
Daniel Millán López: “El autismo no es una sentencia de muerte en vida”
El psicólogo español visitó Quito para hablar sobre el diagnóstico y los mitos que aún pesan sobre el espectro autista
Entre aplausos y vítores, Daniel Millán López toma el escenario. La sala, en el Centro Cultural Itchimbía de la capital, está a reventar. Familias enteras ocupan todos los asientos, y quienes no encontraron lugar se apoyan contra las paredes o se sientan en los pasillos para escucharlo.
El psicólogo, conferencista y docente español lleva veinte años trabajando con personas dentro del espectro autista, así como con sus familias, enfocando su labor en una comprensión profunda de lo que implica el diagnóstico. Se ha convertido en uno de los expertos más reconocidos sobre el tema a través de plataformas como YouTube, Instagram y TikTok.
“Una de las grandes dificultades que enfrentan las familias no es el diagnóstico en sí, sino la forma en que se comunica. Cuando esto se hace desde el catastrofismo, muchas caen en un duelo que las lleva a buscar soluciones mágicas. Y eso no solo es erróneo, sino profundamente dañino. El autismo no es una sentencia de muerte en vida, ni una enfermedad que haya que curar”, afirma el experto.
A ello se suma la desinformación que aún existe sobre el tema, así como el limitado acceso a recursos informativos y educativos que permitan la integración social y escolar de quienes han sido diagnosticados.
En 2021, Millán publicó ‘Guía Autista - Consejos para sobrevivir en el loco mundo de los neurotípicos’, un éxito en ventas que ahora complementa con ‘Es autista, ¿ahora qué?’, libro que desmonta mitos en torno al diagnóstico y profundiza en los pasos clave para encontrar herramientas adecuadas en el proceso de aprendizaje de niños y adolescentes; una deuda pendiente con sus seguidores.
“Nos han vendido el autismo como ese niño no verbal, que no habla, que no interactúa con las personas. Pero ese es un arquetipo que realmente no representa la realidad del espectro. Esto no quiere decir que no existan casos así, pero no representan a la gran mayoría de personas autistas, que sí tienen ciertas habilidades de comunicación, de interacción con otros y distintos recursos. Y claro, ese mito es lo primero que se les viene a la cabeza a muchos padres cuando reciben el diagnóstico”, indica.

¿Cómo manejar el diagnóstico?
Millán asegura que lo primero es la aceptación: “Yo siempre les digo a los padres de familia que es como si en su cerebro ellos tuvieran un Android y su hijo, un iPhone. Dos sistemas operativos que parecen hacer lo mismo, que pueden realizar muchas funciones similares, pero también otras muy distintas, e incluso algunas incompatibles.
Tan pronto acepten eso, muchísimo mejor, porque la mayoría de los fracasos en las intervenciones con personas autistas se producen por intentar que el cerebro de una persona con autismo sea ‘normal’, sea un Android. Y eso no va a pasar nunca, porque ese cerebro siempre va a ser autista”, afirma.
A ello, añade, se debe sumar la búsqueda de profesionales adecuados para dos intervenciones vitales: la estructura y la comunicación.
La primera, explica, busca implementar en la vida cotidiana la organización, la anticipación y la predictibilidad, para facilitar las transiciones del día a día. La segunda, en cambio, apunta a fortalecer el habla o desarrollar otros métodos de comunicación.
“Cuando trabajamos estas dos áreas, les damos herramientas cruciales. Una vez que están bien implementadas, ya podemos trabajar con todo lo demás: terapia ocupacional, modelos de esos con nombre y apellido, equinoterapia… Pero si no trabajamos primero esas dos áreas fundamentales, construimos la casa por el tejado”, agrega.
Sus posiciones tampoco han estado exentas de polémica, entre ellas la ruptura que ha planteado con la Terapia de Análisis de Conducta Aplicada (ABA). También ha cuestionado a la psiquiatría por su tendencia a medicar a las personas con autismo.
“Se trata de sistemas que no tienen en cuenta cómo funciona el cerebro autista. Yo, personalmente, creo que hay que evitar cualquier intervención que no sea respetuosa con la naturaleza del niño y que tienda a erradicar conductas, en lugar de buscar alternativas más adaptativas”, afirma.
Las redes sociales; pros y contras
A través de sus plataformas en YouTube, Instagram y TikTok, Millán ha construido una comunidad global en la que responde a inquietudes como la necesidad de un examen genético para quienes han sido diagnosticados, cómo trabajar la adaptación en colegios y empresas, y cómo manejar el trastorno explosivo intermitente. En cada una de sus redes, el experto cuenta con miles de seguidores que interactúan con sus publicaciones y videos, añadiendo sus propias preguntas a cada tema.
Y si bien agradece a quienes interactúan con él y valoran sus intervenciones, también le genera preocupación. “Me alegra contribuir, claro, pero las familias deberían poder encontrar información clara y acompañamiento en los espacios que ya están pagando. Que las familias tengan que buscar respuestas en redes sociales es, en el fondo, un síntoma del fracaso del sistema profesional”, dice.
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