espíritus.
A lo largo de la novela, Emilia se convierte en corresponsal de guerra durante la Guerra Civil chilena de 1891, acompañada de un colega periodista. Allí enfrenta la violencia de los campos de batalla, hospitales y cárceles, mientras explora sus vínculos familiares y se acerca a la figura de su padre.
“Ella es hija ilegítima de un chileno que venía pasando por San Francisco y que dejó embarazada a una novicia. Así que de ahí nace ella”, explica Allende. “Es una mujer curiosa, rebelde, muy adelantada para su tiempo, pero que ha sido educada por un padrastro maravilloso que le da una gran seguridad en sí misma, que las mujeres de entonces y de ahora no siempre tienen”.
Entre la ficción y la historia
Allende explica que la construcción del personaje se basa en preguntas sucesivas que surgieron durante el proceso creativo: “Emilia, como toda obra de ficción, comienza con preguntas. ¿Quién va a contar la historia? Si es una mujer, ¿cómo se hace periodista? ¿Por qué la mandan a la guerra en una época en que las mujeres enfrentaban tremendas limitaciones? Desde joven le gusta escribir, pero tiene que hacerlo con un pseudónimo masculino. Es atrevida porque la educaron para serlo. ¿Quién? Su padre. ¡No! Su padre tiene que ser chileno, para que ella tenga raíces en ese país y se interese por la Guerra Civil. La forma se la da su padrastro, un maestro mexicano, porque ella tiene que hablar español. Y así, una pregunta tras otra va surgiendo el personaje de acuerdo con las necesidades de la historia que voy a contar”.
La novela también refleja la experiencia personal y la memoria de la autora. “Gente que ha leído el libro me dice que Emilia es mi alter ego”, comenta Allende. “Pero la verdad es que yo no estaba pensando en eso cuando hice el libro; pero claro: ¿de dónde saco yo ideas para mis libros? De mi experiencia personal, de la memoria, de la gente que he conocido, de las cosas que me importan. Entonces mi persona aparece entre líneas en cualquier parte, en todos los libros”.
Además, la escritora señala la importancia de la historia y sus ecos en la actualidad: “Me interesa la historia en general y la de Chile en particular. La Guerra Civil de 1891 tiene ecos con lo que ocurrió en 1973. En ambos casos hubo un presidente progresista y visionario que se enfrentó a la oposición intransigente de los conservadores o a la derecha, intervinieron las fuerzas armadas, hubo enfrentamientos brutales y el presidente se suicidó. Los ciclos se repiten, pero la humanidad aprende y evoluciona”.
Mi nombre es Emilia del Valle ha sido recibido con entusiasmo por lectores en distintos países, consolidándose rápidamente como un bestseller. La obra ha generado comentarios positivos en redes y medios especializados, y se destaca por mantener el interés de quienes han seguido la saga Del Valle durante décadas. Su publicación ha provocado largas colas en librerías y un notable aumento en ventas digitales.
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