CELOS PSICOLOGIA
Es recomendable establecer acuerdos claros, sin caer en la vigilancia o la desconfianza constante. El amor no necesita la clave del celular, sino más confianza.FREEPIK

Celos y venganzas amorosas: por qué surgen y cómo manejarlos

Los celos y las venganzas amorosas traen consigo anécdotas que divierten y verdades sobre heridas que aún no han sanado.

Un oso de peluche completamente destrozado. Una caja llena de cartas de amor devuelta con una nota que decía “gracias por nada”. Y una cita con el “mejor amigo” del ex, solo para ver si le dolía. Aunque suenen a escenas de cine, todas estas historias tienen un denominador común: celos y venganzas amorosas.

Porque hay que aceptarlo: la mayoría, en algún momento, ha sentido ese retortijón en el estómago cuando alguien que les gusta mira a otra persona, cuando sospecha de un coqueteo… o cuando ve a su ex rehaciendo su vida como si nada.

A continuación, conozca qué se esconde detrás de esas intensas emociones que surgen cuando el desamor aparece, cómo pueden gestionarse (sin terminar en una telenovela latina) y, por qué no, reír con algunas anécdotas que más de uno ha cometido en nombre del corazón roto.

Celos vemos, razones no sabemos

“Un día, mi esposo me tenía que ir a recoger luego de un evento y de la nada dejó de responder. Como ambos tenemos nuestras ubicaciones en vivo, le dije a una amiga que me acompañe a perseguirlo para saber con quién estaba… pero al final no lo hice”, cuenta Melissa Franco entre risas. Pese a que no pasó a mayores, su historia resume perfectamente cómo, a veces, una simple sospecha puede empujar a escenas dignas de una serie policial (o al menos a fantasearlas).

Y es que, aunque estas reacciones suelen disfrazarse de “pruebas de amor” o gestos normales, detrás suele haber mucho más. La psicóloga Karla Jara explica que este tipo de actos podrían combinar miedo, tristeza e inseguridad: “Surgen cuando se percibe la posibilidad de perder a alguien que se valora y se manifiestan con mayor fuerza en relaciones amorosas, pero también pueden aparecer en otros vínculos, como con amigos o familiares”.

Eso sí, no todos los casos son iguales. Jara diferencia entre aquellos que aparecen de forma ocasional, y las que se vuelven frecuentes, absorbentes y conflictivas. “Cuando ya hay discusiones diarias, control excesivo, desconfianza permanente o incluso agresión, estamos hablando de un problema serio que debe ser atendido”.

Pero ¿qué lleva a una persona a sentir celos con tanta intensidad que termina actuando como detective? Jara identifica tres causas comunes:

  • Heridas del pasado: Experiencias previas como infidelidades, engaños o relaciones abusivas pueden dejar a la persona en un estado de alerta constante. “Es como si su cerebro estuviera siempre buscando señales de que algo malo va a pasar, porque ya lo vivió antes”.
  • Aprendizajes familiares: Si crecimos en un ambiente donde el amor estaba lleno de peleas, celos, chantajes o gritos, es probable que eso nos resulte ‘familiar’ en la adultez, incluso si no es sano. “No es que lo busquemos a propósito, pero el caos nos resulta conocido, y por eso lo toleramos más de lo que deberíamos”.
  • Creencias irracionales sobre el amor: Frases como “si me ama, no debería mirar a nadie más”, “tiene que responderme enseguida” o “todos son iguales” pueden ser señales de ideas aprendidas (ya sea en la infancia, en relaciones anteriores o en lo que vemos a nuestro alrededor) que distorsionan lo que realmente significa una relación sana.
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Cuando la venganza toca la puerta

“Por venganza, me metí con su papá y ahora soy su madrastra”. Esta confesión, que se volvió viral en X (antes Twitter), resume de forma extrema (y algo cómica) hasta dónde puede llegar una persona movida por el despecho. Los celos pueden doler, sí, pero cuando ese dolor no se procesa de forma sana, a veces se transforma en algo más: venganza o ganas de hacerle ‘pagar’ al otro por lo que nos hizo sentir.

“La diferencia entre un impulso y una venganza está en la intención. La venganza se piensa, se calcula y, muchas veces, nace de heridas no cerradas, como infidelidades, relaciones tóxicas o traumas emocionales”, explica Jara. Incluso, en algunos casos, puede estar relacionada con trastornos como ansiedad o depresión. Es decir, no siempre es solo un arrebato... a veces hay toda una historia detrás.

Venga o no disfrazada de frases como “para que aprenda” o “que vea lo que perdió”, lo cierto es que cualquier castigo emocional (como aplicar la ‘ley del hielo’ o volverse distante), no soluciona nada. Al contrario: desgasta, lastima y convierte a los protagonistas del drama en dos desconocidos con rencor acumulado.

Entre confesiones y karma

Sí, todos tenemos (o conocemos) a alguien que en nombre del despecho cruzó la línea y estas historias lo confirman:

  • Melissa Camana cuenta que una amiga suya no dudó en tomar acción luego de ver a su ex con otra mujer: “Le rayó el carro cuando lo vio bajarse con su amante”.
  • Wanda Oliveros tiró al suelo el celular de su ex al descubrir un mensaje romántico. Luego, desde ese mismo teléfono, le escribió al amigo de él para verse ese día. “Quería que se enterara... y lo hizo”.
  • Fernando Varela descubrió que lo engañaban tras tres años de relación. Tiempo después, su ex llevó a su mejor amiga a trabajar al mismo lugar… y él se vengó saliendo con ella.
  • Karla López se besó varias veces con el hermano de quien la dejó. Y en otra relación, cuando su ex descubrió que ella tuvo una infidelidad pasajera durante un viaje, empacó toda su ropa y la dejó en casa de su hermana. “Me escribió que no volviera… y desapareció”.

S.O.S. para manejar los celos

  • Hablar, aunque incomode: Abrir un espacio de diálogo honesto con la pareja para expresar lo que se siente, sin culpas ni ataques.
  • Reconocer las propias inseguridades: Identificar de dónde vienen los miedos, si se trata de heridas del pasado o patrones aprendidos.
  • Fortalecer la autoestima: Una buena relación con uno mismo disminuye la necesidad de controlar al otro.
  • Practicar la autorregulación emocional: Aprender a pausar, respirar y no actuar durante el enojo.
  • Poner límites sanos: Establecer acuerdos claros, sin caer en la vigilancia o la desconfianza constante. Recuerde, el amor no necesita la clave del celular, sino más confianza (y menos drama).
“ Un mensaje sin responder durante horas no siempre significa un problema, pero cuando hay inseguridad o experiencias no resueltas, la ansiedad puede imaginar lo peor”.
Karla Jara || Psicóloga experta en terapia individual y pareja.

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