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En esta época de encierro, algunos jóvenes se han mostrado con depresión, ansiedad e ira.Archivo 

Hasta la movilidad juega en contra del paciente del sur

Es la zona de la ciudad donde menos centros de salud mental especializados públicos hay.  La distancia se convierte en un problema cotidiano familiar

Los pacientes del sur de Guayaquil que padecen ansiedad, depresión o atraviesan problemas incluso mayores y que ponen en riesgo su vida sienten el abandono por parte del Estado.

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Creen que la salud mental es un tema al que no toman en cuenta: al que no destinan los suficientes recursos y por el que no invierten en buenos programas para ayudarlos a salir de ese hoyo en el que se encuentran. Este comentario, como lo publicó el pasado 14 de agosto EXPRESO, lo comparten en sí todos los guayaquileños. Sin embargo, quienes habitan en el sur dicen sentirse aún más perjudicados porque, a diferencia de lo que pasa en el norte, donde hay más centros especializados particulares para tratar la salud mental, en el sur hay apenas uno.

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Los datos proporcionados por la Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess) -organismo técnico administrativo, adscrito al Ministerio de Salud Pública (MSP)- constataron que en el norte hay dos hospitales y un centro especializado en salud mental, y asimismo 19 consultorios de especialidades clínicos-quirúrgicos, que brindan el servicio de psiquiatría, y 10 consultorios generales de psicología (el costo de atención de estos establecimientos oscila entre los 20 y 90 dólares); mientras que en el sur hay solo uno.

“Si vemos las cifras es claro ver cómo nos quedamos sin opciones. Que tengamos un solo centro público y otro privado, nos deja en la nada. Nosotros, los que tenemos que llevar a un paciente con trastorno mental, requerimos de facilidades, como movilizarnos así sea en tricimoto a esos espacios, ya sea porque tienen una crisis o porque, al estar hospitalizados, requerimos visitarlos seguido. Pues acá, esas opciones no las tenemos. Y el Ministerio de Salud Pública puede decir que nos brinda esta atención en cada una de sus casas de salud, pero no tienen hospitalización. Yo convivo con alguien con esquizofrenia y necesito ayuda de verdad”, denuncia Cassandra Moreira, quien habita en La Floresta y asegura que cada que lleva a su hijo, de 39 años, a las casas de salud del MSP o los hospitales de la red pública del sector, le colocan nada más que un suero, le dan paracetamol y pastillas naturales que a ella, ni en la pandemia, le ayudaron a conciliar el sueño.

Hecho. En calles de La Pradera, Las Acacias y en la Perimetral es común ver a diario a consumidores de drogas, que han huido de su hogar a causa del problema.

Hay semanas que requiere de atención 4 días a la semana por las crisis que le da. Se pone violento, no reconoce a nadie. Como en el sur, las opciones son pocas y las necesidades son muchas, Cassandra debe movilizarse al norte para hacerlo atender en Urdesa o en la Pedro Menéndez Gilbert, en el Instituto de Neurociencias.

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“A veces no tengo ni para el pasaje y entre la familia o los vecinos, me ayudan para el taxi. Que para ello está la Metro o los buses dirán muchos, pues desafío a todos a que intenten llevar a un joven en crisis y con ganas de matarse en un colectivo... Me duele ver cómo pierdo al ser que amo. El Gobierno es un indolente. Se burla de nuestras heridas”, piensa.

Según la información que emitió Salud, luego de 15 días de habérsela solicitado, en todas las unidades de Salud de la Coordinación Zonal 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón) tratan a pacientes que requieren atención en Salud Mental. Que en el Puerto Principal existen 83 unidades de Salud, 5 ambulatorios intensivos, 8 unidades hospitalarias, 17 de intervención en crisis y 2 centros especializados para el Tratamiento de personas con consumo problemático de Alcohol y otras Drogas, alegó. No obstante, ninguno es un establecimiento que fue construido y atiende únicamente las enfermedades mentales.

EXPRESO consultó por qué no hay un espacio de este tipo en la Zonal, pero hasta el cierre de esta edición no contestó. Lo que sí señaló es que de enero a junio de 2023 han atendido a 1.430 pacientes con diagnóstico de trastorno de depresión y ansiedad en Guayaquil, Durán y Samborondón.

Para América Sandoval (nombre protegido), quien intenta salir desde hace tres años de un cuadro psicótico que no sabe cómo se desencadenó en su mente, el sur de la ciudad requiere tener un instituto como el de Neurociencias, pero público; o como el Hospital de Salud Mental (HSM), ubicado en Mapasingue Oeste, en el norte.

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“Al sur, al mismo centro de Guayaquil, le urge centros hospitalarios de este tipo. Pero no consultorios, sino que centros grandes que hospitalicen, que velen por ti de día o de noche. Nadie sabe lo que vive una familia que tiene en su hogar a un ser con una enfermedad psicológica o psiquiátrica. Es triste. La soledad que viven ellos es dolorosa, se apagan y el clan completo es testigo de ello, pero al Gobierno poco le importa”, sentencia, al hacer un llamado al Cabildo a que dé la mano en este tema, pese a que no es su competencia directa.

Un trabajo psicológico permite que haya más recuperados de adiciones de todo tipo, tratar casos de agorafobia, cortar círculos de violencia, tratar traumas psicológicos. En definitiva, un trabajo psicológico bien orientado ayuda a la sociedad no solo a tratar malestares emocionales graves, sino que permite tener una comunidad más productiva.

Rodolfo Rojas,
​psicólogo clínico 

“El sur adolece de todo, no lo miran. Si al presidente o al Ministerio de Salud no le interesa construir un megacentro, sería oportuno que lo haga el Cabildo, por el bien de su gente”, sugiere Kátherine Carpio, de La Pradera.

Los psicólogos Rodolfo Rojas y Andreína González consideran más que urgente que la cobertura llegue de la mano de la autoridad que sea pero que llegue. “No importa si es del Cabildo o del Gobierno, aquí no hay que ver banderas ni políticas. Lo que urge es tener una infraestructura que atienda solo la mente. No tienen ni idea cuánto bien nos haría. Si somos una sociedad equilibrada, somos una sociedad feliz, que se protege y protege el entorno. Hoy lo que hay son parches por parte de la red pública de salud”, reconoció González; que coincidió con Rojas en el hecho de que hoy la prevalencia de depresión y ataques de pánico, catalizadas por la violencia (más acentuada en el distrito sur de Guayaquil) y la incertidumbre económica, golpean cada vez más fuerte a la población; sin obtener, pese a ello, el soporte que ameritan por parte de Salud (MSP).

En un hospital público, con suerte me derivaron una vez con un psicólogo que me atendió por 10 minutos y me mandó a descansar. Para tratar de lidiar con esta situación, mi mamá se mudó a mi cuarto, veló por mí por tres meses y me dopó. Dormía 19 horas. Estoy vivo porque el jefe de mi mamá costeó mi tratamiento en el psiquiátrico de la Junta de Beneficencia. 

 Paúl Estupiñán (nombre protegido),
​paciente