
Pride 2025: El daño psicológico de crecer sintiéndote un error por ser LGBTIQ+
El rechazo familiar y escolar deja graves heridas en la salud mental de personas LGBTIQ+. ¿Qué hacer para acompañar y sanar?
Imagínate crecer creyendo que algo está mal contigo. No por tus acciones, sino simplemente por ser quien eres. Esta es la realidad silenciosa que viven muchas personas de la comunidad LGBTIQ+ desde su infancia. En lugar de amor incondicional, encuentran correcciones, silencios incómodos o directamente rechazo.
“Crecer sintiéndote un error es de las heridas más profundas que puede tener un ser humano”, explica el psicólogo clínico Kevin Ubillús, quien ha acompañado a decenas de pacientes LGBTIQ+ en procesos terapéuticos. “Cuando tus primeras figuras de amor, como papá o mamá, invalidan lo que eres, es fácil que empieces a creer que no mereces amor ni respeto”.
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El impacto emocional de “no encajar”
Palabras como “no seas así”, “eso está mal” o “en esta casa no” marcan más de lo que muchos imaginan. No siempre hacen falta golpes para dejar huella: basta un gesto, una mirada, una frase que se repite en el tiempo.
“El cuerpo sana de un golpe físico, pero las palabras pueden quedarse grabadas en la identidad emocional por años”, afirma Ubillús. Los efectos se acumulan: baja autoestima, ansiedad, depresión, culpa crónica, disociación emocional e incluso autolesiones.
Las máscaras que se ponen para sobrevivir
Muchas veces, las personas LGBTIQ+ crecen “actuando” roles para evitar el castigo social o familiar. El niño que finge ser “varonil”, la chica que oculta que le gustan las mujeres, el adolescente que evita hablar de amor por miedo a las burlas.
“Esto genera una disociación emocional muy fuerte”, explica Ubillús. “En casa eres una persona, con tus amigos otra, con tu pareja otra… y al final, te terminas perdiendo de ti mismo”.
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Cuando el rechazo empieza en casa
“El primer lugar que debería abrazarte es tu hogar, pero para muchas personas LGBTIQ+, eso no ocurre”, comenta Ubillús. Y no es raro escuchar frases como “te acepto, pero no lo muestres”, o “sigue siendo mi hijo, pero en esta casa no traigas a tu pareja”.
Este tipo de “aceptación condicionada” también deja heridas. La persona crece intentando encajar a toda costa: en la familia, en la escuela, en el trabajo. Pero ese constante esfuerzo por ser aceptado, a menudo, pasa factura.
Rechazo escolar: invisibilidad que duele
En la escuela, las expresiones homofóbicas o la rigidez de normas (como imponer una vestimenta obligatoria para niñas y otra para niños) aumentan la presión. En entornos religiosos o militares, decir “ser gay es pecar” sigue siendo tan común como peligroso.
“En colegios militares la rigidez machista bloquea la diversidad. Y muchos padres mandan a sus hijos allí ‘para corregirlos’”, nos cuenta Ubillús.

¿Qué señales nos pueden alertar?
“Muchas veces, el entorno puede notar cambios en la conducta: aislamiento, irritabilidad, compulsiones, o intentos extremos por encajar”, dice Ubillús. Desde encerrarse en su mundo virtual hasta salir en exceso, lo que parece solo un cambio de humor puede ser una señal de alarma.
Por eso, la salud mental en adolescentes LGBTIQ+ es un tema urgente. La adolescencia ya es compleja por sí sola, pero se vuelve más dura cuando se mezcla con el miedo al rechazo o a “no ser suficiente”.
@psic.kevinubillus No eres tú quien está confundido. Es el mundo que aún no sabe respetar lo que no entiende. Mi identidad no necesita validación. #guayaquil #psicologoecuador #psickevinubillus #identidad #nobinario ♬ sonido original - Psicólogo LGBTIQ+
¿Y si no hay recursos para ir a terapia?
La ayuda psicológica no siempre es accesible para todos. Pero eso no significa que no haya opciones.
“Existen fundaciones, grupos de apoyo, terapeutas que ofrecen tarifas sociales o incluso primeras sesiones gratuitas”, sugiere Ubillús. También se puede hablar con una persona de confianza: lo importante es no cargar con todo solo.
¿Qué puede hacer el entorno?
“Lo primero es abrir conversaciones sin juicio. Un simple ‘¿cómo estás de verdad?’ puede abrir una puerta”, recomienda el psicólogo. Amigos, hermanos, profesores, compañeros de trabajo: todos pueden ser redes de apoyo si hay empatía.
La clave, dice, es dejar claro que pedir ayuda no es debilidad, sino valentía. Porque sí: hablar de lo que duele, especialmente cuando te enseñaron a callar, es un acto de amor propio.
Lo que falta: reconstruir desde el amor
Ubillús destaca la necesidad de una transformación cultural:
- Desconstruir roles de género y estereotipos de “rosa para niñas, azul para niños”.
- Promover el derecho a que la infancia explore y cuestione, sin temor.
- Enseñar que conocer sobre género o sexualidad no “impone” conductas: otorga herramientas para la libertad y el criterio propio.
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¿Cómo se empieza a sanar?
Sanar no es inmediato. Es un proceso, muchas veces doloroso, pero posible. “Cada proceso es distinto, pero lo primero es dejar de verse como un error. Reconocer que eres valioso, digno, y que tu identidad no necesita permiso para existir”, asegura Ubillús.
Y lo más importante: la libertad también es una responsabilidad, con uno mismo, con el cuidado propio, con la verdad de quién eres. “Ser visible no es una obligación. Pero vivir en constante represión sí tiene un costo alto”, concluye el psicólogo.
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