
¿Fue Francisco de Orellana el fundador definitivo de Guayaquil?
Francisco de Orellana fue uno de los impulsores para la fundación de Guayaquil
Cada 25 de julio, Guayaquil celebra su fundación entre desfiles y festividades, aunque en realidad conmemora el día de Santiago el Mayor, el santo patrono con cuyo nombre los españoles fundaron la ciudad. La figura central en ese proceso fue Francisco de Orellana, quien no fundó la ciudad desde cero, pero lideró los reasentamientos estratégicos que permitieron su consolidación definitiva. Orellana, conocido también por descubrir el río Amazonas, reorganizó Guayaquil en al menos dos ocasiones, buscando ubicaciones más favorables en la costa. Aunque los estudios modernos descartan que fuera su fundador oficial, su papel como arquitecto del asentamiento es innegable en la historia de la ciudad.
Cada 25 de julio se celebra la fundación de Guayaquil con desfiles, actos cívicos y fiestas populares. Sin embargo, lo que se conmemora en realidad no es la fundación de la ciudad, sino su fiesta patronal: el día de Santiago el Mayor, apóstol de España y primer nombre de la ciudad, Santiago de Guayaquil, y en el centro de ese proceso surge la figura de Francisco de Orellana.
Aunque durante años se le consideró el fundador definitivo de Guayaquil, los estudios modernos han replanteado su rol. Como explica el historiador Fernando Mancero, “Orellana no fundó la ciudad desde cero, pero sí la instaló en dos ocasiones en zonas estratégicas, hasta que finalmente se consolidó su asentamiento definitivo”. Su papel no fue el del creador único, sino el del arquitecto decisivo del lugar que hoy conocemos como Guayaquil.
Conquistador trujillano nacido en 1511, Francisco de Orellana destacó por su cercanía con los Pizarro y por su arrojo militar en campañas por la costa norte del virreinato del Perú. Su trayectoria incluyó cargos administrativos en Portoviejo y una participación activa en los procesos de colonización temprana en el litoral ecuatoriano.
Su figura fue esencial en los momentos críticos de la ciudad. Además de sus contribuciones urbanas, su legado se amplifica por la histórica expedición que lo llevó al descubrimiento del río Amazonas, consolidando su nombre en la crónica de los grandes exploradores del continente.
La primera fundación de la ciudad
La fundación original de Santiago se dio en la sierra, como parte de una estrategia ordenada por el emperador Carlos V. Pizarro debía fundar tres ciudades en el norte de su territorio: Santiago, San Francisco y San Gregorio de Puerto Viejo. Ante la amenaza de Pedro de Alvarado, quien pretendía apropiarse de la conquista, Almagro fundó Santiago de Quito el 15 de agosto de 1534, y San Francisco de Quito días después.
Sin embargo, la ubicación serrana no cumplía con los objetivos estratégicos de controlar el litoral. Por eso, en 1535, Sebastián de Belalcázar trasladó la ciudad a la costa, cerca del actual Boliche. Allí, por primera vez, el asentamiento adquirió el topónimo de Guayaquil, debido a la presencia del cacique Guayaquile, cuyo nombre representaba la región que gobernaba.
Francisco de Orellana toma el mando
Tras el abandono del asentamiento en Boliche por abusos cometidos contra los indígenas, se intentó fundar en Yagual, cerca del actual Morro. Pero los conflictos entre almagristas y pizarristas, sumados a la resistencia indígena, provocaron nuevos abandonos.
Después de intentos fallidos, Pizarro necesitaba una ciudad funcional y con acceso al mar. Fue entonces cuando ordenó a Francisco de Orellana, hombre de su confianza y familiar directo, que reorganizara el poblado en un sitio más favorable. Ya desde su base en Puerto Viejo, Orellana eligió ubicarse en una zona cercana al río Daule.
Sin embargo, esta ubicación tampoco sería la definitiva. Esta vez se trasladaron hacia el flanco norte del Cerro Santa Ana, en el área conocida como La Tarazana. Las crónicas mencionan que las balsas que salieron huyendo fueron perseguidas, pero lograron instalarse “con bien” en el nuevo asentamiento. “Ahora lo describen como una escena casi cinematográfica”, describe Mancero.
Tras reorganizar el asentamiento, Orellana fue llamado por Gonzalo Pizarro para emprender la famosa expedición al País de la Canela, que derivaría en el descubrimiento del río Amazonas. En su partida, dejó Guayaquil debilitado: se llevó soldados, armas y reclutó a indígenas por la fuerza.
Esto provocó una nueva rebelión y llevó al capitán Zaera a trasladar la ciudad, nuevamente, a otra zona. Finalmente, sería Francisco de Olmos quien consolidaría Guayaquil en el sitio actual, en 1547.

¿Fue realmente su fundador?
Durante mucho tiempo, Orellana fue considerado el fundador definitivo, principalmente porque presentó probanzas ante la Corona española alegando que había instalado la ciudad dos veces. Sin embargo, las investigaciones modernas lo contradicen. “Ningún historiador serio hoy sostiene que él fue el fundador. Lo que sí reconocemos es su rol central en los reasentamientos estratégicos”, afirma Mancero.
La única acta de fundación existente es la de 1534 en Liribamba, realizada por Diego de Almagro. Guayaquil, como topónimo, aparece recién en 1535 cuando el poblado se traslada a la zona costera donde gobernaba el cacique de Guayaquil. Esa distinción es clave: los españoles bautizaron la ciudad como Santiago, y el nombre Guayaquil surgió del territorio, no del acta fundacional.
El legado de Orellana
Aunque no sea el fundador oficial, Francisco de Orellana dejó una huella imborrable en la historia guayaquileña. Desde su liderazgo en los asentamientos hasta su papel en una de las expediciones más épicas de América, el descubrimiento del Amazonas, su figura está ligada al origen de una ciudad que nació entre el río y el cerro.
“La fundación de Guayaquil no puede atribuirse a una sola persona”, reflexiona Mancero. “Fue el resultado de decisiones políticas, conflictos internos y necesidades geográficas. Pero si hay un personaje que le dio forma y dirección en el momento más crítico, ese fue Orellana”.