Juego ecuatoriano
Más que un juego, Ecualotería se consolida como un manifiesto lúdico que une a generaciones y regiones bajo símbolos, tradiciones y versos popularesCortesía

Cartas, versos y humor: Ecualotería une generaciones y regiones del Ecuador

Judy y Jonathan Romero transforman la lotería tradicional en una herramienta viva de reflexión sobre la identidad

La historia de Ecualotería nació de la complicidad entre dos hermanos, Judy y Jonathan Romero, quienes decidieron transformar la nostalgia y el orgullo de ser ecuatorianos en un proyecto cultural único. Inspirados en largas conversaciones sobre su país y los símbolos que lo representan, pensaron que hacía falta un juego que, más allá de la diversión, capturara con humor y arte esa esencia que distingue al Ecuador. Así reinventaron la tradicional lotería y la convirtieron en un espejo de la identidad nacional, uniendo memoria, tradición y entretenimiento en una sola propuesta.

Símbolos nacionales que buscan la reflexión

“Queríamos que las familias no solo jugaran, sino que compartieran historias. La Ecualotería es un acto de cariño hacia lo que nos hace únicos”, asegura Jonathan Romero, mientras recuerda que detrás de cada carta, ya sea con la guagua de pan, la dama tapada o el Solitario George, se esconde una chispa de memoria colectiva

Judy Romero complementa la idea al afirmar que el objetivo nunca fue crear un producto más en el mercado, sino un espacio de encuentro intergeneracional donde el humor y el arte se convierten en vehículo de identidad, capaz de abrir diálogos y rescatar tradiciones.

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El impacto de Ecualotería ha sido tanto social como cultural. En tiempos de pandemia, cuando las pantallas se volvieron inseparables de la rutina, el juego ofreció un respiro: una actividad para reconectar con lo humano y compartir tiempo de calidad en familia. 

A nivel cultural, revitalizó tradiciones y refranes populares al tiempo que abrió debates sobre símbolos que, aunque a veces olvidados, siguen definiendo al país. En un Ecuador diverso, el juego se convirtió en un lenguaje compartido que celebra tanto las diferencias como aquello que une a las regiones.

Un juego que busca rescatar la identidad del ecuatoriano 

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Uno de los elementos más disruptivos del proyecto es que no se trata simplemente de un juego de mesa con íconos locales, sino de una herramienta viva de reflexión. Cada partida permite adaptar las reglas a las experiencias regionales de quienes participan, enriqueciendo el concepto original y convirtiéndolo en un puente cultural. “No aspiramos solo a vender unidades, sino a generar conversaciones nacionales sobre lo que significa ser ecuatoriano”, explica Judy Romero, convencida de que el verdadero valor del proyecto está en provocar preguntas y fortalecer la memoria colectiva.

La exclusividad de Ecualotería también radica en su producción. Desde un inicio, los Romero apostaron por el talento nacional: fichas de tagua trabajadas por artesanos, cartas impresas con insumos locales y un proceso creativo colaborativo con artistas ecuatorianos. “Podríamos haber fabricado en el extranjero y reducido costos, pero decidimos mantener la autenticidad. Cada pieza del juego lleva impregnada una historia de manos ecuatorianas”, puntualiza Jonathan, destacando que la coherencia con los valores culturales es parte esencial del proyecto.

El resultado un juego cultural ecuatoriano

El resultado es un proyecto cultural que se ha convertido en un manifiesto lúdico: 54 cartas ilustradas, versos originales y tableros que invitan a la risa, la memoria y la reflexión. Más que entretenimiento, Ecualotería es hoy un puente que une a generaciones, regiones y comunidades, con el sueño de convertirse en ese juego que todo ecuatoriano, dentro o fuera del país, reconozca como suyo y lleve consigo como un pedazo de patria.

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