Juan Carlos Holguín: La guerra que iniciará Maduro

Con el Cartel de los Soles y el Tren de Aragua en la mira de EE. UU., urge reflexionar sobre los riesgos para la democracia
La semana pasada tres hechos marcaron la coyuntura geopolítica de la región: el gobierno estadounidense anunció una recompensa récord a quien entregue información que lleve a la detención de Nicolás Maduro, a quien describió como un narcodictador; también el mismo gobierno de Trump ordenó al ejército de su país combatir a los carteles de droga en el extranjero; y, por último, el presidente colombiano Petro desconoció la soberanía peruana de Santa Rosa.
Se ha resaltado permanentemente el riesgo que representa Venezuela para la región. No solamente por sus vínculos con las estructuras criminales regionales, sino también por su cercanía a Irán y grupos terroristas como Hamás, además de la cercanía del narcodictador Maduro a las operaciones políticas del expresidente Rafael Correa.
Adicionalmente, esta misma semana se difundió una entrevista del exmandatario ecuatoriano en la que, quitando lo cómico de comparar a Maduro con Mandela, él mismo ha confirmado sus vínculos económicos con la narcodictadura venezolana.
Y es que desde hace varios años ese ha sido el modo de operación de lo que alguna vez se denominó Socialismo del Siglo XXI, y que por vergüenza migró al Grupo de Puebla, una galaxia rosa que comprende líderes, instituciones y asociaciones de izquierda que, detrás de una fachada progresista, atentan sistemáticamente contra la democracia en América Latina, utilizando fondos de gobiernos en funciones para sus fines personales y supuestamente ideológicos.
Parásitos de las dictaduras y de los fondos públicos que sirven para desestabilizar democracias y para inflar sus bolsillos. Entendiendo que esas operaciones de la narcodictadura venezolana están relacionadas a líderes políticos ecuatorianos, se debe tener el radar prendido.
Si a eso sumamos el hecho de que el denominado Cartel de los Soles y el Tren de Aragua están en una lista priorizada por Estados Unidos, debemos reflexionar acerca de los riesgos para nuestra democracia y soberanía. Es conocido que aquel grupo, junto a carteles mexicanos y el Clan del Golfo, operan a través de nuestro territorio desde los años en que el correísmo gobernó Ecuador.
Por ello, los dos hechos que involucran a Petro en los últimos días, me refiero a su posición sobre el territorio peruano de Santa Rosa y sus “conversaciones de paz” con el Clan del Golfo, representan una afrenta a nuestro país. Y si a eso sumamos su advertencia a Estados Unidos, respecto a que si existe cualquier movimiento contra Maduro, sus fuerzas militares se involucrarán en el conflicto, el Ecuador debe estar preparado para estos movimientos en el tablero.
Como lo hemos dicho, la región muestra una metástatis en la operación de estructuras criminales. Con un gobierno mexicano de Sheinbaum permisivo con la operación de carteles; una narcodictadura como la de Maduro; y un presidente de un vecino país que evidentemente tiene una posición laxa frente a la operación de estructuras criminales, incluida su oscura visita a la ciudad de Manta, debemos estar en modo alerta en Ecuador por los movimientos cercanos que pueden afectar nuestra seguridad.