El Nacional
Los jugadores de El Nacional luego de uno de los últimos partidos del Hexagonal 2 de la LigaPro, donde marcha quinto sin aspiraciones de cupo internacional.API

El Nacional: De orgullo militar a ejemplo de fracaso dirigencial

La crisis de los Puros Criollos expone los efectos del fin del aporte militar obligatorio y la falta de reformas internas.

Los miembros de las Fuerzas Armadas sostuvieron a El Nacional durante 43 años, desde la fundación del club en 1964 hasta 2007. Todos sufrían el descuento del 1 por mil de su sueldo en contra de su voluntad. Tras el fin de esta imposición, hace casi ya dos décadas, la institución jamás pudo reinventarse... hoy vive la crisis más profunda en todos los sentidos.

En septiembre de 2007, una asamblea de socios decidió que mantener la obligatoriedad de los aportes iba en contra de la Constitución vigente. De haber llegado a tener hasta 40.000 socios en la época de la membresía forzosa, El Nacional hoy cuenta con menos de 10.000 El ingreso económico mensual por este rubro bajó un 75 %.

Todo este impacto no se evaluó, mucho menos se resolvió, y jamás fueron aplicados los cambios que requería la nueva realidad en la estructura del club, donde las FF. AA. perdieron espacio, aunque su poder sigue fantasmagóricamente visible.

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El estatuto actual aún obliga a que toda asamblea de socios sea presidida por el Jefe del Comando Conjunto, o su representante.

Sin un norte institucional y con directivas civiles que no representaron ningún aire fresco, El Nacional en la actualidad naufraga en la crisis.

El último ejercicio económico arrojó un pasivo de $ 12 millones, que incluye un sinceramiento de $ 4,5 millones que no se habían registrado desde 2023. Tal “omisión” fue una política sistemática de maquillaje de cifras, aplicada por ciertos directorios anteriores. Esa fue la conclusión que arrojó la auditoría interna de la firma BDO.

La fiscalización reflejó desprolijidades -por llamarlas de alguna manera- como la ausencia de documentos que validen el patrimonio de El Nacional, contabilidad no registrada debidamente desde 2016, falta de provisiones contables para el cumplimiento de obligaciones con el IESS y descontrol en el manejo de efectivo, sobre el cual no se verificaba origen y destino.

En números redondos, los pendientes con el Municipio de Quito (impuestos prediales del complejo de Tumbaco y la sede) son de $ 605.000; con el IESS, los pagos de jubilaciones, aportes ascienden a $ 800.000, y el SRI exige $ 66.000. Incluso la sede social de la ciudadela Jipijapa estuvo en riesgo de embargo coactivo por la Seguridad Social.

Los males de los Puros Criollos

En el Poder Judicial se tramitan más de 20 causas contra El Nacional por varios rubros, como el reclamo de dinero por parte de exdirectivos y demandas laborales de empleados que fueron despedidos intempestivamente en el período de Lucía Vallecilla.

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El deterioro institucional ha medrado el nombre del club y lo tiene entregado a la aventura de dirigentes, cuya prioridad es la búsqueda de espacios personales antes que aportar soluciones en plena emergencia.

Marco Pazos, presidente actual, llegó al cargo tras una elección marcada por irregularidades y donde la Federación Ecuatoriana de Fútbol debió intervenir.

Pazos, cuya capacidad de gestión es nula y ha mentido sin empacho en temas increíbles, no es capaz de cubrir salarios de los últimos seis meses del plantel de jugadores, quienes llevan más de una semana sin entrenar regularmente y solo comparecen a los partidos.

Cabe señalar que el directivo es vocal alterno del directorio de Liga Pro, organización que reconoció abiertamente el fracaso de su mal llamado “control económico” y que ofrece para el futuro mayor firmeza ante conducciones irresponsables como la de El Nacional. Veamos.

Pero el impacto más grave de toda esta inoperancia es haber convertido a El Nacional en un club cualquiera, donde los jugadores aceptan ser precarizados y que se vulneren sus derechos a cambio de exposición y la posibilidad de jugar bien, exhibirse y salir lo más pronto posible a un equipo donde, al menos, puedan cobrar.

El Nacional ya no es ‘La Gloria del Fútbol’; hoy es una vitrina cualquiera, donde acude a mostrarse aquel que no encuentra espacio en otro lado.

¿Deben volver las FF. AA.?

Este no es el Ecuador de 1964. Hoy resulta inconcebible que sus recursos y energías se vuelquen en el deporte profesional, mientras el país vive su peor etapa de violencia. La vuelta del fútbol a los cuarteles no es razonable, aunque pueda parecer la única salida para la supervivencia de un club incapaz de resolver en 18 años el corte de los ingresos que recibía privilegiadamente y en desmedro de la libertad de aquellos obligados a entregar parte de su sueldo a una causa que no era la suya.

El Nacional se ha hecho digno de su suerte actual.

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