
Javier Moro: “Siempre he sentido la pulsión de contar historias”
Un artista de las letras que transforma hechos reales en relatos que atrapan, con el rigor de un historiador
Es la segunda vez que la trayectoria del español Javier Moro lo trae a Guayaquil, ahora para presentar su más reciente libro, Nos quieren muertos. Su primera visita fue en 2018, también con motivo de la Feria del Libro. “Tengo un recuerdo maravilloso de esta ciudad, por eso he querido volver”, dice con una sonrisa que confirma la sinceridad de sus palabras.
Aunque estudió Historia y Antropología en la Universidad de Jussieu, en París, fue su pasión por las letras la que lo llevó a narrar aquellos episodios del pasado que más le llamaban la atención. “Yo siempre he sentido la pulsión de contar historias. Eso es lo que más me ha motivado”, confiesa apenas la charla entra en calor.
Su primera novela la escribió junto a su abuela, cuando tenía apenas siete años. “Ya a esa edad sentía la necesidad de contar algo, de crear un cuento, de inventar. Y eso lo sigo teniendo. Cuando no estoy en ese proceso, siento que me falta algo”, asegura. De aquellos estudios, guarda una valoración clara: “No solo aportan cultura, sino que te dan las claves para narrar hechos del pasado”.
Con cierta timidez, cuenta que proviene de una familia de escritores, donde siempre se hablaba de libros y se analizaban historias. “Discutían qué era una buena historia y si resultaba creíble o no”. Pero lo delaté: “Dominique Lapierre es su tío, ¿qué tanto influyó en usted?”, le pregunté. “Muchísimo”, respondió sin dudar.
“Él no tenía hijos, solo una hija -que también es escritora, por cierto-, y me hizo parte de su equipo cuando yo era estudiante. Él era un gigante en ese momento, y yo no era nadie. Así fue como fui entrenándome (Esta noche, la libertad, 1975). Más tarde, de manera muy generosa, me ofreció escribir conjuntamente un libro (Era medianoche en Bhopal, 1997)”. De esa experiencia, guarda un cariño especial: “Es de los libros más bonitos que yo creo que tengo”.
Investigación y progreso
Su rutina creativa comienza temprano en la mañana. “Escribir requiere mucha concentración, y uno está más enfocado después de haber dormido bien”, afirma. Quizá uno de los rasgos más valorados por sus lectores es la facilidad con la que logra abordar temas complejos y sumergirlos en una narración ágil y entretenida. Pero esa aparente ligereza oculta un trabajo riguroso: dedica cerca de cuatro años a cada libro, entre investigación, redacción y promoción.
“Entre un libro y otro, no te enteras”, comenta. “La investigación puede durar año y medio, la escritura otro tanto, y luego está la promoción”. Todo ese proceso requiere paciencia y disciplina, aunque el lector apenas perciba el esfuerzo que hay detrás.
Y aunque la pregunta suene predecible, no podía dejar de hacerla: ¿qué opina de la inteligencia artificial? “No la veo como un peligro. No se puede ir en contra del progreso ni de la tecnología. Toda innovación tiene su lado bueno y su lado menos bueno. Hoy en día, yo la uso porque me resulta muy útil en la investigación”.
No le pediría a la IA que escriba un párrafo -“porque no va a parecer mío”-, pero reconoce que para adelantar búsquedas o verificar datos, es una gran herramienta. “Se gana mucho tiempo”, afirma, y remata: “Lo importante es adaptarse sin miedo”.
Recuerda cómo la imprenta de Gutenberg generó resistencia en su época. “Siempre que surge un avance, hay una reacción en contra. Lo mismo ocurrió con las vacunas, como cuento en A flor de piel. Al principio, escandalizaba: ‘¿Quién es el hombre para mezclar fluidos animales con los del cuerpo humano?’. Pero la vacuna resultó ser tremendamente eficaz. Así es como avanza la historia”.
India como inspiración
Cinco de sus libros tienen a India como escenario: El pie de Jaipur, Era medianoche en Bhopal, Las montañas de Buda, Pasión india y El sari rojo. “La primera vez que fui tenía 14 años. Mi padre trabajaba en una aerolínea y viajábamos con él”, recuerda. Aunque no ha recorrido todo el país, reconoce que India lo inspira: “Me gusta mucho hablar con la gente, interactuar. Es un país que ha salido del medioevo hace poco y se proyecta hacia el futuro”.
Describe a India como un país lleno de contrastes, intensidad y color, con luces y sombras. “Tiene muchos problemas, como el de las castas, pero también manda gente al espacio y construye fábricas”.
Eso sí, aclara que su fascinación no es espiritual. “Lo que menos me interesa es su filosofía. Me interesa más lo social, lo humano, lo histórico. No he entrado en el mundo de los gurús o el yoga. Voy a las clínicas de Ayurveda, que son como un detox, y eso es maravilloso, pero no me interesa lo espiritual”.
Una historia actual
Su nuevo libro, Nos quieren muertos, narra la historia de Leopoldo López, líder opositor venezolano encarcelado tras encabezar las manifestaciones contra el régimen de Nicolás Maduro en 2014.
Aunque aborda hechos recientes, Moro lo considera una novela histórica. “¿Por qué la historia tiene que empezar en el siglo XIX? Ya es histórico lo que pasó ayer”, sostiene. Como elemento distintivo, el libro incluye 15 códigos QR con videos y fotos reales, facilitados por la familia de López. Un puente entre la narrativa y la documentación.
¿Y qué viene después? Javier busca renovarse, empezar desde cero. “Estoy explorando nuevas ideas. Quiero hacer algo completamente distinto, tal vez más cómico”, confiesa. Después de un libro tan intenso, siente la necesidad de cambiar de tono y respirar un aire más ligero.
Como ahora está de moda adaptar los libros al cine, le pregunto si alguna de sus obras llegará pronto a la pantalla. Con una mezcla de ilusión y algo de picardía, dice que le encantaría ver El sari rojo en el cine, y adelanta que ya hay conversaciones con una productora italiana. Pero si hay que hacer apuestas, sonríe y deja caer: Pasión india podría ser la primera en llegar.
Los jóvenes y la lectura
“Los jóvenes leen más que nunca, especialmente literatura juvenil, que tiene tramas estupendas”, comenta Javier Moro con cierto entusiasmo. Sin embargo, observa que muchos abandonan el hábito alrededor de los 18 años, cuando el celular y otras distracciones ganan terreno. “Es una pena, porque la lectura de ficción tradicional está bajando; en Estados Unidos ha caído un 40 %, y aquí vamos por ese camino”, añade, con algo de preocupación. Para él, la competencia de las series de televisión es uno de los grandes desafíos para mantener viva la lectura.
Premios
- Premio Planeta de Novela (2011): El imperio eres tú.
- Premio Primavera de Novela (2018): Mi pecado.
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