Legado familiar
El legado empresarial integra dimensiones biológicas, materiales, sociales e identitarias. Su adecuada gestión marca la diferencia entre la supervivencia y la competitividad global.Canva

Del apellido a la estrategia: la evolución del legado en las empresas familiares

En Ecuador, entre el 85% y 90% de las compañías son familiares. Estudios revelan que el legado es un capital estrátegico

El legado en las empresas familiares ha dejado de entenderse únicamente como la sucesión de una generación a otra. Hoy, académicos y empresarios coinciden en que se trata de un concepto dinámico, que evoluciona en el tiempo y se convierte en un activo estratégico para garantizar la sostenibilidad, la innovación y la competitividad. Así lo sostienen las investigadoras ecuatorianas Virginia Lasio y María Luisa Granda, de la ESPAE-ESPOL (Escuela de Negocios - Escuela Superior Politécnica del Litoral), quienes han participado activamente en el STEP Project Global Consortium, un esfuerzo académico global en alianza con KPMG Private Enterprise, que analiza la forma en que las familias construyen y transmiten su legado a nivel mundial.

En conversación con este medio, Virginia Lasio, Ph.D., resalta que la concepción del legado ha cambiado de manera significativa en los últimos años. “Antes estaba muy relacionado a la sucesión, a que otros tomen la posta y mantengan la empresa. En los últimos tiempos se ha visto que el legado es mucho más complejo, que es dinámico, que evoluciona”, sostiene. 

Esta mirada coincide con lo planteado en la investigación, “Dimensiones contextuales del legado de la empresa familiar: un enfoque simbólico del capital social”, publicada en el International Journal of Entrepreneurial Behavior & Research, donde se define el legado como una forma de capital social simbólico, capaz de movilizar valores, prácticas y vínculos con el entorno, más allá de los activos materiales o de la continuidad del apellido familiar.

La importancia de este tema para Ecuador es evidente si se toma en cuenta que entre el 85% y 90% de las empresas del país son familiares. Sin embargo, según el informe de benchmarking de STEP y KPMG publicado en 2024, aún existe poco conocimiento sistemático sobre cómo gestionan su legado estas organizaciones. Los datos revelan que apenas el 23% de las empresas ecuatorianas incorpora formalmente el legado en sus estrategias, aunque esta cifra supera al promedio global (16%). El estudio muestra, además, que el legado social, basado en valores compartidos y vínculos comunitarios, es el de mayor peso en Ecuador, seguido por el legado material, asociado al patrimonio y la estabilidad financiera.

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El legado económico y la supervivencia

Para María Luisa Granda, Ph.D., decana de ESPAE, este panorama refleja tanto oportunidades como desafíos. Ella considera que la empresa familiar ecuatoriana aún conserva una visión centrada en el legado económico y en la supervivencia, pero necesita insertarse en dinámicas más globales. “Hoy en día esta visión de sostenibilidad es más amplia. Estamos insertándonos en nuevas dinámicas de innovación y profesionalización que nos hacen más competitivos y fortalecen la reputación del país en la región”, afirma.

La transmisión del legado, sin embargo, no está exenta de tensiones. En el plano biológico, mantener el negocio exclusivamente en manos de la familia puede convertirse en un obstáculo cuando los herederos no muestran interés o no están preparados para asumir la dirección. “Los mandatos muy prolongados de las primeras generaciones producen rigideces y no dejan ver nuevas perspectivas”, advierte Lasio. En el ámbito material, aferrarse a no abrir la empresa a recursos externos puede limitar el acceso a financiamiento y frenar el crecimiento. Y en el social, privilegiar únicamente ciertos grupos de interés puede debilitar los vínculos comunitarios, cuando precisamente la apertura y la transparencia refuerzan la sostenibilidad.

Mantener el legado, el mayor reto de las empresas

Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es el rol del emprendimiento transgeneracional, entendido como la capacidad de mantener viva la orientación emprendedora a lo largo de varias generaciones. 

Según el informe, las empresas que logran sostener este espíritu reportan mejores resultados en crecimiento, rentabilidad y sostenibilidad. Lasio lo explica de forma sencilla: “Algunas empresas sienten que tienen el emprendimiento en el ADN, mientras que otras requieren entrenar a sus herederos con proyectos menores primero para evaluar su respuesta y luego darles mayores responsabilidades”. En ambos casos, lo esencial es garantizar que el dinamismo empresarial no se pierda con el cambio generacional.

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El artículo académico de Masè, Lasio y otros coautores refuerza esta visión al señalar que el legado debe analizarse en interacción con cuatro dimensiones contextuales: cambio, práctica, tiempo y espacio. Estos factores, aplicados a la empresa familiar, explican por qué algunas compañías logran adaptarse a los retos del entorno sin perder su esencia. El cambio obliga a transformar rutinas y estilos de gestión; las prácticas organizacionales definen la cultura interna; el tiempo estructura la permanencia y la sucesión; y el espacio conecta a la empresa con la comunidad y los mercados.

En Ecuador, los casos analizados muestran que las empresas familiares con legados sociales fuertes tienden a destacarse en sostenibilidad ambiental, compromiso comunitario y responsabilidad con sus trabajadores y proveedores. Además, aquellas con una sólida base material reflejan mejores indicadores financieros. El equilibrio entre ambas dimensiones parece ser la fórmula más eficaz para garantizar un legado que no solo se conserve, sino que también impulse el desarrollo del país.

En definitiva, el legado en las empresas familiares ecuatorianas se configura como un capital estratégico que trasciende la herencia y los bienes materiales. Se trata de un recurso intangible que integra valores, prácticas, vínculos comunitarios y espíritu emprendedor. Como concluye María Luisa Granda, “no se trata solo de sobrevivir, sino de gestionar el legado de forma consciente, adaptarse a los desafíos globales y contribuir a la competitividad del país”. En un contexto donde la gran mayoría de empresas ecuatorianas son familiares, comprender y fortalecer este legado no es únicamente una cuestión de tradición, sino de futuro.

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