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Florencio Compte Guerrero | Hiroshima: ¿aprendimos la lección?

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Hoy existen alrededor de 13.000 armas nucleares distribuidas entre varias potencias

El mundo no aprende las lecciones. Lamentablemente, hoy está regido por gobernantes y estos responden a intereses que no son, necesariamente, los intereses de los ciudadanos. Si esto fuera así, no existiría el peligro latente de destrucción nuclear que cada vez se lo percibe como más real y cercano.

Hace ochenta años, el 6 y el 9 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Si bien estos ataques marcaron el fin de la Segunda Guerra Mundial, dieron inicio a una nueva era caracterizada por el miedo a la destrucción masiva. En cuestión de segundos, decenas de miles de personas murieron en esas dos ciudades, y muchas más sufrieron durante años por los efectos de la radiación. Fue la primera y única vez que fueron usadas armas nucleares en un conflicto y su impacto sigue siendo una advertencia clara sobre los riesgos que su uso, nuevamente, podría tener para la humanidad.

Desde entonces el mundo ha acumulado un arsenal nuclear impresionante. Hoy existen alrededor de 13.000 armas nucleares distribuidas entre varias potencias, principalmente Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido y, a pesar de los tratados internacionales, el desarme ha sido lento y desigual. Nuevas tensiones internacionales, como los conflictos entre Rusia y Occidente o la situación con Corea del Norte e en Medio Oriente, han renovado los temores de una posible guerra nuclear.

La tragedia de Hiroshima y Nagasaki debería ser una lección para la humanidad. No se trata solo de recordar el pasado, ni de depender del miedo, sino de tomar acción en el presente. El desarme nuclear, la diplomacia y la cooperación internacional son fundamentales para asegurar un futuro sin el fantasma de la destrucción total.

Como escribía al inicio, el mundo no ha aprendido la lección. Albert Einstein ya advirtió su temor sobre el poder destructivo de las armas nucleares sobre la civilización. Su mensaje fue claro: “No sé con qué armas se luchará la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta se luchará con palos y piedras”. Así está el mundo hoy.