
Abuso coercitivo: señales para detectarlo a tiempo
Técnicas de control y manipulación pueden minar la libertad y autoestima; reconocerlas es clave para protegerse
En los últimos años, la Iglesia Católica ha estado en el centro de la atención por varios casos de abuso coercitivo. Aunque muchos movimientos religiosos presentan debilidades, hechos recientes -como la disolución del Sodalicio de Vida Cristiana, ordenada por el papa Francisco, y un documental que expone al fundador del Regnum Christi- invitan a reflexionar.
La pregunta central es qué buscan realmente las personas al unirse a comunidades donde su libertad puede verse comprometida. Para entender mejor este fenómeno, SEMANA conversó con la psicóloga Carmen Ojeda, experta en terapia familiar sistémica y conductual dialéctica.
Resulta interesante observar cómo algunas figuras logran movilizar a grandes grupos de individuos. A pesar de presentar indicios de trastornos disociativos de personalidad, su carisma ejerce una fuerte atracción, incluso cuando otros llegan a sentirse disminuidos. Como explica la especialista, en estos contextos opera una forma de coerción psicológica, sustentada en frases como: “eres soberbio”, “te falta humildad” o “no tienes suficiente fe”. Estas expresiones llevan a los individuos a cuestionarse a sí mismas y a aceptar situaciones que, de otro modo, podrían rechazar.
“Probablemente, la gran mayoría de las personas que son manipuladas en su psiquismo tienen una profunda necesidad de valoración o reconocimiento”, explica Ojeda. Esa necesidad básica de ser amados puede llevar a muchos a aceptar renuncias sin cuestionarlas. En otros casos, es el mismo movimiento el que excluye a quienes no cumplen con sus expectativas o representan un posible conflicto, lo que hace fundamental detenerse a reflexionar.
Como bien señala la especialista: “Los seres humanos no somos autómatas; todos tenemos capacidad de discernimiento y podemos preguntarnos: ‘¿por qué está pasando esto?’”. Reconocer que estas comunidades pueden buscar poder -social, económico o político- es clave, pues se trata de estructuras de control. Ojeda añade: “Yo creo que una vez que entras ahí, es muy difícil salir”.
Pérdida de libertad y manipulación
No debemos olvidar que, aunque las víctimas estén rodeadas de individuos con trastornos psicológicos o psiquiátricos, conservan su capacidad de pensar, su voluntad y su inteligencia para comprender lo que está sucediendo. Sin embargo, una vez que logran salir de un proceso de manipulación, a menudo sienten una gran frustración consigo mismos, preguntándose: “¿Por qué permití que mi vida se viera atrapada en este control?”
Para darse cuenta de que se está entrando en una secta o en un proceso de abuso coercitivo, lo fundamental es reconocer la pérdida de libertad. Según la experta, “siempre en la coerción tú pierdes tu libertad. Dejas de ser tú para agradar o para complacer al otro”. Esto puede ocurrir mediante técnicas manipulativas religiosas, afectivas o sociales, haciendo que la persona viva únicamente para satisfacer al otro. Como enfatiza Ojeda: “Lo único que no le pueden robar al ser humano es su libertad”, por lo que percibir su ausencia es la señal clave de alerta.
Otro rasgo de alarma ocurre cuando el movimiento exalta excesivamente a la persona, desplazando la centralidad del Ser Supremo. Ojeda enfatiza: “Creo que los elementos y adornos de estos movimientos te distraen de la relación principal que debes tener con tu Creador. Si gustas el silencio de la naturaleza, o en el caso de los católicos, frente al Santísimo”. En otras palabras, se sustituye la relación con Dios por una relación con otro ser humano, que posee los mismos defectos -o incluso peores- que cualquiera.
Cuando se logra salir de esa situación, queda en el aire la pregunta: ¿Qué hice con mi vida? ¿He perdido mi tiempo? Además, la persona debe reconstruir su autoestima, minada por el engaño de quienes creía sus pares. Ojeda aclara que, para muchos, “es más fácil seguir viviendo engañado que tener el valor de afrontar la situación”. Recuperar la libertad personal y la claridad sobre uno mismo se convierte en el primer paso hacia la sanación, recordando que la autonomía y el discernimiento son herramientas fundamentales para reconstruir la propia vida.
Primera sanción del nuevo papado
EL 16 de septiembre, el papa León XIV destituyó de manera definitiva al diácono italiano Alessandro Frateschi (50 años), condenado a 12 años de prisión por abusar sexualmente de cinco menores entre 2018 y 2023, en lo que representa la primera sanción importante en la lucha contra la pederastia desde su elección en mayo. La diócesis de Latina, en el centro de Italia, informó que la decisión del papa es inapelable y responde al principio de “tolerancia cero” exigido por las víctimas. El pontífice reafirmó su apoyo a las víctimas, asegurando que “la violencia sufrida no puede borrarse”.
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