
Obras que aíslan: expertos cuestionan los pasos a desnivel en Guayaquil
Bajo estas obras proliferan los problemas. Expertos coinciden en que no resuelven los males de fondo y excluyen al peatón
El mes de julio, marcado por las fiestas de la ciudad, comenzó con polémica, sobre todo en Los Ceibos y sus alrededores. La construcción de pasos a desnivel, con una inversión de $15 millones, ha generado inquietud entre los residentes y, a pesar de acciones legales, protestas y cuestionamientos ciudadanos, el alcalde ha ratificado la obra. Los trabajos van porque van.
¿Pero cuáles son los efectos reales de estas estructuras? En varios sectores del norte, centro y sur, los pasos a desnivel se han convertido en símbolos de deterioro urbano. Aunque su propósito es aliviar el congestionamiento vehicular, con frecuencia priorizan el tránsito de vehículos por encima de las necesidades de los ciudadanos, especialmente peatones y residentes.
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Un reciente recorrido de Diario EXPRESO evidencia que estas estructuras de concreto suelen transformarse en refugios para consumidores de drogas, personas en situación de calle, lienzos de grafitis y basureros. La falta de mantenimiento agrava la situación: luminarias dañadas aumentan la sensación de inseguridad; las paredes están cubiertas de excremento de palomas; y los espacios lucen grises, abandonados y desconectados del entorno urbano. Muchos carecen de elementos que incentiven la apropiación del espacio por parte de la ciudadanía.

Uno de los casos más visibles es el paso a desnivel en la intersección de las avenidas Francisco de Orellana y Benjamín Carrión. Allí, las cerámicas decorativas se están desprendiendo, y el área inferior es utilizada como base de operaciones por repartidores motorizados. Algunos bloques han perdido el color y el abandono es evidente.
El deterioro es aún más grave en los pasos ubicados a lo largo de la vía a Daule. A la altura de la ciudadela Caracol, por ejemplo, el espacio ha sido tomado por presuntos consumidores de drogas y está lleno de desechos. Cruzar por allí, especialmente de noche, es un riesgo. Carlos Sánchez, residente de la zona, lo confirma: “Allí se ponen a fumar, vive gente, y la poca iluminación no ayuda. No es un cruce seguro”, asevera.
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Leonela Méndez, otra ciudadana, critica la falta de acción de las autoridades en el paso a desnivel de la avenida 25 de Julio, frente al Mall del Sur. “Esto no solo es inseguro, es una pestilencia. Mire esas paredes, es un horror”, comenta mientras se dirige a la parada de la Metrovía que se encuentra a escasos metros. A diario, los usuarios deben enfrentar esta problemática. Ese paso es uno de los más conflictivos de la ciudad, por el desorden urbano, la falta de mantenimiento y la presencia de comerciantes informales.
Clara Córdova, usuaria frecuente de la Metrovía, considera que dicha actividad comercial podría ser reorganizada. “Hay espacio para poner kioscos o, mejor aún, una estación de seguridad. Aquí reina el arranche”, advierte.

¿Qué está fallando en el enfoque urbano de Guayaquil? Para Carlos Jiménez, máster en Planificación Urbana y Regional, los pasos a desnivel son soluciones obsoletas. “En gran parte del mundo desarrollado, e incluso en muchos países del llamado tercer mundo, estos modelos están en desuso. Son parches que no resuelven los problemas de fondo”, sostiene. “El problema radica en que la gestión del uso de suelo sigue divorciada de la gestión del tránsito y el transporte. Mientras exista esa desconexión, seguiremos parchando con obras que, a largo plazo, deterioran el paisaje urbano y dificultan la movilidad de peatones y ciclistas”, agrega.
Con él coincide el arquitecto y catedrático Héctor Hugo. “Lo que vemos en las administraciones locales es una ausencia de planificación urbana a largo plazo. Se construye para resolver el problema inmediato, sin pensar en el futuro de la ciudad. Los pasos a desnivel dan una sensación de fluidez vehicular, pero a costa del espacio público, del paisaje y de los derechos del peatón. Estos modelos prolongan el problema, no lo resuelven”, argumenta.
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El experto destaca que lo importante es romper con ese ciclo. “Las próximas administraciones no deberían continuar con ese legado cortoplacista. Hay opciones de desarrollo a corto plazo que no implican destruir la imagen urbana. Es posible humanizar las vías, aprovechar los espacios inferiores, crear rutas seguras, zonas comerciales o proyectos sociales. Se trata de darles un uso, porque nadie cuida lo que no utiliza”, enfatiza.
En tanto, en los pasos a desnivel recientemente construidos en la avenida de las Américas llama la atención la instalación de cercos metálicos. Al parecer, allí se sembrarán plantas, aunque todavía no se conoce con claridad su propósito, ni el mantenimiento que recibirán.
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