
Líderes barriales de Guayaquil: La fuerza joven que guía y cuida a su comunidad
Tres jóvenes guayaquileños, comprometidos con las zonas donde residen, cuentan sus sueños y anhelos para la ciudad
Los barrios son el alma de Guayaquil. En cada rincón se tejen historias de vecinos que han impulsado el progreso de la urbe porteña desde sus propias cuadras, animando a su comunidad a mejorar y a vivir con dignidad, incluso frente a las amenazas que enfrentan a diario. Ellos están ahí, resistiendo. A veces en silencio; otras, alzando la voz ante la injusticia.
Pero lo más valioso es que mantienen vivo el sentido de pertenencia, ese vínculo que los une a sus calles, a sus vecinos, a la ciudad misma. En esa tarea también se están sumando jóvenes que toman la posta generacional: cuidan sus barriadas, organizan, enseñan y, sobre todo, inspiran.
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EXPRESO conversó con tres jóvenes que forman parte de proyectos que ayudan a mejorar la convivencia en los barrios guayaquileños.
Eric Salinas, de 19 años, pertenece a la cooperativa Mariuxi Febres Cordero, en el Guasmo Sur. Su aporte a la comunidad es musical: él imparte clases de diversos instrumentos a niños y adultos de esa zona porteña.
Por su parte, Isaac Palacios forma parte del nuevo Comité del Barrio del Centenario. La inseguridad que vive la zona lo motivó a integrar este grupo que vela por sus vecinos. Él está encargado de realizar actividades recreativas con niños y jóvenes de ese sector en el sur.
Y Carolina Pincay también decidió a unirse con vecinos en la ciudadela Martha de Roldós para buscar mejoras y brindar mayor seguridad a su comunidad. Hoy ellos cuentan sus anhelos y la forma en que luchan por un mejor Guayaquil.
Eric Salinas, la música para buscar un cambio en los barrios
A sus 19 años, Eric Salinas no solo estudia la carrera de Artes Musicales y Sonoras en la Universidad de las Artes, también es uno de los jóvenes que intentan apoyar desde su área al Guasmo Sur.
Vive en la cooperativa Mariuxi Febres Cordero y forma parte del movimiento Mi Cometa, una organización con más de dos décadas de trabajo en esa zona vulnerable de Guayaquil. Desde allí, impulsa su pasión: la música como herramienta de cambio.
Eric es profesor en el programa Clave de Sur, un proyecto comunitario que acoge a niños desde los siete años, jóvenes y adultos mayores. Ofrecen clases de guitarra eléctrica y otros instrumentos.
“Me llamaba la atención ayudar a la comunidad y encontré en la música una excusa para venir acá. Primero aprendí y luego empecé a dar clases”, cuenta.

Su amor por la música nació desde muy pequeño. Recuerda cantar desde niño en casa y quedar cautivado por la guitarra eléctrica a los siete años, influenciado por sus hermanas y padres, todos amantes del rock. Ese vínculo familiar se convirtió en una vocación que hoy comparte con otros.
Ama a Guayaquil pero dice que, lamentablemente, en la ciudad faltan espacios para las expresiones artísticas y culturales.
“Realmente siento que hay una pérdida del gusto musical en todo Guayaquil. Me gustaría que la ciudad se desarrollara más en lo cultural”, manifiesta Eric.
Admite que la urbe porteña no pasa por sus mejores días. “Guayaquil es una ciudad muy linda, donde nací. Pero le hace falta mucha ayuda comunitaria. Hace falta arrimar el hombro para poder salir adelante”, sostiene Eric.
Mientras se forma como músico profesional, sueña con presentaciones en grandes escenarios, pero sobre todo con seguir enseñando. “Mi meta es ser un gran músico, pero también seguir impartiendo clases, porque esto me conecta con mi comunidad”.
Que de la cooperativa Mariuxi Febres Cordero salga la nueva estrella musical ecuatoriana es una de sus aspiraciones, mientras sigue trabajando para que los acordes derroten a la violencia.
Isaac Palacios, al rescate del alma social juvenil del Barrio del Centenario
Isaac Palacios ha estado vinculado al barrio del Centenario desde hace más de 15 años. Primero como estudiante y luego como residente comprometido con la realidad de su sector, ubicado en el sur de Guayaquil. Hoy es parte del Consejo Barrial y del Comité de Paz, una responsabilidad que asumió al ver cómo la inseguridad se volvió parte del día a día.
Cansados de esta situación, él y otros vecinos decidieron organizarse. Así nació el Consejo Barrial, un espacio ciudadano en el que Isaac tomó un rol activo.
Desde ahí impulsa la participación de nuevos integrantes y busca reactivar el tejido comunitario que, según recuerda, era un sello distintivo del Barrio del Centenario.

