
El turismo en Quito, en el limbo
La falta de eventos masivos, programación cultural y la mala imagen internacional, impide que turistas permanezcan más noches
Quito acumula reconocimientos internacionales que la colocan bajo la lupa del turismo global. En septiembre de 2025 fue nombrada Destino Cultural Líder de Sudamérica en los World Travel Awards y, a inicios de año, se convirtió en la primera ciudad ecuatoriana verificada como Destino Turístico Inteligente (DTI), alineada a los estándares de ONU Turismo.
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Sin embargo, estos galardones contrastan con una realidad que incomoda al sector: las visitas no despegan al ritmo esperado y la capital sigue siendo, para muchos viajeros, apenas una ciudad de paso.
Juan Fernando Rueda, gerente hotelero, admite que existe una leve mejora frente a los años más duros de la pandemia, pero insiste en que la recuperación es desigual.
“El turismo en Quito ha subido un poco, pero en sectores como La Mariscal seguimos afectados y no hemos llegado ni de lejos a una recuperación del cien por ciento”, señala. A su criterio, el traslado del aeropuerto al nororiente marcó un quiebre. “Perdimos una de las principales atracciones de flujo. Los hoteles de La Mariscal bajaron su ocupación, mientras que Cumbayá y Tumbaco la incrementaron”.
A este cambio territorial se suma el impacto de los apartamentos turísticos. “No es solo Airbnb, son todas las plataformas. El turista ahora se queda en departamentos y no en hoteles tradicionales. Eso nos ha quitado clientes y ha provocado que muchos hoteles se contraigan o cierren”, advierte Rueda. Incluso las grandes cadenas han reorientado su inversión hacia la Ruta Viva y los alrededores del aeropuerto, donde la logística resulta más conveniente para las agencias de viaje.
Grandes eventos marcan la diferencia
El problema, insiste, va más allá del alojamiento. “Quito se volvió una ciudad de una noche. En un día haces el Centro Histórico y el teleférico, y se acabó. No hay eventos ni atractivos que obliguen al turista a quedarse dos, tres o cuatro noches”.
Rueda recuerda que en feriados la ciudad se vacía. “Aquí no hay desfiles, no hay conciertos grandes, no hay programación. Medio millón de personas sale de Quito porque no hay nada que las retenga”.

El contraste aparece cuando se realizan eventos masivos. “El concierto de Shakira llenó hoteles y restaurantes durante tres días. Eso demuestra que sí se puede dinamizar la ciudad”, afirma. Para el hotelero, la clave está en apostar por ferias internacionales, festivales gastronómicos, eventos deportivos o incluso zonas turísticas con incentivos. “No basta con actividades pequeñas. Se necesita una estrategia integral donde trabajen municipio, Gobierno central, empresa privada y ciudadanía”.
La imagen negativa pasa factura
Desde la Cámara de Turismo de Pichincha, su presidente, Raúl García, pone el acento en otro factor: la imagen país. “Ecuador tiene hoy una pésima reputación internacional. Hace poco el New York Times habló del país como la carretera del narco. A eso se suman paros prolongados y conflictos que se ven en el exterior y espantan al turista”, sostiene.
García reconoce que el turismo aún está “muy por debajo de los niveles prepandemia” y que Quito, como puerta de entrada al país, lo siente de inmediato.
Pese a ello, coincide en que los eventos marcan el camino. “Shakira demostró que la ciudad está preparada. Pero no solo deben ser conciertos: bienales de arte, megaeventos deportivos, ferias internacionales”. También apunta a la necesidad de mejorar la conectividad aérea y el turismo interno. “Si los vuelos nacionales fueran más accesibles, más cuencanos, guayaquileños o amazónicos vendrían a Quito”.
Hay señales de repunte
Desde el Municipio, Tatiana Sonnenholzner, directora de Comunicación de la Empresa Pública de Gestión de Destinos y Turismo, defiende que 2025 muestra señales de repunte. “En los feriados hemos crecido un 11,5 % frente al año anterior. Aún no termina el año y ese incremento es significativo”, explica. Según sus datos, Quito registra alrededor de 70.000 arribos internacionales mensuales, cifras cercanas a los picos de 2017 y 2019, con Estados Unidos, España y Colombia como principales mercados.
Sonnenholzner reconoce que la inseguridad y la inestabilidad nacional han pesado, pero subraya los esfuerzos de promoción. “La marca ciudad es nueva y ya ha estado en Nueva York, Madrid, Toronto, Londres y Bogotá. Estamos posicionando a Quito como un destino de cultura, naturaleza y gastronomía”. La estancia promedio, dice, es de dos a cuatro noches, y el reto es ampliarla.
Entre el discurso optimista y la crítica del sector privado, Quito se debate entre premios internacionales y carencias estructurales. La ciudad exhibe su patrimonio al mundo, pero todavía no logra convencer al turista de quedarse. El desafío, coinciden las voces, ya no es solo promocionar, sino crear razones reales para habitar la capital más allá de una noche.
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