Cómo Superar una Infidelidad: Entendiendo las Causas Profundas con un Experto
La infidelidad tiene múltiples causas. Hablamos con un sexólogo para entender el papel de la validación externa, la baja autoestima y la impulsividadfreepik

¿Por qué se comete una infidelidad? Causas psicológicas y cómo superarla

Estas son las causas según un sexólogo. No es solo un problema de pareja, sino de necesidades insatisfechas y autoestima

La infidelidad representa una de las crisis más profundas que puede enfrentar una relación de pareja. Lejos de las simplificaciones narrativas que abundan en la cultura popular, sus causas constituyen una compleja red de factores psicológicos, emocionales y relacionales. Para comprender este fenómeno, es esencial trascender los clichés y examinar las motivaciones subyacentes que llevan a una persona a romper un pacto de fidelidad.

Necesidades insatisfechas y baja autoestima: El motor psicológico

Según el sexólogo Diego Guaranda, las justificaciones superficiales a menudo ocultan carencias afectivas profundas. “Desde la parte psicológica, pueden ser factores como la necesidad de validación y reconocimiento, especialmente cuando se percibe a sí misma como no deseada o siente que no recibe la atención que merece”, explica el especialista. Esta afirmación señala que la infidelidad puede funcionar como un mecanismo disfuncional para suplir una autoestima dañada.

Guaranda amplía este concepto al describir un escenario común: “Así mismo, con el paso del tiempo muchas relaciones se deterioran y disminuyen las muestras de afecto; por ello, si aparece otra persona que brinda la conexión emocional y el contacto que se necesita, puede convertirse en un motivo de infidelidad”. Este deterioro progresivo de la conexión emocional crea un vacío que ciertas personalidades encuentran difícil de resistir.

La evidencia científica respalda esta perspectiva. Un estudio longitudinal publicado en el Journal of Personality and Social Psychology demostró que los individuos con baja autoestima y alta inseguridad emocional presentaban un 65 % más de probabilidades de involucrarse en infidelidades emocionales o sexuales. La investigación, que siguió a 500 parejas durante siete años, estableció que la búsqueda de validación externa opera como un predictor más confiable que la insatisfacción marital per se.

El sexólogo añade otros elementos cruciales al análisis: “Por otro lado hay factores como problemas de autoestima, impulsividad, inseguridad entre otros que pueden motivar a una infidelidad”. Estos rasgos de personalidad, cuando no se gestionan adecuadamente, crean una vulnerabilidad psicológica que predispone a la persona a buscar gratificación inmediata fuera de su relación comprometida.

¿Problema moral o de pareja? Dónde trazar la línea de responsabilidad

Uno de los aspectos más controvertidos en el análisis de la infidelidad radica en determinar su origen primario. ¿Es principalmente un síntoma de problemas preexistentes en la relación o representa fundamentalmente un fracaso individual del carácter y la moral?

Diego Guaranda ofrece una perspectiva matizada sobre este dilema: “Depende de múltiples factores, por ejemplo desde lo individual, el sistema de creencias, rasgos de personalidad que promuevan el control de impulsos o sensación de conexión y aspectos interaccionales (problemas de pareja)”. Esta visión integradora reconoce la multicausalidad del fenómeno, pero el especialista traza una línea clara en cuanto a la responsabilidad última.

“Sin embargo la línea se traza generalmente en la decisión de la persona a ser infiel, siendo este consciente de lo que implica, por ende se hablan de factores más que todo individuales sin resolver que pueden llevar a buscar constantemente la gratificación a través de diversas experiencias como la infidelidad”, afirma Guaranda. Esta declaración sitúa el acto de la infidelidad en el ámbito de la elección personal, independientemente de las circunstancias relacionales.

Una investigación del Archives of Sexual Behavior proporciona datos reveladores sobre esta cuestión. Su metaanálisis de 45 estudios sobre infidelidad concluyó que, si bien el 78 % de los casos ocurrían en relaciones con problemas comunicativos significativos, el 92 % de las personas infieles presentaban rasgos de personalidad específicos, como alta impulsividad, búsqueda de sensaciones o evasión del compromiso emocional. Estos hallazgos sugieren que los factores individuales poseen un peso estadístico mayor como variables predictoras.

Cómo superar una infidelidad: El camino de la reconstrucción

Cuando una pareja decide enfrentar la crisis y intentar reconstruir la relación después de una infidelidad, se inicia un proceso delicado que requiere condiciones específicas. Guaranda identifica elementos fundamentales para esta etapa: “Dentro de los no negociables sería el establecimiento de límites claros, como el no volver a repetir la infidelidad o que existan microinfidelidades”.

El concepto de “microinfidelidades” resulta particularmente significativo, pues se refiere a aquellas conductas que, sin constituir una infidelidad plena, violan los límites establecidos en la reconciliación y mantienen vivo el patrón de deslealtad. Estas transgresiones menores pueden erosionar la frágil confianza que se intenta reconstruir.

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Guaranda enfatiza que el trabajo terapéutico debe comenzar a nivel individual antes de abordar los problemas de pareja: “en la persona que fue infiel se trabaja en el identificar los factores que llevaron a esta decisión y en la pareja se trabaja las consecuencias a nivel psicológico y emocional que puedan existir”. Esta aproximación por fases reconoce que sin una comprensión profunda de las causas que motivaron la infidelidad, cualquier reconciliación se construye sobre cimientos débiles.

La perspectiva del especialista sobre los resultados es realista: “Cabe destacar que los procesos en terapia tras una infidelidad son variables y no se puede brindar una respuesta clara si la relación va a volver a funcionar o no, puesto a que existen factores individuales que se van descubriendo con el paso de las sesiones”. Esta honestidad profesional resulta crucial para manejar las expectativas de las personas involucradas.

El enfoque terapéutico que describe Guaranda prioriza la expresión emocional: “Desde los primeros objetivos se trabaja la validación de las emociones, la exteriorización de estos sentimientos tras la infidelidad y el significado que cada uno le da a esta experiencia”. Este proceso de dar voz al dolor, la rabia y la decepción constituye un requisito indispensable para cualquier posible sanación.

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La evidencia sobre los resultados de este tipo de intervenciones proviene de una fuente autorizada. Según datos compilados por la American Psychological Association, las parejas que se comprometen con un proceso terapéutico estructurado después de una infidelidad muestran tasas de recuperación relacional del 60-75 % después de dos años de trabajo continuo. El éxito correlaciona directamente con la adherencia al tratamiento y la disposición al cambio personal.

La infidelidad como oportunidad para la comprensión y el crecimiento

Lejos de ser un acto unilateral de traición, representa la intersección entre vulnerabilidades psicológicas individuales, dinámicas relacionales deterioradas y elecciones personales conscientes.

La comprensión de que la infidelidad frecuentemente surge de necesidades de validación no satisfechas y problemas de autoestima no es una excusa para justificar el comportamiento, pero proporciona un marco para la intervención terapéutica efectiva. Del mismo modo, el reconocimiento del componente de elección individual enfatiza la responsabilidad personal en el acto, mientras que la consideración de los factores relacionales ofrece insights para la prevención.

Para las parejas que emprenden el difícil camino de la reconciliación, la experiencia clínica y la investigación señala la importancia del trabajo individual paralelo al trabajo de pareja, el establecimiento de límites inquebrantables y la gestión realista de expectativas. La reconstrucción de la confianza representa un proceso medido en años más que en meses, donde la transparencia absoluta y la consistencia en el comportamiento se convierten en la nueva moneda relacional.

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