
Guayaquil despierta su alma de barrio en desfile que unió a la ciudad
Las fiestas julianas comenzaron con desfiles en El Cisne II y el cerro Santa Ana. El alma comunitaria fue la protagonista
Fue el motivo perfecto para reunir a los barrios. No estaba en los planes de muchos, pero bastaron los primeros redobles de tambor y el andar de las cachiporreras para que una marea humana se formara de manera espontánea en el suroeste de Guayaquil. Familias de distintos sectores (Alborada, Sauces, vía a la costa, Urdesa, el centro y zonas como el Centenario y la ciudadela 9 de Octubre) se fundieron con los estudiantes que, a lo largo de 20 cuadras del sector El Cisne II, protagonizaron el desfile cívico que este 1 de julio dio inicio a las fiestas julianas por los 490 años de historia de la ciudad.
Fue un inicio que rompió con la rutina, pero que a nadie incomodó. Ni siquiera a los pacientes del centro de salud El Cisne II, quienes, al escuchar el paso de las bandas de guerra, salieron incluso de la sala de espera para sumarse al evento.
Familias y vecinos recuperan la tradición y el sentido de comunidad
El suroeste se convirtió en ese puente que unió a los barrios de toda la ciudad. Vine a ver marchar a mi sobrina, pero he visto mucho más: convivencia y alegría. Esa paz que hemos visto lejana.
Roger Váscones y Nelli Vargas fueron dos de ellos. “Escuché la banda, gente riendo, canciones guayaquileñas… y tenía que ver qué estaba pasando. Me encantó. Las calles de El Cisne estaban vivas, vi a toda la gente afuera. Solo había música y color, las veredas estaban llenas”, contó Vargas, quien filmó a sus vecinos vestidos de ‘guayaquileñas bonitas’ o de Juan Pueblo.
(Le puede interesar leer: Guayaquil celebra 490 años: guía completa de las Fiestas Julianas 2025)
“Vi a mis vecinos bailando; a los dueños de las tiendas haciendo una pausa en sus quehaceres; a los adultos mayores disfrutar. ¿Cómo no iba a salir yo también? Esto no me lo podía perder. Era el inicio de las fiestas de mi Guayaquil”, añadió, mientras esperaba un control prenatal en el dispensario.

Los niños marchaban con trajes típicos. Los adultos ondeaban banderas. Las viviendas de la calle 20 estaban adornadas con los colores celeste y blanco. Y desde las veredas retumbaron los aplausos, los gritos, los recuerdos y las risas entre extraños que, por unos minutos, volvieron a sentirse vecinos. Porque a una ciudad la forman sus barrios. Y su gente es el corazón de esos barrios, como lo han dicho en repetidas ocasiones urbanistas, sociólogos y líderes comunitarios a Diario EXPRESO.
Nathalia Mendoza, de 69 años, llegó desde la cuarta etapa de la Alborada para ver desfilar a su nieta Maggie.
Cómo la fiesta barrial ayuda a vencer el miedo y fortalecer la ciudad
“En estos tiempos de encierro que vive Guayaquil, es lindo sentir la vida de barrio. Hoy he vivido lo que viví hace cuatro décadas en el centro-sur de la ciudad, donde crecí”, relató.
Para ella, estos actos no solo celebran a la ciudad, sino que también son una forma de resistir al miedo que hoy se respira. “Festejar a la ciudad es un escape. Es sentir que seguimos vivos, que somos Guayaquil y que llevamos marcada su identidad”.
(Le puede interesar leer: El impacto económico de las Fiestas Julianas: negocio y turismo en 2025)
Ese deseo de celebrar lo propio hizo que algunos reorganizaran su día. Roberto Caña, habitante de Cristo del Consuelo, por ejemplo, decidió entrar más tarde a su trabajo para ser testigo del encuentro.
“Este desfile se ha convertido en tradición en este barrio en los últimos años. Vemos desfilar a los niños, pero también a los adultos mayores que son parte de nuestra comunidad, quizás quienes la levantaron. Y eso es lindo, porque las calles suelen permanecer calladas. Hoy cambié mi horario de trabajo en el taller mecánico donde laboro. Me quedaré hasta las 20:00 ahí, pero no importa. Cuando la ciudad está feliz, nada importa”, expresó, mientras grababa el paso de los estudiantes que convirtieron las vías por un rato en un escenario de piruetas, que se hicieron incluso en el aire.
Y no fue el único. Mariuxi Escandón, de 70 años, habitante de Sauces 1, también llegó para ver a su nieta, pero terminó quedándose a conversar con la familia Magallanes, que tras verla caminar varias cuadras, le ofreció una silla y un vaso de limonada. La acera se convirtió en un punto improvisado de encuentro.

En 2026 cumplimos 25 años haciendo estos actos en el cerro, son nuestra identidad Y estamos orgullosos de ello, de que residentes y turistas redescubran la cuna de Guayaquil.
Silvia Vélez.
Actividades y tradiciones que mantienen viva la esencia de Guayaquil
“Hoy recordé mi pasado, aquellos tiempos en los que las fiestas se vivían con fervor, alegría y sin miedo. Hoy reina el miedo, eso ningún guayaquileño lo va a negar. Pero mire, un acto tan sencillo como este, un desfile, hizo que la familia Magallanes me cediera una silla, que conversáramos, que no sacáramos a relucir esa desconfianza que hoy prima entre los ciudadanos por precaución, por todo lo que pasa... Por unos minutos hemos vuelto a ser los guayaquileños de antes: solidarios, cercanos, unidos. Espero que esa identidad se quede, que este julio nos la devuelva”, manifestó.
Las fiestas no solo despertaron el calendario; despertaron a Guayaquil. Y ese espíritu de comunidad también se sintió en el cerro Santa Ana, donde la Asociación Cultural Cerro Santa organizó un pregón en sus escalinatas, decoradas con banderines de colores y estrellas.

Allí estuvieron los niños de la escuela Abdón Calderón, las reinas del concurso 25 de Julio, las reinas del cerro…
“Los vecinos, turistas y familias llenaron de vida este sitio, que es la cuna de Guayaquil”, dijo Silvia Vélez, presidenta de la asociación, que para este mes ha organizado una serie de actividades que incluyen hasta juegos de antaño, para que las tradiciones no se esfumen con el tiempo.
(Le puede interesar leer: Municipio y vecinos de Urdesa acuerdan agenda cultural y mayor control a discotecas)
Vélez asevera que recuperar la tradición es fundamental y debería convertirse en una práctica constante, a fin de que la ciudad despierte desde donde nacen sus raíces: los barrios. “Ese debe ser nuestro legado. Son estos espacios los que nos unen, los que fortalecen la vida barrial, tan necesaria para vivir y convivir. Para hacer incluso nuestras vidas más livianas”, concluyó.
Para leer más información de este tipo, ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!