Parálisis del sueño
La parálisis del sueño es un fenómeno común que le puede suceder a cualquier personaCANVA

Parálisis del sueño: ¿Qué la causa y cómo superarla?

La parálisis tiene una explicación psicológica y puede ser evitada

Despertar y no poder moverse. Sentir cómo el cuerpo pesa como piedra mientras una ola de pánico se apodera del pecho. Algunos describen una presencia en la habitación, sombras que se deslizan por las paredes o voces que susurran al oído… y no hay forma de gritar ni de pedir ayuda. Para muchos, esta experiencia roza lo sobrenatural, pero la ciencia tiene una explicación clara: se trata de un fenómeno conocido como parálisis del sueño.

Aunque varios lo han experimentado al menos una vez en la vida, el miedo y la desinformación suelen acompañarla. Según los expertos, esta vivencia se explica desde procesos psicológicos y neurofisiológicos muy específicos. Comprenderla a fondo ayuda no solo a afrontarla sin miedo, sino también a prevenirla.

¿Qué es la parálisis del sueño?

Desde la perspectiva clínica, no se trata de una enfermedad por sí sola. “En la mayoría de los casos, no es considerada una patología sino una alteración del sueño clasificada como parasomnia”, explica la psicóloga Virginia Morán. Es decir, se manifiesta como un comportamiento atípico durante el sueño, sin necesariamente implicar un trastorno mental o neurológico.

El psicólogo Jorge López señala, por su parte, que esta alteración puede generar síntomas como obstrucción en el pecho, despersonalización, subrogación perceptiva y una intensa desesperación. A ello se suman posibles alucinaciones sensoriales, como escuchar susurros o ver sombras, una experiencia que la psicología asocia al contenido emocional y perceptual activo en el cerebro durante la fase REM.

¿Por qué sucede?

La parálisis del sueño está vinculada principalmente al ciclo REM, donde el cerebro está activo, pero el cuerpo permanece bloqueado. El psicólogo Álvaro Vásquez explica que esto “es una desconexión entre la conciencia y el control motor”. Si despertamos durante esta fase, se puede presentar la parálisis transitoria.

A nivel neurofisiológico, Morán indica que está involucrada la desregulación del Sistema Activador Reticular Ascendente (SARA), que gestiona los estados de vigilia y sueño, junto con las áreas cerebrales encargadas de inhibir el movimiento corporal durante el descanso. Esta desregulación activa la conciencia antes de que el cuerpo salga del bloqueo muscular, generando el fenómeno.

Factores como el estrés, ansiedad crónica, traumas no resueltos y depresión también pueden incrementar su frecuencia. Morán aclara que “estas condiciones impiden que se mantenga una correcta higiene del sueño” y promueven alteraciones del ritmo circadiano, lo que fragmenta los ciclos normales y favorece los episodios.

¿Cómo se diferencia de otros trastornos del sueño?

Aunque suele confundirse con insomnio o apnea, la parálisis del sueño tiene características distintas. López explica que no interfiere directamente con la respiración ni la continuidad del sueño, como sí ocurre en la apnea. En esta última, las vías respiratorias se bloquean parcial o totalmente, generando microdespertares que afectan la salud física.

En el insomnio, la dificultad está en iniciar y mantener el sueño, mientras que la parálisis sucede dentro de un sueño ya establecido. A diferencia de los otros dos, no afecta directamente la calidad del descanso, a menos que se vuelva recurrente y cause deterioro emocional o temor a dormir.

¿Cuáles son los síntomas?

Además de la inmovilidad corporal, algunos de los síntomas más recurrentes incluyen:

  • Sensación de presión en el pecho
  • Dificultad para respirar
  • Ritmo cardíaco alterado
  • Alucinaciones auditivas, visuales o táctiles (susurros, sombras, sensación de ser tocado)
  • Despersonalización o sensación de desprendimiento del cuerpo

Estos síntomas, aunque breves, pueden generar un miedo intenso. Vásquez indica que “psicológicamente, la mente puede activar recuerdos o imágenes asociadas al miedo, incluso películas impactantes, que durante ese estado REM se proyectan como alucinaciones”.

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Las parálisis del sueño muy recurrentes pueden afectar al día a día de las personasCANVA

¿Qué hacer cuando sucede?

Tener claridad sobre lo que está ocurriendo es el primer paso para reducir el pánico. “Saber que la parálisis es pasajera ayuda a tranquilizarse”, dice López. Controlar la respiración consciente puede marcar la diferencia para salir más rápido del episodio.

Vásquez aconseja evitar estímulos intensos antes de dormir y trabajar en la reducción del estrés con técnicas como la terapia cognitivo-conductual, relajación o ejercicios físicos moderados. Morán también destaca que “reconocer los detonantes emocionales y cuidar los hábitos de sueño es parte del abordaje integral para afrontar sin miedo esta experiencia”.

¿Cómo prevenirla?

Las recomendaciones clave de los especialistas incluyen:

  • Estabilidad del sueño: Mantener horarios regulares, evitar desvelos o cambios bruscos, y respetar el ritmo circadiano propio. Algunas personas requieren más de 8 horas para sentirse bien, otras menos. Identificar el ciclo personal es esencial.
  • Limitar pantallas y sobrecarga sensorial: Morán señala que el uso excesivo de aparatos electrónicos fragmenta el sueño REM y puede aumentar la incidencia de parálisis. Se recomienda dejar de usarlos al menos 30 a 60 minutos antes de dormir.
  • Cuidado del cuerpo y la mente: Buena hidratación (1.5 a 2 litros de agua diarios), alimentación balanceada, evitar cafeína y alcohol antes de dormir, y practicar actividades recreativas ayudan a reducir el estrés acumulado.
  • Atención clínica si es recurrente: Si los episodios aparecen varias veces por semana o afectan el bienestar emocional, es recomendable acudir a psicólogos, psiquiatras o neurólogos para un abordaje conjunto, incluyendo terapias específicas o estudios del sueño si se considera necesario.

La parálisis del sueño, aunque inquietante, es más común de lo que se piensa. Al integrar conocimientos psicológicos, hábitos saludables y herramientas emocionales, se puede transformar el miedo en comprensión y recuperar la confianza para dormir. Como concluye Morán, “la clave está en reconocer que el cuerpo pide atención… y cuidarlo con respeto”.

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