Hombre solo
El nuevo peligro: pensar en masaFREEPIK

El peligro del pensamiento de masas existe

Entre el miedo y la tecnología, volvemos a entregar nuestra razón a líderes y promesas que nos hacen sentir seguros

Hace cinco años nos atacó un virus que nuestro cuerpo no conocía y del que no podía defenderse. Vulnerables física y psicológicamente, aceptamos sin mayor reflexión cualquier explicación que nos hiciera sentir menos angustiados ante lo desconocido.

Eventualmente, superada la ansiedad de no saber, nos dimos cuenta de que no fuimos castigados por Dios, de que no había que tomar cloro y de que no fuimos víctimas de una conspiración para reducir la población o para alterar el orden económico del mundo. Una fragilidad de criterio parecida nos amenaza otra vez.

Un nuevo miedo, la misma reacción

La revolución de la inteligencia artificial nos está haciendo repensar nuestro lugar en el mundo. Aunque no lo admitimos, es algo que nos asusta, porque aún no sabemos cómo responder. Esto no es un defecto ni un motivo para sentir vergüenza o culpa; es una respuesta natural a lo desconocido, pues la comprensión siempre llega después de los hechos. 

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La pérdida del sentimiento de realidad en la era digital

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Sin embargo, existen personalidades de pocos escrúpulos, por lo general políticos o religiosos, o más recientemente emprendedores del mundo de la tecnología, que están aprovechando la coyuntura para vender una versión de la realidad donde el cambio que vivimos no es un fenómeno angustiante.

Una masa desesperada compra soluciones simplificadas: aplicaciones para la productividad, promesas de longevidad o una posible salvación digital. Frente a tan triste situación, la psicología nos da una mano ayudándonos a entender el pensamiento de masas para saber resistirnos a sus peligros.

Lo que forma una masa es lo que llamamos la identificación. Gracias a esta, cada miembro del grupo es capaz de reconocerse en su líder: hay un rasgo en el líder que los vincula con sus seguidores, de modo que todos pueden gozar de los privilegios y las virtudes que le atribuyen.

Lo que el líder no quiere que se sepa (o quizás ni él mismo lo sabe) es que la identificación funciona en las dos direcciones: el jefe, supuestamente impávido frente al miedo, comparte con sus seguidores la misma indefensión que pretende solucionar. Vale recordar esto y conservar el criterio propio frente a los momentos de incertidumbre.

No ceder inmediatamente ante la angustia, porque esta es también un sentimiento útil, que plantea las preguntas a las que seguirán las respuestas que, con tiempo y reflexión, llegarán. Asumirlo nos ayudará a conservar la dignidad y a no caer en fanatismos en estos momentos de transición.

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