
Cómo convivir con una mascota mejora el bienestar emocional y físico a cualquier edad
Convivir con una mascota mejora la salud emocional, social y física en niños, adultos y mayores, según evidencia científica
Incorporar un animal doméstico al hogar tiene efectos que superan ampliamente la idea de simple compañía. Según la neuropsicóloga Lucía Crivelli, la convivencia con mascotas aporta beneficios sostenidos a la salud mental, emocional y física de las personas a lo largo de toda la vida. En un contexto marcado por el estrés y el aislamiento social, los animales domésticos se consolidan como aliados del bienestar integral.
“Tener una mascota impacta positivamente en el bienestar emocional en cualquier persona de cualquier edad”, afirmó la especialista, quien destacó que también contribuyen al desarrollo físico y a una mejor calidad de vida en distintos grupos poblacionales.
Infancia: emociones, empatía y vínculos fraternos
En niños, la presencia de una mascota cumple un rol clave en el desarrollo emocional y social. Crivelli explicó que convivir con un animal ayuda a regular las emociones, fortalecer la empatía y mejorar la convivencia entre hermanos. Estudios recientes muestran que compartir el cuidado de un perro reduce conflictos y fomenta la cooperación.
“Empiezan a compartir responsabilidades y afectos hacia un tercero, colaboran más entre sí y se reducen los conflictos”, señaló la neuropsicóloga. Este aprendizaje social, subrayó, difícilmente puede ser reemplazado por la intervención directa de un adulto.
Adultos mayores: propósito, rutina y menor aislamiento
Los beneficios también son significativos en la tercera edad. La especialista destacó que tener una mascota ayuda a disminuir la soledad, reduce el sedentarismo y promueve el contacto social. Pasear al perro, salir a la plaza o interactuar con otros dueños se convierte en una puerta de entrada a nuevos vínculos.
“Tener que alimentar, pasear y cuidar a un perro estructura el día y les da un propósito claro a los adultos mayores”, explicó Crivelli, especialmente en etapas marcadas por el retiro laboral o el distanciamiento familiar.
Adolescencia, microbiota y conducta social
Uno de los hallazgos científicos más recientes citados por Crivelli proviene de un estudio publicado en Science. La investigación observó que los adolescentes que conviven con perros presentan una microbiota más diversa, asociada a un sistema inmune más fuerte y menor riesgo de enfermedades.
El experimento fue más allá: al implantar la microbiota de estos adolescentes en ratones, se observaron conductas sociales más ricas y variadas, lo que refuerza la conexión entre microbiota, sistema nervioso y sociabilidad.
Oxitocina, rutinas y bienestar integral
La neuropsicóloga explicó que el vínculo humano-perro activa la liberación de oxitocina, la hormona asociada al apego y los vínculos sociales. “La mirada entre un humano y su perro genera un bucle de oxitocina, similar al que ocurre entre madre e hijo”, afirmó.
En conjunto, los beneficios físicos, biológicos y emocionales se potencian entre sí. Desde la infancia hasta la vejez, convivir con una mascota ayuda a gestionar emociones, fortalecer la empatía y construir relaciones más sólidas, convirtiéndose en un verdadero sostén para la salud integral a lo largo de la vida.
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