
Guayaquil y sus parques bajo la lupa: denuncias por encuentros ‘prohibidos’
Vecinos denuncian que parques de Guayaquil son usados para encuentros clandestinos
En Guayaquil, los parques ya no son solo espacios de recreación. Para algunos se han convertido en escenarios de sexo al aire libre. Silbidos, palabras clave y gestos sirven de contraseña para quienes practican dogging: encuentros sexuales con desconocidos en sitios públicos, a veces incluso frente a espectadores.
De Telegram a los parques
La organización se mueve en grupos cerrados de Telegram, a los que solo se accede por invitación. Allí se comparten experiencias, recomendaciones y hasta calificaciones de los “mejores puntos” para estos encuentros.
Los foros en línea detallan horarios, señales y hasta códigos corporales para reconocerse. “El hombre debe tocarse sus partes íntimas y la mujer, uno de sus senos”, se lee en uno de los chats.
Guayacanes: el parque familiar que cambió de rostro
Uno de los lugares más señalados está en la ciudadela Guayacanes, entre la avenida Narcisa de Jesús y la quinta etapa. Lo que antes fue un espacio familiar, vecinos lo describen ahora como un “motel a cielo abierto”.
“Esto pasa casi todos los días”, relatan moradores bajo reserva. Explican que las personas llegan entre las 13:00 y las 18:30, se esconden entre la maleza y se cubren con cartones.
“Hoy (1 de agosto) vino una pareja como a las dos de la tarde. Compraron una cola en la tienda y se metieron entre los matorrales. Llamamos a la Policía, pero no vienen o llegan cuando ya no hay nadie”, contó una residente.
Cansados, los vecinos crearon un grupo de WhatsApp para alertarse y expulsar a quienes sorprenden infraganti. Las huellas de estas actividades quedan a la vista: ropa interior, cartones, botellas y preservativos.

San Felipe: sexo en grupo y códigos secretos
Otro punto caliente es el parque de la urbanización San Felipe, descrito en los foros como “frondoso y privado”. Allí, los árboles y el césped se vuelven cama y paredes.
“Esto viene sucediendo hace unos siete años”, denuncia un morador. “Vienen a cualquier hora, pero más de madrugada y en grupos grandes. A menudo consumen drogas y alcohol, porque por las mañanas encontramos los rastros”.
En este parque, un silbido abre la puerta a la “acción”, y la palabra clave “Karen” significa que alguien quiere ser solo espectador.
Señales también en los autos
El dogging en Guayaquil también ocurre dentro de vehículos. Un pañuelo blanco en el tablero es señal para felaciones, mientras que uno azul indica disposición para tener sexo.
“También vienen carros a cada rato, ya hasta tenemos identificado a uno rojo que viene siempre”, cuenta un vecino. “Se parquean, tapan sus ventanas y se ponen a hacer sus cosas”.
Bosque Palo Santo: encuentros en Urdesa Norte
En Urdesa Norte, el Bosque Palo Santo también se ha convertido en epicentro. Allí los gestos son más sutiles: un guiño de ojo o una caricia basta para concretar el encuentro.
Durante una visita de EXPRESO, dos jóvenes y una chica fueron hallados escondidos entre la vegetación de una loma.
Una práctica global
Aunque en Ecuador el dogging no es un delito tipificado en el COIP, sí existen sanciones si alguien graba o difunde sin consentimiento las escenas íntimas.
La práctica, sin embargo, forma parte de una red global. El foro que conecta a los participantes existe desde 2015 y está presente en más de 50 países, con España como principal referente. En Guayaquil, se estima que 1.500 personas han interactuado en línea, comentando y calificando lugares como los parques de Guayacanes, San Felipe y el Bosque Palo Santo.
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