
Dislexia y lectura: La clave está en la ortografía, según ciencia
¿La dislexia dificulta la lectura? Un estudio de 50 años demuestra que la instrucción ortográfica es clave
Durante décadas, la ortografía ocupó un lugar secundario en las aulas. La creencia general era que se trataba de una habilidad mecánica, susceptible de ser delegada a los correctores automáticos. Sin embargo, un análisis exhaustivo de casi cincuenta años de investigación acaba de dar un vuelco a esta idea, revelando que su enseñanza estructurada es una herramienta poderosa para fortalecer la alfabetización en estudiantes con dislexia y otras dificultades de aprendizaje.
La revisión metaanalítica, publicada en la prestigiosa Journal of Learning Disabilities y liderada por el investigador Brennan Chandler de la Universidad Estatal de Georgia, analizó 59 estudios que involucraron a más de 2.200 estudiantes de primaria y secundaria. Los resultados son interesantes, las intervenciones ortográficas sistemáticas no solo mejoran la capacidad de escribir correctamente, sino que también producen avances medibles en la lectura de palabras.
“Durante años, la ortografía se trató como la memorización de listas semanales de palabras o algo que la tecnología puede corregir”, señaló Chandler. Pero su trabajo demuestra que es mucho más: es un pilar fundamental para la construcción del lenguaje.
Estrategias que marcan la diferencia
La investigación no se limitó a confirmar la importancia de la ortografía, sino que identificó los métodos de instrucción más efectivos:
- Enfoques multilingües: Integrar sonidos, patrones ortográficos y partes de palabras junto con estrategias de estudio mostró ser especialmente beneficioso.
- Estudio de palabras completas: Este método, que va más allá del sonido individual de las letras, generó el efecto más significativo en la mejora ortográfica.
- Métodos fonémicos: El trabajo explícito en la relación entre sonidos y letras (fonemas y grafemas) favoreció tanto la ortografía como la lectura.
De la evidencia a la práctica
Pese a la solidez de la evidencia, los investigadores alertan sobre una brecha crítica: la falta de programas comerciales de intervención ortográfica disponibles para las escuelas. La oferta educativa no ha acompañado los hallazgos científicos.
Para salvar esta distancia, el equipo de Chandler ya está trabajando en el desarrollo y adaptación de rutinas de intervención basadas en sus hallazgos. El objetivo es claro: proporcionar a los educadores herramientas prácticas y validadas para integrar la instrucción ortográfica en la enseñanza diaria.
Este cambio de paradigma sugiere que, lejos de ser una carga memorística, la ortografía sistemática puede ser la llave que desbloquee el potencial lector de muchos estudiantes que históricamente han enfrentado barreras en su alfabetización. La tecnología no es un sustituto, sino un complemento; la verdadera base está en una enseñanza consciente, estructurada y respaldada por la ciencia.
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