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Diciembre y los cambios de ánimoFREEPIK

Por qué diciembre nos inquieta: cuando el tiempo gobierna al deseo

Diciembre altera el ánimo porque revela el precio que pagamos al someternos al tiempo, la rutina y la razón

Los prehistóricos cazaban para alimentarse y se refugiaban para no ser alimento. Presa o predador, no había más. Cuando comenzaron a sembrar y a construir casas y murallas, aparecieron nuevas formas de ser humano. 

¿Qué cambió? Lograron anticipar el cambio de las estaciones, la crecida y el estiaje de los ríos y lo asociaron a un símbolo. Es decir, inventaron el tiempo. Crearon un calendario, que introdujo el cálculo, y el cálculo el balance y la rendición de cuentas.

Cuando el calendario se convierte en soberano

Los meses llevan el nombre de dioses y emperadores por algo. Funcionan como soberanos, con sus leyes y gobierno. Nos sometimos a ellos para no vivir más en la impredecible vida de nómada. La seguridad que ganamos para todos, la pagamos cada uno sometiéndonos al nuevo orden. Sacrificamos la libertad en que necesidad y deseo se confundían en una sola actividad, para hacernos esclavos de la razón y del tiempo.

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Ninguna esclavitud se sostiene para siempre. Los romanos, en su afán por prolongar el orden de amo y esclavo, celebraban en diciembre la fiesta de las saturnales, en la que, por una semana, el esclavo probaba el poder del soberano, quien, por encima de todos, es capaz de satisfacer todos sus deseos. 

Contrariamente a lo que se creería, acabado diciembre el esclavo sentía alivio: regresaba al orden impuesto y no tenía que pensar más en el paso del tiempo, en sí mismo, en sus deseos. Los deseos del amo volvían a ser la ley. Y el esclavo volvía a someterse, voluntariamente.

Todos tenemos al pariente que se queja de las fiestas y ruega que llegue enero y la rutina. Qué revela esto, sino que, como el esclavo, añoramos un orden impuesto que nos proteja de nuestros deseos más íntimos. 

Si en diciembre el ánimo cambia es porque los sentimientos y la emoción reclaman para sí la libertad que les ha quitado la razón. Es un mes para repensar el precio que pagamos por la estabilidad.

Al final, tanto amo como servidor, son iguales ante la finitud. Los años pueden repetirse sin cesar, pero nosotros no. El cambio de ánimo es más que tristeza y nostalgia, es la voz del deseo que le recuerda a la razón y al tiempo que ningún pacto nos conviene a la larga si no se considera la satisfacción de nuestros más profundos deseos en el orden de vida que aceptamos.

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