“El alma social juvenil se ha perdido. En los años 80 y 90 era algo muy conocido el barrio Centenario por ser un punto de encuentro. Teníamos el cine Inca, venía gente de otros sectores. Hoy todo eso se ha perdido”, lamenta.
Uno de sus mayores desafíos ha sido reconstruir ese sentido de identidad y compromiso colectivo. Reconoce que muchos habitantes jóvenes ahora están concentrados en sus actividades diarias y han perdido el vínculo con la comunidad, pero aún cree que es posible revitalizar esa conexión.
“La clave es hacer que se sientan parte del proceso, que vean que pueden incidir en su entorno”, señala.
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Más allá del Centenario, espera que esta experiencia pueda replicarse en otros puntos de Guayaquil. Considera que la ciudad necesita una transformación cultural que empiece desde lo más básico: el respeto a las normas, la armonía y la cooperación entre vecinos. “Aquí falta cultura, no solo vial o ambiental. Falta cultura de buena vecindad, de ayudarnos entre todos”.
Con esa visión a largo plazo, sueña con un Guayaquil más seguro, donde los niños puedan jugar en las calles sin miedo y los barrios recuperen su espíritu. “Mi meta es que vivamos tranquilos. Que Guayaquil sea la ciudad más segura del Ecuador”.
Carolina Pincay, compromiso por Guayaquil pensando a futuro
En la ciudadela Martha de Roldós, en el norte de Guayaquil, una joven decidió involucrarse activamente en la transformación de su entorno. Se trata de Carolina Pincay, quien desde hace dos años forma parte del comité barrial que impulsa mejoras para su comunidad. ¿Su motivación? Construir desde ahora la ciudad en la que quiere vivir a futuro.
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Carolina reconoce que la inseguridad es uno de los principales temores que enfrentan los jóvenes en la ciudad. No solo por lo que ocurre hoy, sino por la posibilidad de que ese escenario se mantenga y afecte a las generaciones futuras. “Uno desde ya tiene que empezar a trabajar en lo que quiere construir más adelante”, dice.
Aunque cree que los jóvenes tienen voz en Guayaquil, lamenta que sean pocos los que decidan involucrarse en los comités. La mayoría de quienes participan son personas adultas, lo que muchas veces dificulta generar una conexión generacional. “El joven está interesado en otras cosas o simplemente le da igual. No es una persona consciente que piensa a futuro”, analiza.

Para ella, sumarse al comité no fue una decisión tomada a la ligera. El miedo a lo que podría ocurrir con su familia en el futuro, la llevó a comprometerse con su barrio. Esa visión a largo plazo es la que guía sus acciones cotidianas, y lo hace desde un profundo amor por su ciudad. “Yo amo a mi ciudad, yo soy 100 % guayaca. El guayaquileño es trabajador, es aguerrido, tiene esperanzas”, menciona.
Carolina cree que todavía hay espacio para construir una ciudad más humana, inclusiva y segura. Y está convencida de que el camino no se recorre en solitario. “Si nos unimos realmente, podemos llegar a cambiar los problemas de Guayaquil”, afirma con esperanza. Como ella, hay jóvenes que han decidido no esperar el futuro, sino empezar a moldearlo desde sus barrios.
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