
Comida, música y orgullo: el barrio del Salado se unió como antes
El celeste y blanco vistió el vecindario, y alistan más integraciones este sábado 26
“Yo nací en esta tierra de las bellas palmeras, de cristalinos ríos, de paisaje ideal...”. El clásico Guayaquileño Madera de Guerrero retumbaba en la intersección de Luque y José Mascote, mientras trabajadores ataviados con guayaberas, sombreros y trajes típicos de Guayaquil paseaban entre comensales.
El lugar: El Pez Volador, punto de encuentro donde, también en la acera, una amplia mesa reunió a los residentes del barrio del Salado. Llegaron desde temprano, pues nadie quería perderse la celebración a la ciudad con uno de sus mayores emblemas: la comida típica. Encebollado, guatita y cazuelas fueron los protagonistas.
Entre los asistentes estuvo Sonia Febres Cordero, nacida en Carchi y Vélez, quien se emocionó al ver unidos a sus vecinos como en tiempos pasados.
“La unión hace la fuerza y nos sentimos orgullosos de nuestro barrio y de Guayaquil”, dijo, mientras una banda musical animaba el ambiente, acompañada por policías comunitarios y un grupo de danza.

La fiesta se encendió. Todos disfrutaban no solo del reencuentro entre vecinos, sino también de la comida, porque Guayaquil es cuna de sabores. Y qué mejor manera de celebrarlo que con un buen encebollado, sobre todo en este negocio que es tradición en el sector, sino también a nivel internacional por la guía Taste Atlas, que lo ubicó entre las mejores sopas del mundo.
El orgullo se respiraba en el ambiente. Incluso la concejala Nelly Pullas llegó al sitio. Entre los vecinos estaba Tesa Masa, radiante con los colores celeste y blanco. Ella pidió una guatita y recordó que, aunque el barrio se mantiene unido, no es ajeno a la difícil realidad de la ciudad. Por eso pidió paz, como en los viejos tiempos.
Uno de los más entusiastas fue Gustavo Rivadeneira, presidente del comité barrial, quien adelantó que el próximo sábado cerrarán la calle Luque y Esmeraldas para una mañana deportiva con juegos tradicionales como indor, palo encebado y, por supuesto, más comida típica.

“Si no hacemos actividades al aire libre vamos a perder nuestra identidad; pedimos ayuda, resguardo, porque Guayaquil de antaño así era, con actividades al aire libre”, remarcó.
La fiesta apenas comienza en la ciudad.
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