Ecuador, Sebastián Beccacece, Mundial 2026, generación dorada, falta de efectividad, FEF
Moisés Caicedo (i), Willian Pacho (c) y Piero Hincapié (d) son piezas claves de la Tricolor.ARCHIVO / EXPRESO

Ecuador y el mito de la generación dorada

Las estadísticas maquillan un invicto inútil mientras la Tricolor sigue sin goles, sin rumbo y sin conexión con la gente

La selección ecuatoriana vive la ficción de la ‘generación dorada’, esa creencia generalizada de que la actual es la mejor camada de futbolistas de la historia, aunque la Tri dependa mucho de la capacidad y la buena estrella de un arquero nacionalizado de 38 años y de un único delantero de 35 años, quien terminará su carrera tras el Mundial y cuyo reemplazante natural no aparece.

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El tránsito de Ecuador en 2025 terminará este martes 18 de noviembre con el amistoso contra Nueva Zelanda. Un empate, ya habitual a estas alturas, reflejará en el marco de las estadísticas un invicto inédito. 

Pero detrás de la lotería de las estadísticas, del uso y abuso indiscriminado de números y porcentajes siempre acomodados a la narrativa, hay un equipo que no conecta con el público, incapaz de responder a las expectativas preconcebidas tras ese concepto de ‘generación dorada’.

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El técnico Sebastián Beccacece vive una situación muy cómoda. Sus ruedas de prensa son meros trámites, básicamente porque la política de comunicación de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) le permite responder preguntas solamente antes de hacer sus convocatorias, no después, como resultaría más útil y transparente.

El mensaje es claro: el DT de la selección no está dispuesto a que el principal fruto de su trabajo, su lista de jugadores para cualquier partido o torneo, sea cuestionada. Sus intervenciones públicas, incluyendo escasas entrevistas, están enfocadas en erigir una imagen positiva y preponderante, donde se prioriza la construcción discursiva de logros y crecimiento.

Por ejemplo, tras el soporífero empate 0-0 ante Canadá, el jueves 13 de noviembre, Beccacece habló de una “curva de progreso” y de una “evolución” inverificables en el campo de juego.

El cambio de sede de la Tri

Enner Valencia marcó el primer gol del encuentro ante Argentina por penal.
Ecuador disputó el partido ante Argentina en el estadio Monumental de Guayaquil.ARCHIVO / EXPRESO

Beccacece no tenía la misión de clasificar al Mundial, meta que ya estaba encaminada por su antecesor, Félix Sánchez Bas. La FEF, que comunica más con acciones que con palabras, se enfocó en modificar la imagen aburrida y sin carisma que reflejaba la era del DT español.

¿Cómo ese Ecuador protagonista, con tantos jugadores en Europa, equipo que pelea mano a mano con Brasil y Argentina, no va a ser querido por los aficionados? Algo había que hacer. Y la movida fue fuerte: la Federación de Francisco Egas cambió la sede de los partidos de la Tri de Quito a Guayaquil, decisión apuntalada por los futbolistas que ya no quieren exponerse a jugar en la altitud.

Sí, esa altitud que fue factor diferencial para obtener las clasificaciones anteriores hoy es minimizada, casi como si fuera algo de lo que hay que sentir vergüenza. El cambio de sede, además de consentir a los jugadores, también implicaba oportunas mejoras económicas, porque en el estadio Monumental de Barcelona entra más gente que en Ponciano. 

Sin embargo, la consecuencia más visible de esta medida fue el repentino viraje de un determinado sector de la opinión pública de Guayaquil, que pasó de la inconformidad y el cuestionamiento a una complacencia amistosa.

Una selección sin gol

Enner Valencia
La Tricolor depende ofensivamente de lo que haga Enner Valencia.ARCHIVO / EXPRESO

La selección de hoy clama, más allá de lo que diga su entrenador, por gol. En medio de la ruta apareció la opción de Jeremy Arévalo, delantero del Racing de Santander español, jugador que registra paso por las selecciones menores de Ecuador y que estaba en el mapa desde hace tres años. Sin embargo, solamente su destaque en la liga española de Segunda permitió ubicarlo en la mirada pública.

Aleccionado por la convocatoria del juvenil Darwin Guagua, a quien hizo debutar en la Tri sin siquiera ser titular en su equipo, Beccacece habló de “prudencia” cuando le inquirieron sobre la necesidad de probar con Arévalo en el equipo. 

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Pues esa “prudencia” se terminó una semana después, cuando la presión de la opinión pública y las incuestionables cifras de efectividad del delantero pudieron más. Arévalo estuvo convocado y jugó unos pocos minutos en Canadá, insuficientes para hacer valoración.

Corresponden dos escenarios con la situación actual. El primero es no hacerle el juego a la estadística antojadiza, la que saca pecho por un invicto inútil e insignificante ante la gravedad de la anemia ofensiva. 

Luego, debe quedar claro que la salida del técnico, pregonada desde opiniones excéntricas e irreales, no corresponde y omite la responsabilidad de quienes -empezando por el mismo Beccacece- deben hacerse cargo hasta el último por sus dichos y acciones.

Lo más coherente, al menos desde la opinión pública, es no profundizar en la existencia de una ‘generación dorada’ que existe solamente en los deseos y la fantasía autocomplaciente.

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