
Purificar el agua sin químicos ni máquinas: el invento de la UTPL
El fotocatalizador cerámico desarrollado en Loja funciona con luz solar y podría reemplazar tratamientos tradicionales
En un país donde el acceso a agua potable aún es una deuda pendiente en muchas zonas rurales, la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) avanza con una propuesta innovadora que mezcla ciencia, tecnología y compromiso social.
Se trata de un fotocatalizador cerámico que, al ser expuesto a luz solar o artificial, elimina microorganismos patógenos y contaminantes químicos del agua sin necesidad de añadir productos tóxicos ni utilizar complejos sistemas mecánicos.
Su creador, el doctor Silvio Aguilar Ramírez, docente e investigador, ha liderado esta iniciativa desde el enfoque de la ingeniería ambiental aplicada a las necesidades reales del país.
Esta solución nace como resultado de una investigación doctoral enfocada en la creciente amenaza de los contaminantes emergentes, entre ellos fármacos y productos químicos que llegan a los cuerpos de agua y cuyos efectos a largo plazo aún no se comprenden completamente.
“Nuestra meta fue desarrollar una tecnología limpia, eficiente y viable para comunidades donde los recursos técnicos y económicos son limitados”, afirma Aguilar.
Un dispositivo cerámico, práctico y sostenible
El corazón de este avance es el fotocatalizador cerámico, una pieza sólida que concentra semiconductores como dióxido de titanio y óxido de zinc en una matriz que se activa con luz. Esta activación genera radicales hidroxilo y oxígeno, compuestos altamente reactivos que destruyen bacterias y degradan moléculas orgánicas.
A diferencia de otros métodos como la ósmosis inversa, que requiere alta presión y mantenimiento técnico, esta innovación no necesita energía adicional ni sustitución periódica de materiales.
“La clave fue superar uno de los mayores desafíos técnicos: el uso de semiconductores en nanopartículas. Estas son difíciles de recuperar y su manipulación implica riesgos. Nosotros diseñamos una estructura cerámica reutilizable, que conserva la eficacia del proceso sin las complicaciones de los nanomateriales”, explica Aguilar.
Esta característica no solo reduce costos, sino que facilita su aplicación en zonas rurales y comunidades remotas, donde el acceso a plantas de tratamiento o recursos eléctricos es limitado. Su potencial es tan alto que incluso podría aplicarse en emergencias humanitarias o zonas afectadas por desastres naturales, donde el acceso a agua potable es crítico.

De los laboratorios al territorio
Aunque los resultados en laboratorio son contundentes, el proyecto ahora enfrenta una etapa clave: su validación en condiciones reales. Para ello, el equipo de investigación planea implementar pruebas piloto en comunidades con altos niveles de radiación solar y escaso acceso a fuentes seguras de agua.
“Los desafíos técnicos ahora se trasladan al campo: necesitamos evaluar el comportamiento del sistema frente a caudales reales, exposición continua, variaciones climáticas y tipos de contaminantes diversos”, afirma Aguilar.
La transición hacia la aplicación comunitaria también implica establecer alianzas con organizaciones no gubernamentales, entidades estatales y actores locales que permitan introducir la tecnología de forma sostenible y participativa. “Este no es un proyecto que se limita al laboratorio. Queremos que impacte en la vida cotidiana de las personas. Ese es el verdadero objetivo de la ciencia universitaria”, enfatiza.
Reconocimiento científico y apuesta internacional
Este avance tecnológico fue recientemente premiado en el evento SUMITT CEDIA 2025, organizado por la Corporación Ecuatoriana para el Desarrollo de la Investigación y la Academia (CEDIA), que reconoce las mejores propuestas en innovación y propiedad intelectual del país. Además, la UTPL ya ha registrado una patente en España y tramita otra a nivel nacional, lo que le otorga protección legal e impulsa su proyección internacional.
El doctor Aguilar celebra este reconocimiento como un respaldo al esfuerzo colectivo y a la visión institucional de generar conocimiento útil.
“Más allá de los premios, este trabajo representa la posibilidad de devolverle a la sociedad soluciones concretas que nacen de la investigación. La academia demuestra que es posible generar ciencia desde el sur del país con impacto global”, señala.
Agua limpia para un futuro sostenible
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que la escasez de agua limpia será uno de los principales desafíos globales del siglo XXI. El crecimiento de la población, la expansión urbana y la contaminación industrial están acelerando el deterioro de las fuentes hídricas.
“Cada año, millones de personas, especialmente niños, mueren por enfermedades vinculadas al agua contaminada. Este fotocatalizador podría reducir significativamente esos riesgos en comunidades vulnerables, mejorando la salud pública y la calidad de vida”, subraya Aguilar.