Estres laboral digital
Aunque el teletrabajo ofrece flexibilidad y ahorro de tiempo, sus excesos generan efectos negativos como estrés, conflictos familiares y agotamiento emocional.Canva

Sobrecarga y fatiga digital: así impacta el teletrabajo en tu bienestar

Investigadores de ESPOL advierten que la sobrecarga y la fatiga digital amenazan el bienestar y la salud mental

Durante la pandemia de COVID-19, el teletrabajo pasó de ser una opción poco común a convertirse en la principal forma de mantener operativas a miles de organizaciones. En América Latina, antes de 2020, apenas el 3% de los empleados trabajaba a distancia, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En países como Ecuador, la cifra rondaba el 11% en el segundo trimestre de ese año. Sin embargo, el confinamiento forzó una transición abrupta y masiva hacia modelos remotos e híbridos, con un uso intensivo de tecnologías digitales.

Esa transformación trajo consigo beneficios como mayor flexibilidad, reducción del tiempo de traslado y más contacto con la familia. No obstante, también evidenció riesgos psicosociales que, según el investigador David Coello, de la ESPAE – Escuela de Negocios de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL), “han reconfigurado las condiciones de trabajo y desdibujado las fronteras entre la vida laboral y personal, afectando el bienestar de las personas”.

Sobrecarga, fatiga digital y conexión permanente

Uno de los riesgos más frecuentes es la sobrecarga de teletrabajo, que combina el aumento de demandas laborales con la coexistencia no voluntaria del trabajo y las responsabilidades familiares en el mismo espacio físico. Este escenario ha intensificado los conflictos trabajo-familia y prolongado las jornadas más allá del horario habitual, generando frustración y agotamiento.

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A ello se suma la fatiga digital u online, derivada no solo de pasar horas frente a una pantalla, sino también de la complejidad añadida a las interacciones virtuales. “Relacionarse con compañeros mediante plataformas digitales exige un esfuerzo cognitivo mayor”, explica Coello. El fenómeno se acentúa con la conexión permanente, definida como la conducta y el estado psicológico de estar en constante vigilancia para responder mensajes o correos, incluso fuera del horario laboral.

La literatura especializada advierte que esta hiperconectividad es un arma de doble filo: si bien ofrece autonomía y facilita la colaboración, también eleva la percepción de obligación a responder de inmediato, aumenta la sobrecarga informativa y difumina los límites entre trabajo y vida personal.

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Frente a estos riesgos, los investigadores Paola Ochoa, David Coello y Josep Blanch proponen medidas tanto a nivel organizacional como individual. En el plano institucional, destacan la necesidad de políticas de desconexión tecnológica, creación de espacios no mediados por la tecnología y promoción del equilibrio familia-trabajo. 

Algunos países, como Canadá y Bélgica, ya cuentan con marcos legales para garantizar el derecho a desconectarse, iniciativa respaldada por el Parlamento Europeo en 2021.

El capítulo “Psychosocial Dimensions of Telework Overload during the COVID-19 Pandemic”, publicado en Human Centered Management and Crisis: Disruptions, Resilience, Wellbeing and Sustainability, subraya que la sostenibilidad a largo plazo de las organizaciones depende de poner el bienestar de las personas en el centro. Esto implica no solo optimizar la productividad, sino también prevenir el síndrome de burnout y otros problemas asociados a la intensificación tecnológica.

En palabras de Coello, la Cuarta Revolución Industrial ofrece ventajas, pero también riesgos: “Las organizaciones deben identificar de forma temprana cuándo la tecnología pasa de ser una herramienta de productividad a un factor de riesgo, y actuar para mitigarlo”.

La experiencia de la pandemia dejó una lección clara: el teletrabajo llegó para quedarse, pero su éxito dependerá de encontrar un equilibrio que preserve la salud mental, la calidad de vida y la productividad, sin que la conexión permanente se convierta en una cadena invisible.

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