
Es oficial: el fantasma que vio Adrián Castro en la Asamblea sí existe
Análisis| Fantasmas pueden ser, para el gobierno y sus asambleístas, algunos antecedentes que deberían atormentarlos
El 26 de junio de 2024 en un pasillo de la Asamblea Nacional, atrás de una persona que hacía las tareas de limpieza, apareció en un video el rostro de una niña. Esto ocurrió en el quinto piso del edificio del Palacio Legislativo. La escena del video fue vista por un grupo de asambleístas mientras miraban un partido por televisión. Ahí estaba el asambleísta Adrián Castro, de la bancada oficialista de Acción Democrática Nacional (ADN).
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Ante la insólita y no menos escalofriante imagen, Castro y algunos de sus colegas le preguntaron al personal que hace la limpieza sobre lo que habían visto y recibieron una contestación que les puso la piel de gallina: sí, esa niña aparece ahí desde hace varios años.
Esta historia no corresponde a ningún episodio sobre fantasmas del Mistery Channel. No. La escena fue relatada por el propio Adrián Castro hace pocos días en el pódcast Juansid.
Castro sostiene que la imagen es clara y que la figura incluso hizo un gesto con la mano. De acuerdo con Castro, la versión que le dieron las empleadas de la limpieza dice que a veces se reconoce la presencia de la misteriosa imagen de la niña por un olor característico. Castro sostuvo, además, que existe otro video en el que la misma figura atraviesa ventanales y se desplaza por el quinto piso. Dijo que él habla “con pruebas” y que en este caso cuenta con grabaciones que respaldan lo que narró.
Castro revive los fantasmas de legisladores anteriores
El cuento del asambleísta Castro y sus visiones no es ‘fake news’ (bulo, en español) o una perversa versión inventada por algún opositor vinculado a los grupos de delincuencia organizada (GDO). No. Castro jura que todo lo que dice que vio es cierto y que en el Palacio Legislativo pululan los fantasmas.
Y la verdad es que independientemente de que los fenómenos paranormales narrados por Castro sean reales o no, hay motivos para creer en la versión de Castro… Al menos en sentido figurado. ¿Cómo no va a haber fantasmas en el Palacio Legislativo si ese edificio debe estar plagado de historias que acechan a los asambleístas que, ahora, son parte de las más oscuras páginas de la historia legislativa reciente?
El cuento de Castro y la coincidencia con la acción del Gobierno
No es casual, desde ese punto de vista, que estos días haya aparecido la historia de Castro y la niña fantasma. Y no es casual porque en estas últimas jornadas se han desarrollado hechos capaces de levantar a muchos fantasmas, incluso a los más renuentes a andar penando por los pasillos de tan frío lugar.
Fantasmas pueden ser, efectivamente, para el gobierno y sus asambleístas, algunos antecedentes que deberían atormentarlos. Por ejemplo, el de trabajar en la posibilidad de encontrar una fórmula para destituir a los jueces de la Corte Constitucional, que no le dieron el gusto a su presidente Daniel Noboa de tener unas leyes para, dizque, acabar con la inseguridad que azota al Ecuador.
En efecto, no es la primera vez que fuerzas políticas han hecho rodar cabezas de jueces constitucionales por no seguir los intereses del gobierno de turno de controlar absolutamente el poder del Estado. Porque esto de asediar durante las últimas semanas a la Corte Constitucional, es decir al órgano que hace el control constitucional, no es cosa nueva. Aunque este se llame a sí mismo “el nuevo Ecuador”, en realidad es el más viejo Ecuador posible.
En la historia reciente del país hay al menos dos ocasiones en las que el gobierno de turno se valió de organismos como el Congreso o el Tribunal Supremo Electoral para tumbar a los jueces constitucionales.
Así Lucio Gutiérrez tumbó a jueces constitucionales
La primera ocurrió en 2004 y fue obra del entonces presidente Lucio Gutiérrez. Como se sentía acorralado por la oposición que anunciaba un juicio político en su contra, hizo un acuerdo con el Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE), de Abdalá Bucaram, y el Prian, de Álvaro Noboa, padre del actual presidente.
La idea era hacer un pacto según el cual el Congreso tumbaba a todas las funciones de control del Estado para permitir el regreso de Bucaram, que estaba prófugo de la justicia en Panamá, a cambio de salvar al presidente.
Así, el Congreso destituyó a nueve vocales del Tribunal Constitucional, 31 jueces de la Corte Suprema de Justicia y a los vocales del Tribunal Supremo Electoral. Todo con un juicio político donde no se respetó ni siquiera el cuórum legal y tampoco se respetó el debido proceso. Claro, al final, Lucio Gutiérrez colocó una Corte Nacional de Justicia hecha a la medida de los intereses de Bucaram (la Pichi Corte) y salvó su presidencia, aunque por poco tiempo, porque meses más tarde fue depuesto por una insurrección popular.
Correa, el TSE y la destitución de los jueces constitucionales
El otro episodio fue el golpe institucional que dio Rafael Correa en 2007. Correa se había apoderado del Tribunal Supremo Electoral (TSE), del que se valió para destituir a algo más de 50 diputados que se oponían a la asamblea constituyente.
Y como el Tribunal Constitucional declaró lo hecho como inconstitucional, porque era evidente, el TSE destituyó a los jueces constitucionales. En ambos casos hubo demandas ante los tribunales del Sistema Interamericano de Derechos Humanos y, paradójicamente, uno de los cincuenta y pico asambleístas destituidos que presentaron la demanda fue Esteban Torres Cobo, actual funcionario del gobierno y seguramente uno de los ideólogos del actual asedio a la Corte Constitucional.
En ambos casos hubo pronunciamientos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En los dos casos se estableció que no es democrático destituir a los jueces que hacen el control constitucional por sus sentencias. He ahí los fantasmas que acechan al noboísmo.
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