
Eurocine 2025: un viaje cinematográfico entre memoria, tiempo y emociones humanas
El histórico festival regresa al país con un ciclo de veinticuatro películas
La película inaugural del festival Eurocine 2025, When the light breaks, del realizador islandés Rúnar Rúnarsson, comienza con tomas a la orilla del mar, justo en el instante en que el alba empieza a despuntar. Una pareja se abraza mientras el sol surge tras el horizonte, y las partículas del aire marino vibran con la luz que invade todo el espacio, fundiendo los cuerpos en una silueta. Un día termina al instante mismo en que otro comienza, y la vida retoma su curso. Esa sensación de cierre y apertura, de ciclo que concluye y renace, refleja también la trayectoria de Eurocine: un festival que, tras más de veinte años en la escena nacional, llega a esta edición renovado.
“A fines de los años noventa, el acceso al cine europeo en Ecuador era muy limitado, no tenías las plataformas que existen hoy y no había tantas salas de cine. El festival ofrecía un repertorio amplio justo para suplir esa falta de acceso”, recuerda Alexis Moreano Banda, programador del encuentro.
Para esta edición, sin embargo, la programación llega de un resurgimiento, de una apuesta por reinventar el festival y adaptarlo a los tiempos actuales. “Creímos que era importante que esta edición del festival marcara un momento de inflexión, una nueva etapa. No se trata de refundar, sino de pasar a un nuevo momento. El criterio de los retornos se impuso muy temprano”, explica Moreano.
A partir de este concepto, la programación explora distintos tipos de retorno: al tiempo, a la memoria, a la vida tras la pérdida, y a la revalorización de los géneros históricos del cine, configurando un viaje narrativo que conecta al espectador con distintas épocas, emociones y experiencias humanas.
Cinco secciones, múltiples miradas
El festival presenta veinticuatro películas distribuidas en cinco secciones que dialogan entre sí: Grandes Bellezas, que reúne estrenos y éxitos recientes que han conquistado a la crítica y al público en Europa;
Zonas de interés, que ofrece espacios para el debate; Las Cintas Blancas, con obras insólitas, arriesgadas y disruptivas; El Gabinete, que rescata clásicos y patrimonio cinematográfico; y Globos Rojos, que apuesta por el cine para niños, niñas y adolescentes con funciones gratuitas.
La programación, más corta que en ediciones previas, también busca identificar fenómenos transversales. “Hay películas que abordan la iniciación, el paso de la infancia a la adolescencia o a la edad adulta; la pérdida de inocencia ante ciertas situaciones; la fantasía y la poesía como resguardo en cierres de ciclo, como en Tarika o 2 de enero”, señala Moreano.

“Estas temáticas permiten al espectador reconocer experiencias humanas universales, más allá del país de origen o del contexto histórico de la obra”, añade.
El equipo curatorial buscó que las películas conversen entre sí y con el público, generando ecos y reflexiones cruzadas. “Son cuestiones humanas que se repiten, aunque los contextos sean distintos; hay retornos a la vida, revisitación de géneros históricos, reflexiones sobre la memoria o la pérdida. La intención es que quien vea estas películas pueda conectar emociones, tiempos y experiencias de manera simultánea”, explica Moreano.
El festival se llevará a cabo hasta el 28 de septiembre en Quito, Guayaquil, Cuenca, Manta, Ibarra, Loja y Portoviejo.
En la capital, las proyecciones se realizarán en el cine OchoyMedio, en La Floresta, mientras que en Guayaquil se desarrollarán en el Centro Cultural Mz. 14 de la Universidad de las Artes.
Historias universales con resonancia local
La selección también resalta la universalidad de las historias y su vínculo con problemáticas que resuenan en América Latina, pese a las distancias que separan a la región con el continente europeo. “Hay películas que tratan la reparación tras pérdidas irreparables, como When the light breaks o Miroirs nº3 de Christian Petzold; otras revisitan géneros históricos y códigos cinematográficos previos para reflejar nuestro presente”, comenta Moreano.
Estas películas invitan al espectador a reflexionar sobre emociones y experiencias compartidas, como la memoria, el duelo o la iniciación, más allá del lugar o la época en que se desarrollan.
Si bien no abordan directamente situaciones políticas actuales, este añade que un hilo común en varios filmes es el reflejo de fenómenos globales. “Se perciben fenómenos de polarización, populismos o regresión de derechos que atraviesan sociedades enteras. Las historias muestran cómo ciertas tensiones políticas o sociales pueden resurgir de manera sutil o explícita, incluso cuando parecían superadas”, comenta el programador.
El avance de los totalitarismos y la persistencia de discursos autoritarios también están presentes en el espíritu de la programación.
“Estas películas son muy humanas, pues cuentan historias de personas normales; te sientes identificado sin necesariamente conocer la singularidad de cada país”.
Y añade: “Estamos viviendo relatos que resuenan con contextos de América Latina, donde se perciben desafíos similares, y nos recuerdan la vigencia de la reflexión crítica frente a la historia y la política”.
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