
Puente Lucía: el sector de Guayaquil olvidado entre el polvo y la desatención
Sus habitantes reclaman por vías dañadas , falta de un centro médico y un parque destruido. Piden respuesta de autoridades
Puente Lucía, el último sector del norte de Guayaquil, vive en el abandono. Sus habitantes enfrentan a diario calles polvorientas que causan enfermedades , la falta de un centro de salud y el deterioro de espacios públicos, sin respuesta de las autoridades.
¿Qué problemas enfrentan los habitantes?
El paso de una camioneta levantó una nube de polvo en la calle Virgen de Monserrate. Eran las 15:30 del miércoles y Ana Ruiz atendía a un cliente frente a su tienda en esa pequeña vía ubicada en el sector de Puente Lucía, parroquia Pascuales.

En ese momento, ambos se taparon la nariz para evitar que la tierra los afectara. Frente a ellos está situada la escuela Patria Ecuatoriana, donde los estudiantes recibían clases a esa hora.
Walter Chiriguayo
Hace pocos meses, con algunos vecinos, montaron un rompevelocidades para que estos vehículos disminuyan su marcha.
Este no es el único problema que aqueja a Puente Lucía, comunidad ubicada en el kilómetro 27 de la vía a Daule, en el límite entre Guayaquil y Nobol.
Sus habitantes señalan que la falta de atención municipal es constante desde hace décadas.
“Nosotros también somos parte de Guayaquil, pero parece que para las autoridades no existimos. A veces viene uno que otro concejal, revisan los problemas, hacen un recorrido rápido y se van. Nunca llegan las mejoras que prometen”, señala Walter Chiriguayo, integrante del comité barrial.

Ruiz retoma el tema que más la inquieta: las enfermedades en los niños por el polvo. Explica que, para recibir atención médica, deben desplazarse hasta Pascuales o incluso hasta Nobol, porque en Puente Lucía no hay centro de salud.
“A veces vamos a Nobol y nos dicen ‘váyanse al subcentro que les corresponde, que es Pascuales’, y ese lugar está súper peligroso. A veces tenemos que decir que vivimos en Barrio Lindo o en Petrillo para que nos atiendan en Nobol, porque es lo más cerca que tenemos”, agrega.
Un parque en ruinas
A la conversación se une Sandra Romero, otra habitante del sector. Antes de la pandemia de COVID-19, participaron en un concurso municipal para arreglar su parque con materiales reciclables.

Sin embargo, con el tiempo, el espacio se deterioró por la presencia de libadores y la falta de control policial. Hoy, el óxido cubre el columpio rodeado de aguas estancadas, la cerámica de una mesa está hecha pedazos y el cerco de cañas desapareció, mientras varias botellas vacías de licor permanecen esparcidas.
“Queremos que nos arreglen la calle, que nos arreglen el parque. Hemos enviado cartas al Municipio durante años, pero no nos responden. Tenemos que seguir insistiendo”, manifiesta Romero.
En otro tramo cercano, la calle Eugenio Espejo se extiende desde la intersección con la carretera principal hasta un desembarcadero junto al río Daule. Allí, cinco personas esperan por canoas en una improvisada estación, con dos sillas, un techo de zinc deteriorado y varios víveres, listas para trasladarse a recintos como Pula, Dos Bocas y Dos Reservas, en el cantón Daule.
La oportunidad turística en el río Daule
Las pequeñas embarcaciones cobran 50 centavos por cada traslado. En la zona, el arroz es uno de los productos que más circula, y sus granos quedan dispersos a lo largo de la calle Eugenio Espejo. “Vine a comprar algunas cositas para la semana, llevo frutas y aceite que me hacía falta”, dice Flor, mientras espera su embarcación para ir a Pula.

Chiriguayo cuenta que los fines de semana y feriados este espacio “cobra vida” con la llegada de ciudadanos que se trasladan hacia una pequeña playa en Pula, ya convertida en punto turístico.
“Desde aquí, a cinco o diez minutos en bote, se llega a una playa natural de arena, de agua dulce, bautizada como La Playita del río Pula. Ya mucha gente la conoce. Por eso, vienen a Puente Lucía en vehículos particulares, incluso en busetas, para tomar las lanchas que los llevan hasta allá”, explica.
Ante este escenario, Chiriguayo señala la necesidad de un malecón con muelle para fomentar el turismo y mejorar los desplazamientos fluviales. “Se ha pedido un saltadero, un varadero, si es posible con gaviones”, agrega.
Amenazas latentes
Puente Lucía tampoco ha estado exenta de tragedias. En diciembre de 2023, una canoa que regresaba desde Pula naufragó, causando la muerte de cinco personas y dejando profunda consternación en la comunidad. Por ello también se pide dotación de canoas y capacitaciones a quienes las manejan.
Antonia Ávila, habitante de la zona, resume los pedidos más urgentes a las autoridades: el asfaltado de calles, la reparación de espacios públicos y la construcción de un malecón. Pero menciona nuevamente la escuela. Una pared en la parte posterior de la institución está a punto de ceder; el área se encuentra junto al río y ya ha sido cercada para impedir que los estudiantes accedan.

El polvo vuelve a levantarse mientras los vecinos cruzan la calle Virgen de Monserrate tras mostrar el daño en la escuela.
“He vivido más de 35 años aquí y nunca he visto cambios, nadie se ha interesado por nosotros. Hemos buscado la forma de mejorar todo el sector, pero no solo depende de nosotros, pues no tenemos todos los medios para hacerlo”, lamenta Ruiz, en referencia a la falta de presupuesto para arreglos.
Puente Lucía es la última localidad en el norte de Guayaquil, geográficamente hablando.
Y aunque sus habitantes también se sienten así -lejos y olvidados-, siguen aferrados a la esperanza de que algún día el polvo que los cubre dé paso, al fin, al progreso que reclaman desde hace décadas.
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