Guayaquil
Cada 25 de julio Guayaquil celebra su fundaciónCANVA

¿Sabías que Guayaquil no cuenta con un acta original de fundación?

En la historia guayaquileña aún no se encuentra un acta de fundación oficial de la ciudad

La fundación de Guayaquil, una de las ciudades más emblemáticas del Ecuador, carece de un documento jurídico que la acredite formalmente. No existe un acta de fundación original, y esa ausencia ha abierto espacio para una multiplicidad de versiones que van desde narrativas históricas rigurosas hasta leyendas populares.

Esta carencia documental plantea preguntas de fondo sobre qué significa “fundar” una ciudad bajo el modelo hispánico, y qué elementos permiten validar la existencia jurídica de un asentamiento colonial. EXPRESO conversó con la historiadora Tatiana Hidrovo, PhD en Historia, quien explica las razones detrás de esta laguna documental y el por qué no basta con una declaración de fundación sin un cabildo que institucionalice la ciudad. 

¿Por qué es vital un acta fundacional?

En el sistema institucional español, el acta de fundación tenía un doble rol: legalizar la existencia de una ciudad y activar el funcionamiento de su cabildo, la autoridad local encargada de administrar justicia, recaudar impuestos y distribuir tierras. Sin ese documento, y sin el cabildo que emanaba de él, no se podía hablar de una fundación legítima.

Como señala Hidrovo, “puedo decir que fundé una ciudad, pero si no creé el cabildo, si no nombré alcaldes y regidores, no se materializa jurídicamente la existencia de la ciudad.” Hasta hoy, no se ha encontrado el acta que valide la fundación de Guayaquil en 1534, ni evidencia que confirme la conformación de un cabildo en ese año. El vacío documental persiste.

Además de legitimar la existencia de una ciudad dentro del marco colonial, el acta de fundación representaba la primera declaración oficial ante la Corona española de que una nueva unidad territorial se integraba al sistema imperial. Este documento establecía límites, responsabilidades, autoridad y relación jerárquica con otras ciudades y poderes.

En su ausencia, el proceso queda en un limbo histórico: sin una fuente primaria que defina quién fundó Guayaquil, dónde ocurrió exactamente y bajo qué condiciones se formalizó.

Guayaquil
Historiadores sostienen que la carencia de información sobre la fundación de Guayaquil es debido a la falta de investigaciónCANVA

De Santiago a Guayaquil: una ciudad mudable

Las fuentes históricas coinciden en que Guayaquil no nació en la actual ubicación costera. La ciudad llamada Santiago fue originalmente asentada en la sierra, en el contexto de una carrera entre dos grupos conquistadores: la hueste de Pizarro y la armada de Alvarado. Esta urgencia política impulsó fundaciones precarias que luego fueron desplazadas.

Ante la necesidad de un puerto que asegurara la conexión con redes marítimas, el asentamiento fue trasladado varias veces hasta establecerse definitivamente en el cerro Santa Ana hacia 1547. Es allí donde, según documentos del siglo XVIII, se consolidó la ciudad con cabildo incluido. Desde entonces, se adoptó la fecha de julio como referencia simbólica, aunque técnicamente corresponde al asentamiento, no a la fundación.

FIESTAS JULIANAS ENCEBOLLADO

Comida, música y orgullo: el barrio del Salado se unió como antes

Leer más

La fundación sin documentos

La falta de una acta original ha permitido que se difundan múltiples versiones sobre el fundador de la ciudad: algunos señalan a Francisco de Orellana, otros al capitán Sebastián de Belalcázar, y otros más al grupo expedicionario de Pizarro. Esta diversidad no es fruto de disputas entre historiadores, sino del vacío metodológico y documental que ha sido aprovechado por narrativas poco rigurosas.

Tatiana Hidrovo insiste en que “lo que no ha habido es historia científica para explicar qué significa fundar una ciudad española.” La fundación no es un acto teatral con banderas al viento; es un proceso institucional enmarcado por normas legales. En ausencia de documentación, muchas versiones han sido acogidas en textos educativos y medios sin tener un filtro de un análisis histórico profundo.

Pese a esto, la historiadora reflexiona que la carencia de un acta oficial no diluye la historia guayaquileña “no se trata solo de saber qué día nació la ciudad, sino por qué se asentó allí, cómo se consolidó y qué instituciones la sostuvieron”. Este vacío documental, lejos de empobrecer la memoria histórica, puede abrir espacio a una narrativa más honesta y compleja. Una que no celebre mitos, sino que valore el largo proceso que da origen a una ciudad como Guayaquil.

Para seguir leyendo EXPRESO sin restricciones, suscríbete aquí