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¿Cuáles son las metas propuestas para el 2026?FREEPIK

Resoluciones de fin de año: por qué fracasan y qué revelan sobre nosotros

Cuando fallan las metas de Año Nuevo, emerge una oportunidad de entendernos mejor y descubrir qué cambio sí es posible

Se acerca el fin de año y el comienzo en blanco se nos presenta como una oportunidad de cambiar, de transformarnos definitivamente. Planteamos una lista de resoluciones que termina por convertirse en la medida con la que valoraremos el año que comienza. No queremos admitirlo, pero esa lista suele repetir resoluciones pasadas, de años precedentes, que venimos acumulando cada diciembre.

Siempre quedarán cosas incumplidas. Esto nos lleva a una pregunta inevitable: ¿para qué sirve una lista que parece condenada a no cumplirse nunca del todo? ¿Tiene algún valor, aun cuando no logremos cumplir todo lo que prometemos en ella?

Cuando el fracaso también revela pistas sobre nosotros

La forma en que fallamos también es una manera de conocernos. El error, lejos de ser un fallo, es sobre todo una fuente de información valiosa sobre nosotros mismos. Cuando una meta fracasa una y otra vez, algo se está diciendo allí. Por eso conviene tener un poco de compasión con uno mismo, pero también curiosidad: antes de emitir un juicio de corte moral, podemos tomar ese tropiezo como una oportunidad para aprender algo sobre cómo funcionamos.

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Pensemos, por ejemplo, en quien se propone cada año cambiar su régimen alimenticio. Durante algunas semanas va bien, pero en febrero la voluntad se quiebra y la persona vuelve a sus hábitos. Si se concede el tiempo suficiente, esto puede leerse como un síntoma que habla. Tal vez no se trata de falta de disciplina, sino de una función que ese hábito cumple y que no ha sido aún reconocida. Cambiar no siempre depende de intentarlo más; a veces depende de comprender mejor.

Desde la psicología clínica no se busca emitir juicios morales sobre las personas. Se parte de la idea de que las conductas, incluso las no deseadas, dicen algo importante sobre nosotros. No sería desacertado que quienes reciben el cambio de año con cierto temor, anticipando la repetición de los mismos errores y patrones, consideren indagar con un profesional aquello que insiste. Puede suceder que, frente a la voluntad de cambiar, se oponga un mandato, una idea persistente que frena.

Cada año ofrece una nueva oportunidad de hacer compromisos con uno mismo. Tal vez, como resolución de fondo, no ser tan severos con nosotros mismos al momento de formular nuestras metas podría ser el camino más eficaz para que algo sí cambie.

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