
¿El paracetamol en el embarazo causa autismo? La ciencia responde a Trump
La OMS y la EMA afirman que no hay evidencia que vincule el paracetamol con el autismo
En un nuevo episodio que une la política con la salud pública de Estados Unidos, las recientes declaraciones del presidente Donald Trump instando a las mujeres embarazadas a evitar el consumo de Tylenol (paracetamol) por un supuesto vínculo con el autismo han encendido las alarmas de la comunidad médica internacional.
Sus afirmaciones, carentes de respaldo científico sólido, han provocado una rápida y contundente respuesta de agencias reguladoras y expertos. Pero más allá de los datos científicos, surge la perspectiva de la propia comunidad autista, que ve con alarma cómo se repiten narrativas dañinas y se patologiza su forma de ser.
Las afirmaciones y la reacción inmediata
Durante un discurso público, el presidente Trump hizo un llamado directo para que las embarazadas dejen de usar este analgésico común, prometió revelar en la Oficina Oval "cómo sucede [el autismo] para que no vuelva a suceder". Estas declaraciones, que siguen a las afirmaciones del secretario de salud de Estados Unidos Robert F. Kennedy Jr., han sido ampliamente difundidas en redes sociales.
La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) fue una de las primeras en pronunciarse, emitiendo un comunicado “la evidencia disponible no ha encontrado ningún vínculo entre el uso de paracetamol durante el embarazo y el autismo”. El organismo subrayó que el paracetamol sigue siendo una opción segura cuando se utiliza correctamente. En la misma línea, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostuvo que “la evidencia sigue siendo inconsistente” y reiteró, refutando otra afirmación de Trump, que “sabemos que las vacunas no causan autismo”.
La perspectiva autística: Lou desmonta el argumento
Frente a este escenario, voces dentro de la comunidad autista, como la de Lou, escritora y creadora de contenido británica que es autista, ofrecen un análisis lúcido que desmonta los argumentos desde su raíz. Su postura, compartida en sus canales, se puede resumir en varios puntos clave:
- Desmitificando la ‘epidemia’: Lou cuestiona la narrativa alarmista. Como plantea en su análisis "Untangling the truth: Is Autism an Epidemic?" (publicado en instagram), el aumento de diagnósticos es comparable al de personas zurdas cuando esta dejó de ser penalizada. Afirma que "La zurdera no es una moda, ni lo es ser autista". Explica que el aumento se debe a una ‘mayor concienciación’ y a que "Las personas autistas siempre han existido, simplemente no siempre fueron identificadas como tales".
- Una contradicción histórica: Lou señala una falencia lógica incontestable: "El autismo se diagnosticó por primera vez en 1943. El Tylenol se inventó en 1955". ¿Cómo puede ser la causa de algo que ya existía?
- Correlación no es causalidad: Sobre los estudios que citan un leve aumento estadístico, Lou aclara que la correlación no implica causa. Propone una explicación alternativa basada en la herencia neurodivergente: "Puede que las madres que son autistas tengan más probabilidades de tener hijos autistas (por los fuertes componentes genéticos) y también sean más propensas a usar analgésicos durante el embarazo". Este argumento se fortalece con datos que muestran que "cuando los investigadores compararon directamente a hermanos..., el aparente mayor riesgo desapareció", sugiriendo que otros factores están en juego.
- El peligroso regreso de culpar a la madre: Para Lou, el anuncio revive una historia dolorosa. "Esto sigue una historia de culpar a la madre por el autismo", recuerda, refiriéndose a la teoría desacreditada de las "madres nevera" de los años 50. Cambiar el culpable al paracetamol, advierte, es otra forma de culpar a la madre que carga una vez más la responsabilidad sobre la mujer embarazada.
Más allá de la desinformación, la estigmatización
Por un lado, la ciencia, representada por la EMA y la OMS, descarta un vínculo causal y defiende la seguridad del paracetamol cuando es necesario. Por otro, la comunidad autista, a través de voces expertas como la de Lou, nos recuerda que el verdadero daño de estas afirmaciones no es solo médico.
El peligro es revitalizar la búsqueda de un "culpable" para una condición de origen principalmente genético y neurodivergente, lo que estigmatiza aún más a las personas autistas y presenta su existencia como un error evitable. La recomendación final, tanto médica como social, es consultar al médico, confiar en la evidencia y, sobre todo, escuchar a la comunidad autista, que pide comprensión y aceptación, no campañas de desinformación que alimentan el miedo y la culpa.
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