
La tragedia marca una zona del centro de Guayaquil tomada por la delincuencia
Una mujer falleció al ser alcanzada por una bala perdida en las calles Tungurahua y Urdaneta; hay indignación
A las 13:30 del miércoles 3 de diciembre, el dueño de un local comercial ubicado cerca de la puerta 1 de la Universidad de Guayaquil laboraba en su negocio como de costumbre. De pronto se sobresaltó al escuchar varios disparos, gritos y ver a un sujeto correr frente a su establecimiento. Tuvo un mal presentimiento.
Rápidamente notó que policías perseguían al hombre, quien, al intentar escapar, ingresó en un local de comidas. Sin embargo, los agentes lo sacaron del lugar y lo aprehendieron.
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A unas cuadras, los gendarmes capturaron a otro individuo. Ambos huían luego de cometer un robo en otra zona céntrica de Guayaquil y se enfrentaron a tiros con los uniformados.
“Luego me fui a la esquina (Tungurahua y Luis Urdaneta) y vi a una señora sentada en la acera llorando. En sus piernas tenía la cabeza de una chica y gritaba: ‘¡No, mi hija, mi hija!’. Me di cuenta de que la joven tenía una herida de bala en la cabeza y me agaché a rezar por ella. Le toqué un hombro y le recé a Dios para que quedara viva, pero al final murió”, contó entristecido el comerciante.
La fallecida fue identificada como Kerly Licoa, de aproximadamente 29 años. Fue una víctima colateral del cruce de disparos entre los asaltantes y los policías. Ella cargaba en un canguro a su hija de seis meses. Al recibir los disparos cayó con la pequeña en brazos, pero la menor resultó ilesa.
Centro de Guayaquil: La inseguridad se apropia de un tramo
Este hecho, que ha generado conmoción e indignación entre la ciudadanía, ocurrió en una zona del centro de Guayaquil catalogada como “peligrosa” por los moradores del sector.
Quienes viven y trabajan en la avenida Delta, hacia las calles Tungurahua y Quisquis, aseguran que ya es “cotidiano” ver robos o escuchar gritos de auxilio en cualquier momento del día. Los ciudadanos coinciden en que los más afectados son los conductores que transitan por el sitio a diario y los estudiantes de la Universidad de Guayaquil.
“La congestión vehicular por las mañanas y las tardes que se forma por los semáforos entre las calles Luis Urdaneta y Quisquis da chance para que los delincuentes asalten a los choferes”, comentó un trabajador a EXPRESO.
El hombre recordó un hecho reciente, viralizado en redes sociales: sujetos les decían a los conductores que las llantas de sus vehículos estaban ponchadas, con el objetivo de asaltarlos. “Cuando se denuncia que están robando y se publica en redes sociales, llega la Policía y todo se calma. Así pasó hace unas semanas”, relató.
Otro comerciante aseguró que los universitarios son víctimas constantes de delincuentes, sobre todo al subir a los buses, cuando son interceptados por grupos de cinco a siete personas para sustraerles el celular y otros objetos de valor.
Inseguridad en el centro de Guayaquil: Vecinos exigen mayor control policial
Ante esto, los residentes exigen cambios: “Queremos que los policías vengan de civiles para que puedan agarrar a los pillos. ¿De qué sirve que vengan uniformados y se paren en las esquinas? Así solo los espantan y nunca los capturan”, reclamó un habitante.
Entre las calles Padre Solano y Luis Urdaneta, hacia el Malecón del Salado, la situación es similar. El dueño de un centro de copiado denunció que el consumo de droga es diario en esa zona. “Es todos los días y a cualquier hora; con la luz del sol andan fumando. Además, la gente que quiere comprar cuadernos, plumas o sacar copias los ve y prefiere irse a otro lado”, contó.
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En la avenida Delta, donde están los ingresos a varias facultades de la universidad, la queja es otra: en horas de poca actividad, entre las 14:00 y 17:00, delincuentes en motocicletas acechan. “Por aquí a esa hora el patrullaje policial es casi nulo. Se ve a los patrulleros a las 11:00 y de ahí es casi imposible volver a verlos… y eso que estamos cerca del cuartel Modelo”, lamentó la mujer.
Centro de Guayaquil: Víctima de bala perdida realizaba obra social
Kerly Licoa estaba en el exterior de un local junto a otros familiares cuando recibió el impacto de bala.
El padre de la mujer contó que fueron a esa zona a imprimir unas hojas que iban a utilizar para realizar un bingo. Planeaban recaudar fondos con esa actividad, para un agasajo infantil que tenían previsto hacer por Navidad y Fin de Año.

El ciudadano indicó que Kerly tenía otra hija de cuatro años. Ella y la bebé que se salvó están bajo el cuidado de su familia materna.
En el momento del tiroteo había otras personas en esa esquina, quienes salieron corriendo para esquivar los tiros. Un hombre recibió un impacto de proyectil en el empeine del pie izquierdo y fue llevado a una casa de salud.
“Yo quise poner una denuncia y (en la Fiscalía) me dijeron que no podía, porque ya la había puesto el señor que fue baleado”, comentó desanimado el padre de la madre fallecida.
La mañana de este jueves 4 de diciembre, él esperaba por el cadáver de su hija en el Laboratorio de Criminalística.
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