
La pérdida del sentimiento de realidad en la era digital
La muerte de Charlie Kirk no solo conmociona, también evidencia el colapso del diálogo en tiempos de hiperconectividad
El 10 de septiembre, el político estadounidense Charlie Kirk fue asesinado por Taylor Robinson, un joven de 22 años que, antes de entrar en prisión, había pasado gran parte de su vida frente a su computadora. Kirk, en cambio, se dedicaba a debatir cara a cara, en campus universitarios de todo Estados Unidos, sobre los temas más controvertidos de la política estadounidense.
La gran mayoría de estudiantes que debatía con él tenía dificultades para sostener una conversación. La frustración los hacía recurrir rápidamente a la burla y al insulto, transformando un intercambio de ideas en una escena lamentable. Este contexto hace que lo trágico de este crimen no se limite al dolor de una familia que pierde a un padre y a un esposo, sino que afecte a lo social, pues es prueba de la destitución de la palabra y el diálogo como pilares del sentimiento de realidad en la era digital.
La palabra como base del vínculo social
Para la psicología, la palabra es el fundamento del vínculo social. Un niño pasa de señalar lo que quiere a decir el nombre de aquello que busca. Luego aprenderá a articular las palabras en frases complejas para hacerse entender. Es un esfuerzo importante, no es algo dado naturalmente: la adquisición del lenguaje se da por sentada, pero se olvida lo complejo que es comunicarse efectivamente.
En la era digital, las ideas ya no se argumentan, porque muchas veces ni siquiera llegan a ser expresadas en palabras. Aparecen en forma de memes, imágenes, emojis, y no se elaboran en un discurso, sino que se comparten como por reflejo. En un contexto así, se crea una atmósfera de suposiciones sobreentendidas, lo que reduce la comunicación al intercambio de signos de pertenencia, dándole un carácter tribal y violento, donde todo lo que no sea considerado “nuestro” se entiende como un riesgo.
Taylor Robinson asesinó a Charlie Kirk porque no compartía sus ideas. No importa el contenido de las posturas que los separaban, ni si uno de los dos estaba en lo correcto o no. Se trata precisamente de que dos opiniones distintas deben poder existir sin que eso implique la violencia de atacar a las personas que las defienden. Sin la palabra como base de la comunicación, perdemos el pulso de la realidad y de las consecuencias de nuestros actos, lo que nos expone a caer en lo peor.
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