Guayas y Quil
Según la leyenda de Guayas y Quil, el nombre de Guayaquil se lo atribuye a ellosCANVA

Cacique Guayas y su esposa Quil: la leyenda que le dio nombre a Guayaquil

La leyenda surgió en 1930, la cual atribuye a Guayas y Quil el nombre de la ciudad

La historia de Guayaquil está marcada por traslados, mestizaje y narrativas que han oscilado entre lo documental y lo simbólico. Uno de los relatos más difundidos y emblemáticos es el de Guayas y Quil, un cacique y su esposa que, según la leyenda, prefirieron lanzarse al río antes que ser capturados por los conquistadores. Esta historia ha sido parte del imaginario local durante generaciones, explicando de manera romántica el origen del nombre 'Guayaquil'.

La leyenda de Guayas y Quil

La narrativa cuenta que Guayas era un valiente cacique indígena y Quil, su fiel esposa. Ambos vivían en una comunidad nativa a orillas del río Guayas. Al enterarse de que los conquistadores españoles planeaban capturarlos para convertirlos en esclavos, decidieron enfrentarlos. Según el relato, antes de ser apresados, se lanzaron juntos al río para preservar su libertad, su amor y su tierra.

Este gesto de resistencia y sacrificio habría sido el fundamento simbólico del nombre “Guayaquil”, la unión de Guayas y Quil. El relato ha sido transmitido oralmente y enseñado en las escuelas durante décadas como parte de la historia fundacional de la ciudad.

El origen de la leyenda

Según el historiador Ángel Emilio Hidalgo, la leyenda de Guayas y Quil no tiene sustento documental ni arqueológico. Su primera aparición pública se remonta a 1930, cuando el historiador José Gabriel Pino Roca la publicó en su libro Leyendas, Tradiciones y Páginas de Historia de Guayaquil. El texto recoge el relato como una representación simbólica del pasado aborigen costeño, más cercana al folclore que a la evidencia histórica.

“No han existido restos arqueológicos ni documentos que prueben la existencia del indio Guayas y de la india Quil”, señala Hidalgo. Lo que sí existe, a través de investigaciones del arqueólogo Ángel Vélez Mendoza, es evidencia de la presencia de un cacique chono llamado Guayaquile, cuyas tierras dieron origen al topónimo “Guayaquil”. 

De hecho, cuando la ciudad de Santiago fue finalmente establecida en 1547 cerca del Cerrito Verde, en el cerro Santa Ana conocido por los indígenas como Lominchao, se asentó en territorio de dicho cacique, lo que explica el nombre compuesto: Santiago de Guayaquil.

libros
La leyenda apareció por primera vez en 1930 con el libro de José Gabriel Pino RocaCANVA

¿Identidad o ficción? 

Hidalgo considera que esta leyenda ha servido como un mecanismo de construcción social e identitaria. “Los pueblos necesitan relatos que los conecten con un pasado más remoto, incluso si ese pasado tiene ribetes de fantasía”, explica. En este sentido, Guayas y Quil funcionan como una narrativa heroica de origen indígena, similar a lo que ocurre en otras culturas latinoamericanas con figuras como Caupolicán en Chile o Anacaona en Puerto Rico.

Francisco de Orellana

¿Fue Francisco de Orellana el fundador definitivo de Guayaquil?

Leer más

Sin embargo, el historiador también aclara que no se trata de satanizar la leyenda, sino de entenderla como una creación cultural que expresa el deseo de pertenencia, ancestralidad y resistencia. “Somos herederos de los antiguos aborígenes costeños: de los manteños huancavilcas, los punaes y los chonos. También tenemos sangre española, africana e indígena. Esa mezcla define nuestra identidad”, afirma Hidalgo.

Cambiar la narrativa histórica

La perdurabilidad del mito de Guayas y Quil responde, en parte, a su inclusión sistemática en la educación formal, donde generaciones de guayaquileños crecieron creyendo en la veracidad del relato. Para Hidalgo, el reto está en promover una historia científica que distinga entre mito y evidencia, sin eliminar los símbolos que conectan emocionalmente a la población con su tierra.

“Lo importante es reflexionar colectivamente y entender que el relato de Guayas y Quil es parte de un proceso de construcción identitaria”, concluye. La prensa, la educación y la academia tienen hoy el reto de renovar esa narrativa con base en investigaciones rigurosas, reconociendo tanto la leyenda como la historia real del cacique Guayaquile y el proceso mestizo que dio origen a la ciudad.

Para seguir leyendo EXPRESO sin restricciones, suscríbete aquí